Cuando le preguntaron a Sócrates
cuál había sido su logro más importante,
él respondió: “Les enseño a los hombres a preguntar”.
cuál había sido su logro más importante,
él respondió: “Les enseño a los hombres a preguntar”.
C. Roland Christensen
La lectura dialógica, a diferencia de la lectura tradicional,
posibilita, superar la desventaja de desigualdad, en que se encuentra un
porcentaje alto del alumnado, al potenciar y acelerar el
aprendizaje lector y en consecuencia el éxito escolar de todo el alumnado. Con la lectura dialógica, se supera y
sustituye, la interacción subjetiva persona – texto, propia de la lectura
tradicional, por una interacción colectiva, ya que, como afirma, SOLER
MARTA (2003)[1] leer implica compartir espacios,
construir pensamientos y aumentar los aprendizajes y motivaciones educativas, y
esto no es un proceso individual sino colectivo. De ahí, que la tertulia
dialógica, abra un abanico de posibilidades insospechadas al alumnado
participante que la escuela tradicional le había
negado. Es evidente, que introducir la
lectura dialógica en el aula supone abrir un escenario nuevo, donde los niños y
las niñas, van a sentirse protagonistas y descubrir, como dice, POMAR MARIBEL (
2001)[1] el diálogo
como vehículo de aprendizaje que lleva a formular y reformular el pensamiento,
y a comunicarlo a los demás. Lo que implica una actitud cuestionadora del propio
saber y de los
demás que conduce a la
necesidad de aprender a formular mejores preguntas