Objetivo que muchas veces convierte la enseñanza en una carrera de fondo sin pensar que, a veces, no todos los corredores tienen la misma velocidad ni el mismo ritmo convirtiéndola al final en una educación acelerada. Lo que deja por el camino a los que no pueden seguir ese ritmo acelerado. Ya que como demuestra la evidencia solo una parte del alumnado puede seguir es ritmo. ¿ Que le espera al alumnado considerado lento?, que pasarán a engrosar la lista de los retrasados, repetidores y finalmente la del fracaso escolar.
Esta obsesión por el programa y sobre todo por terminar el
programa contra viento y marea, en el tiempo previsto, va en contra del
aprendizaje. “las actividades de aprendizaje son acciones que necesitan su
tiempo para realizarse”[2]
El aprendizaje necesita de tiempo para entender, relacionar e interiorizar.
Todos sabemos que cada niño tiene su propio ritmo de aprendizaje. Sin ese
tiempo, los aprendizajes se convierten en superficiales y volátiles. Cuantas
veces hemos comprobado, tanto desde el profesorado como de las familias, como
al poco tiempo del examen o evaluación correspondiente se han esfumado una
parte importante de lo que se suponía que se había aprendido. Lo que demuestra
que se ha estudiado para el examen no para aprender. La gravedad de esta situación radica en que
es la misma escuela la que fomenta este tipo de aprendizajes.
En una enseñanza por
competencias la escuela no puede seguir colgada al libro de texto sino que requieren
aplicaciones prácticas. [3]“El
aprender haciendo es un concepto que siempre ha
existido. John Dewey, que era un gran defensor
del aprender haciendo, en 1916 se lamentaba de que había estado intentando
cambiar la metodología de aprendizaje en las escuelas y que nadie le hacía
caso, y después añadía: quizá es porque yo sólo lo digo La única manera de saber cómo hacer algo es
haciéndolo". Un padre enseña a su hijo a caminar,
andar en bicicleta, jugar al fútbol o manejar un auto de una manera práctica;
primero mostrándole y luego dejándolo probar por su cuenta, como si fuera un
aprendiz de oficio.
Mientras la escuela siga anclada a este modelo de
aprendizajes y exija a todos los niños y niñas los mismos aprendizajes en los
mismos tiempos está cometiendo una injusticia. La misma que se cometería si
hacemos una carrera con todo el alumnado de la clase exigiéndoles que a todos
que lleguen al mismo tiempo a la meta.
Es necesario empezar a considera la importancia del tiempo como valor esencial
en la educación y adecuar los aprendizajes a los tiempo que cada niño y niña
necesita. Porque la escuela pública de la igualdad de oportunidades, de la diversidad
e inclusión si quiere ser justa no puede seguir tratando a todo el alumnado
desde la homogeneidad. Porque en ese caso seguirá creando desigualdades en el
proceso.
Este modelo de escuela obsesionada por los programas, los exámenes,
la competitividad y la homogeneidad y que no tiene en cuenta la diversidad del
alumnado, sus ritmos de aprendizaje y el tiempo necesario para el aprendizaje
de todos, origina, consciente o inconscientemente, el germen del fracaso
escolar a una parte del alumnado .
17 de Febrero 2012
Ginés Martínez cerón
Asociación Ecuación Pública Siglo
XXI
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