¿Cuál es entonces el objetivo de esta reestructuración?
Sencillamente ocultar una parte del fracaso escolar al adelantar un
año la separación del alumnado. Así, a los 15 años el alumnado que no haya
repetido deberá elegir entre hacer el bachillerato o la Formación Profesional y
el que haya repetido y vaya algún curso atrasado tiene un puesto asegurado en los
programas de cualificación profesional inicial (PCPI). Por tanto, un objetivo de
esta reestructuración es desviar lo más tempranamente posible a los malos
alumnos hacia la Formación Profesional o a los Programas de Cualificación
Profesional. Con esta medida se reducirá en, las cifras, un buen porcentaje el
abandono y fracaso escolar. Sin embargo no se ha tenido, lo suficientemente en
cuenta, en que grado perjudicaría la eliminación del 4º de la ESO a la
formación básica común de una parte del alumnado? Además, de la incongruencia de
hacer que un determinado segmento de alumnado, los que no repiten curso, estudien
primero de bachillerato, para abandonarlo nada más acabar al cumplir los 16 años.
Por tanto, con esta
reestructuración no se va a solucionar el problema del abandono y fracaso
escolar. Sencillamente se va a maquillar de cara a la galería. Porque, lo
que importa, seguramente, no es transformar nuestras escuelas e institutos en
centros educativos de éxito para todos o lo que es lo mismo acabar, realmente, de
una vez por todas con la lacra del fracaso y abandono escolar temprano. Lo que
realmente importa es mejorar la imagen de la educación española. Sin embarbo,
esta forma de proceder adelantando la separación del alumnado no es lo que
hacen los mejores sistemas educativos para obtener el éxito. En la comunidad científica se ha alcanzado
ya un amplio consenso sobre los efectos negativos del tracking[1] precoz (antes
de la educación secundaria postobligatoria) en términos de equidad educativa. Por
otra parte, “la separación del alumnado en itinerarios con diferente prestigio
y orientación académica tiende a correlacionar con diferencias de tipo
socioeconómico. Estudiantes de nivel socioeconómico bajo, minorías culturales o inmigrantes,
están sobrerrepresentados en los itinerarios de menor nivel o de carácter
profesionalizador (Luciak, 2004; Oakes, 1985)
Las investigaciones concluyen que la
separación en itinerarios educativos antes de los 16 años genera desigualdades
y que cuanto antes se realiza, mayores son estas desigualdades.[2] Esto
sucede debido a que el alumnado escolarizado en los itinerarios con menor nivel
académico por lo general también recibe una instrucción de calidad inferior, y
porque las opciones que se les brinda a estos y estas estudiantes para su
reintegración en el sistema educativo y
continuar su formación son muy limitadas.
El mismo estudio indicaba que sucede lo contrario en aquellos países
cuyo sistema educativo ofrece una enseñanza comprensiva hasta los 16 años. Solo
en el caso de Letonia pudo observarse un incremento de las desigualdades entre
ambas evaluaciones. En el resto de los países las diferencias disminuyeron
durante ese período. Así pues, gracias a este análisis comparativo, quedó
demostrado que la separación del alumnado en distintos itinerario antes de los
16 años se asocia a un incremento en las desigualdades en su rendimiento
escolar. Además, en el último informe, PISA de la
OCED dice que los mejores sistemas
educativos “suelen ser comprensivos” y tienen “profesores y escuelas que acogen
a toda la diversidad de estudiantes y les ofrecen atención educativa
personalizada”.
Por otra parte, las experiencias de éxito han demostrado, entre
otras cosas, que la reducción y
erradicación del fracaso escolar radica en conseguir los suficientes apoyos y
refuerzos desde el inicio de la escolaridad al alumnado que lo necesite y
no en separarlos en grupos homogéneos.
Pero este no es el único objetivo de la reestructuración de la
secundaria. Existe otro objetivo que subyace a esta reestructuración y que
formaría parte del tramado de trampas,
de las tantas que se hacen, para favorecer a la privada concertada. Es evidente
que al integran el primero de bachillerato en la educación obligatoria se
supone, en buena lógica, que habrá que subvencionarlo, lo que abrirá la puerta
a la concertación de todo el bachillerato que es lo que desde hace algún tiempo
están esperando la red de centros concertados.
Ginés Martínez Cerón
Pertenece a la Asociación Educación Pública Siglo XXI
27 de enero de 2012
Yo elegí ir al bachillerato a los 14, otros a la FP y no nos ha pasado nada por salir de la educación obligatoria a esa edad.
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