Frase que formaba parte de un titular del periódico Magisterio[1] con ocasión de un informe correspondiente al año 2008. En dicho informe se señalaba que el fracaso escolar sigue aumentando desde 2000 y que, uno de cada tres alumnos abandonó los estudios el año pasado tras acabar la Educación Secundaria Obligatoria (ESO). Lo que equivale a que “el 31,2% de jóvenes entre 18 y 24 años no completó el nivel de Secundaria superior”, mientras que en Europa ese porcentaje no llega al 15%.
La
solución que propone el Sr. Ministro para combatir el problema es” crear una bifurcación que funcione como curso preparatorio
a la FP de grado medio, que también se amplía a 3 años y esperamos conseguir el interés de esos chicos”. Esperanza que se
apoya en la elección “a una edad un poco
más temprana de un 'itinerario' que está
más de acuerdo con la orientación de cada alumno y el comienzo de un curso
obligatoriamente (de Bachillerato o FP), va
a ser mucho más probable que exista el incentivo para continuar.
En estas declaraciones del Sr. Wert hay dos expresiones que
llaman la atención. “Esperamos conseguir
el interés de esos chicos” y va a ser mucho más probable que exista
el incentivo para continuar. Aunque, también es verdad que en ellas no
hay ninguna rotundidad ni convencimiento de que se vaya a conseguir,
simplemente un esperanza una probabilidad. Y es que se trata de probar a ver si
funciona sin ninguna garantía de éxito. Hoy, en plenos siglo XXI no debería
estar permitido hacer experimentos de este calado con nuestros hijos e hijas. [2]“durante el siglo XX, la medicina, la agricultura, la
tecnología y otros campos abrazaron una idea simple pero poderosa. Usa lo que funciona.
Empezaron a exigir que las medicinas innovadoras, las semillas y las máquinas fueran probadas antes de ser usadas en
todos los lugares. El resultado fue un progreso revolucionario. La
reforma basada en la evidencia de cualquier área no sólo protege al público de
las innovaciones ineficaces; también crea una dinámica de mejora progresiva en
la que están trabajando muchos investigadores y creadores para reemplazar las
mejores soluciones de hoy con algo incluso más eficaz”. Además,
si tenemos en cuenta dos de los elementos comunes en todos los sistemas que han experimentado
mejoras vemos que se refieren a la calidad de los docentes (un
profesorado motivado tiene incidencia directa en el desempeño de los alumnos), y
la atención individual de los alumnos (con la detección e identificación
de situaciones que puedan retrasar el desarrollo académico del alumno para
una intervención inmediata).
Sin embargo, el Ser Wer ni se basa en evidencias, ni propone
una atención individualizada desde el momento en que un escolar se encuentre en
una situación que pueda retrasar el ritmo de aprendizaje. No, eso no sería una
reforma y en nuestro país no hay cambio de gobierno que no lleve aparejada una reforma.
¿En que experiencia de éxito se basa el Sr. Wert para pensar que por el hecho
de que el alumnado pueda elegir a los 15 años no va a solucionar el problema del
abandono temprano yi del fracaso escolar. ¿Acaso la motivación y expectativas
positivas hacia el estudio, la comprensión lectora y competencia matemática la
puede adquirir el alumnado simplemente por elegir un itinerario u otro? La
única forma de abordar con seriedad la erradicación del fracaso y abandono
escolar es consiguiendo que el sistema educativo arbitre los medios y recursos
necesarios para que todo el alumnado tenga la posibilidad de adquirir los
conocimientos necesarios para tener éxito como ciudadano en la sociedad que le
ha tocado vivir. Lo demás son trampas para desviar por otros caminos al
alumnado desaventajado.
Quizás, cuando el Sr. Wer piensa en que si el alumnado
elige un año antes, se va a reducir el fracaso y abandono escolar, no este
pensando verdaderamente, en como lograr que el alumnado llegue realmente a terminar
la educación obligatoria con la preparación y la formación que necesita un
ciudadano del siglo XXI. Lo que quizás esté pensando el Sr. Ministro es en que ese
30 % que abandona los estudios dejará de hacerlo, si se les ofrece la ocasión
de anticiparse un año e imaginar que puede ser tornero, carpintero o panadero.
Seguramente, así su mente se active y se ponga a estudiar en serio para lograr
el objetivo deseado. Claro que el Sr. Ministro tampoco cree con mucha
contundencia en esta medida ya que de lo que habla es de probabilidad: va a ser mucho más probable, dice, que exista el incentivo para continuar.
Sin embarbo, en la comunidad científica se piensa de
otra manera. Se ha llegado a un amplio consenso sobre los efectos negativos de
separar en distintos itinerarios antes de la educación postobligatoria sin que
se resienta la equidad educativa. Los resultados académicos a los que llevan
unos itinerarios y otros son muy desiguales. Según la Comisión Europea
(European Comisión, 20i06)
En el Proyecto INCLU-DED[3],
queda demostrado que la separación del alumnado en itinerarios con diferente
prestigio y orientación académica tiende a correlacionar con diferencias de
tipo socioeconómico. Diferentes estudios han demostrado que los grupos
vulnerables, como estudiantes de nivel socioeconómico bajo, minorías culturales
o inmigrantes, están sobrerrepresentados en los itinerarios de menor nivel o de
carácter profesionalizador (Luciak, 2004; Oakes, 1985). Y esto y no otra cosa
es la que va a ocurrir con la bifurcación que se va a producir con la supresión
del último curso de la ESO. Y si no, tiempo al tiempo.
1 DE FEBRERO 2012
Ginés Martínez Cerón
pertenece a la Asociación
Educación Pública
Siglo XXI
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