Es muy importante para los que defendemos la Escuela
Pública conocer y valorar algunas de las razones por las que
algunos padres eligen la escuela
concertada en lugar de la escuela pública. Lo
que puede ser de gran interés, a la hora de, elaborar propuestas para
promocionar la Escuela Pública y convertirla en atractiva para toda la
ciudadanía.
2.3. CARENCIAS ACTUALES: RAZONES OBJETIVAS Y
SUBJETIVAS
Abordar la
relación de las deficiencias en la prestación de un servicio público tan
complejo como es el de la educación es complicado. Las apreciaciones pueden ser
muy
distintas
dependiendo de que provengan del profesorado, del alumnado, de las familias,
de las
autoridades educativas o de la sociedad civil (patronales y sindicatos).
En este documento se ha optado por analizar las
carencias de la escuela pública tal como las aprecian las familias en el
momento de la elección de centro escolar para sus hijos. Algo
que permite objetivar las razones por las que algunos padres eligen la escuela concertada en lugar de la escuela
pública. Si se parte, como método de
trabajo de las preferencias manifestadas
por los padres, parece que analizar y desglosar las razones de esas preferencias puede
servir de guía para abordar cualquier
programa de promoción y reivindicación de la escuela pública. Máxime cuando
la escuela pública, es capaz de ofrecer un servicio de calidad cuando es
atendida como se merece, como ocurre en muchas Comunidades Autónomas. Y es
incluso preferida a la concertada en un territorio tan hostil como es el de la
Comunidad de Madrid, cuando, como es el caso
de las escuelas infantiles públicas y el de algunos centros de primaria
o secundaria, son capaces de ofrecer un servicio de calidad, a pesar de la falta de atención de la
administración educativa.
Las razones
que aducen las familias para optar por la escuela concertada son muy variadas,
unas se manifiestan de forma explícita y
otras, las relacionadas, por ejemplo, con el estatus social, se disimulan o se
ocultan. Clasificarlas por su naturaleza es complicado lo que no exime de la
obligación de intentarlo.
En un primer
apartado se destacan aquellas que se fundan en apreciaciones concretas y
fundamentadas, derivadas de la comparación de los servicios ofrecidos en los
centros concertados y en los públicos, entre las que se pueden incluir las
siguientes:
La primera razón es que la enseñanza
concertada, cuyos centros integran, por lo común, varios niveles educativos:
infantil, primaria y secundaria, asegura la continuidad de los alumnos en el
mismo centro. En este caso las familias pueden desentenderse del problema
de pasar por sucesivos procesos de inscripción, de la infantil a la primaria, y
de esta a la secundaria.
Los centros concertados ofrecen unos
horarios escolares para los niveles de educación primaria y secundaria que se
caracterizan por una homogeneidad que facilita a las familias, con hijos en
distintos niveles educativos, horarios iguales de comienzo y fin de la jornada
escolar. Asimismo, ofrecen una ampliación de una hora de la jornada escolar
en la educación primaria y una jornada partida en secundaria, aspectos que las
familias consideran que se adaptan mejor a las necesidades de los alumnos y
alumnas.
La oferta generalizada de comedor escolar
en la enseñanza concertada no se extiende en la pública a la educación secundaria, por la razón aludida
anteriormente de la jornada continuada,
por lo que en los centros públicos no sólo no se atiende esa demanda
sino que se obliga al alumnado a un horario lectivo antipedagógico y a un
horario de comidas inadecuado para sus edades.
La oferta de transporte escolar,
generalizada en los centros concertados, es casi
inexistente -salvo en zonas rurales- en la escuela
pública, aunque existen motivos para una adecuada
distribución de alumnos y alumnas entre centros públicos y centros
concertados.
La enseñanza concertada satisface la
demanda de actividades complementarias, muy demandada entre poblaciones sobre todo
urbanas y de clase media, por las que están dispuestos a pagar, máxime
teniendo en cuenta que el núcleo básico de la enseñanza es gratuito gracias a
los conciertos. Frente a esta oferta de los centros concertados, los centros
públicos sólo ofrecen actividades complementarias si cuentan con el apoyo y la
financiación municipal o son realizadas por las asociaciones de los padres y
madres de alumnos.
Por lo que
se refiere a los edificios e
instalaciones de los centros escolares, en la enseñanza concertada los
centros de las grandes y tradicionales congregaciones religiosas suelen tener
excelentes condiciones. Por lo que se refiere a la enseñanza pública son
curiosamente los centros más antiguos (los tradicionales institutos de
enseñanza media de las grandes ciudades,
que han sido rehabilitados en muchos casos) los que tienen mejores edificios.
El resto, construido casi siempre por razones de urgencia para atender a una población escolar
espectacularmente creciente desde el boom demográfico de los años 60, la
concentración de la población en las
grandes ciudades y el aumento continuado de los años de escolarización
obligatoria, ofrece un panorama diverso, desde centros dignos a otros, que si bien no pueden calificarse como pobres, no
pasan de austeros, persistiendo todavía aulas prefabricadas y habiéndose
perdido espacios comunes en otros (salas
de usos polivalentes, bibliotecas o salones de actos) para incrementar el
número de aulas. Hay casos excepcionales a favor de la enseñanza pública que
procede citar porque ejemplifican un modelo óptimo de escuela pública, como es
la Red Pública de escuelas infantiles creada en la Comunidad de Madrid antes de
la llegada del Partido Popular, que tiene una gran demanda social, en la que
uno de los factores que intervienen, aparte de contar con excelentes
profesionales, es la calidad de sus edificios, instalaciones y dotaciones.
En cualquier
caso hay algo evidente: Las inversiones públicas en instalaciones y dotaciones
para los centros públicos no tienen nada que ver con las que se han realizado
en nuestro país para la modernización de otros servicios públicos.
Nada tienen
que ver, como se ha indicado anteriormente, la red de autovías y autopistas o
la de los trenes de alta velocidad o la pujanza en la construcción pública de
establecimientos de alto prestigio como auditorios, centros culturales, museos
o centros de exposiciones, con la pobreza generalizada de la red de centros. La
red de centros públicos no es precisamente el buque insignia de los servicios
públicos de nuestro país.
En un segundo apartado se exponen aquellas razones
que se fundamentan en percepciones subjetivas sobre la oferta educativa de unos y otros centros, referidas al alumnado, a la
organización de los centros y al profesorado. Percepciones que aunque no se
correspondan con la realidad no dejan de ser decisivas a la hora de elegir
centro.
Referidas al alumnado:
Aunque en la
mayoría de los centros públicos actualmente se ejercen con rigor las funciones
de control de ausencias, disciplina y
tutoría, existe la percepción de que los alumnos y alumnas de los centros
concertados están sujetos a un mayor grado de disciplina y de control de
ausencias que el que tienen los alumnos de los centros públicos, y que las
funciones de tutoría se ejercen con mayor entrega en la enseñanza concertada
que en la pública. Probablemente esta percepción se deba a que en muchos
centros concertados se ejercitan estas funciones como una cuestión de imagen,
con la vista puesta más en las familias que en los alumnos.
Una segunda
percepción de las familias en cuanto al alumnado es la de que sus hijos obtendrán más beneficios de la
educación cuanto mayor sea el nivel social de los alumnos con los que convivan.
Como la mayor parte de los centros concertados religiosos fueron creados
con la finalidad de educar a las clases
privilegiadas de la sociedad, y siguen en el mismo empeño, atraen lógicamente:
al tipo de familias que pretende que sus hijos accedan a mejores posiciones
mediante las relaciones sociales.
Complementaria
a esa percepción es la de considerar
como un hecho positivo para la educación de los hijos la asistencia a centros
con alumnado homogéneo y de procedencia social y culturalmente alta. Y por
el contrario, que es negativa para sus hijos la convivencia con alumnos y
alumnas de clases más bajas y que se agravaría cuando son inmigrantes o
proceden de grupos sociales marginados. Cabría preguntar a estas familias si
piensan que la incorporación futura de sus hijos en una sociedad diversa y
plural se garantiza mejor mediante una educación en un medio homogéneo o en
otro más heterogéneo.
Para
finalizar, existe la percepción de que los
centros concertados ofrecen una enseñanza de mayor calidad, fundada en los datos estadísticos que muestran
porcentajes inferiores de fracaso escolar en el alumnado de la enseñanza
concertada en relación con el de la
pública. Se trata, sin embargo de una percepción sólo en parte
verdadera, amparada en la distribución del alumnado que ha favorecido la
concentración en los centros concertados de la población escolar de mayor nivel
económico, social y cultural. Porque los datos estadísticos muestran también
que los resultados académicos en los
centros públicos y concertados son similares cuando unos y otros centros
escolarizan poblaciones de similar nivel económico, social y cultural, de lo
que se infiere que es la concentración en los centros escolares concertados de
la población de mayor nivel la que les permite obtener mejores resultados y no
su mayor
calidad. Por
el contrario los datos estadísticos revelan que el alumnado en los centros
públicos incrementa su rendimiento académico por encima de lo esperado por su
nivel social de procedencia.
Respecto a la organización de los
centros:
Muy
relacionada con la percepción del mayor control del alumnado, examinada
anteriormente, y del mayor control sobre el profesorado, al que se hará
referencia más adelante, está la de
que en los centros escolares concertados
la función directiva es ejercida con mayor autoridad y eficacia y ejerce sus
funciones con un mayor grado de continuidad que en los centros públicos.
La
existencia de un ideario de centro
frecuentemente religioso, y su acatamiento sin fisuras por parte de profesores,
familias y alumnos en los centros concertados, ofrece, por otra parte, una
imagen de mayor coherencia.
La neutralidad ideológica de los centros
públicos y la pluralidad de la comunidad escolar, padres, profesores y alumnos,
no es contemplada por las familias como un valor. Sin embargo muchas de
esas familias sí consideran positivamente la pluralidad y diversidad de la
sociedad. Frente a estas percepciones hay que considerar que para que los niños
y jóvenes se integren críticamente en la sociedad compleja de la que ya forman
parte, los idearios plurales abiertos, siempre que se combinen con un proyecto
educativo de centro y un equipo docente cohesionado, ofrecen más ventajas
educativas que los idearios singulares cerrados.
Respecto al profesorado:
La percepción
más frecuente es la de que el profesorado de la enseñanza concertada
está sujeto a un mayor control de ausencias y a una mayor vigilancia sobre las
funciones que debe ejercitar, gracias al
carácter empresarial de los centros concertados y a que la contratación laboral
deja más inermes a los profesores de la privada frente a los patronos que a los profesores de la enseñanza
pública frente a la administración. A ello contribuyen los períodos de prueba y
la posibilidad de despido.
Frente a esa percepción, se achaca a una
parte del profesorado de los centros públicos falta de rigor en el cumplimiento
de sus funciones como consecuencia de la falta de autoridad de la dirección de
los centros públicos y de la ausencia de control efectivo por parte de la
administración educativa. Por el contrario, el profesorado de la educación
pública goza de cierto prestigio, por muchas críticas que se hayan hecho al
sistema de acceso por oposición a los cuerpos de funcionarios docentes, debido
a que el carácter abierto y público de
éste, garantiza una selección objetiva y
favorece la independencia y autonomía profesional del docente.
Antes estas
percepciones es conveniente considerar
que el profesorado de la privada está más sometido a la dirección del centro.
Es, por tanto, más sensible a las directrices que le marcan y, por ello los
padres pueden percibirlo más homogéneo y más asequible a sus intereses. En
cambio el profesorado de la pública es percibido como más autónomo y el
claustro de profesores resultante más heterogéneo.
Esta
percepción debe resaltarse porque manifiesta algunas de las debilidades y, al
mismo tiempo, la fortaleza de la escuela pública. El posible peligro del
pluralismo resultante, y como consecuencia la mayor autonomía para el alumno,
se convierte en una extraordinaria ventaja cuando, como sucede cada vez con más
frecuencia, las directivas de los centros públicos acentúan la relación con las
familias sin perder los márgenes de libertad y autonomía de los alumnos a que se ha aludido. Hay menos
control externo sobre la conducta del alumnado y de ese margen mayor de
autonomía deriva una mayor responsabilidad sobre sus actos
Colectivo Lorenzo Luzuriaga
Por la Escuela Pública: Documento para debate