La Fundación Santillana reflexiona sobre la alfabetización digital de las aulas más allá del libro electrónico
Ferran Ruíz, presidente del Consejo Escolar de Cataluña ha puesto en duda que las
TIC condicionen en exclusiva el futuro de la educación: "La calidad de la
enseñanza se basa más en las sinergias del profesorado que en su virtuosismo.
Si nos centramos en la utilización de recursos digitales sin una buena guía del
tutor, vamos camino de la perdición".
Ruíz ha
expuesto distintos escenarios para la escuela futura que van desde un sistema
fuertemente institucionalizados y en recesión donde la falta de financiación
ancle al claustro en anclarse en "lo de siempre" a otro integrado por
colegios privados mercantilizados que condicionen sus elecciones a la
rentabilidad y su posicionamiento en rankings de competitividad. "No está
claro que va a pasar, por eso hay que mantener una actitud crítica y
vigilante", concluye.
Marta Codina y Laura Mateo, directora y coordinadora de
Bachillerato del Instituto
Guillem Catà de
Manresa (Barcelona), han obviado las predicciones para narrar la experiencia
actual de su centro, que se encuentra en un barrio de la periferia de Manresa y
cuenta con un 36% de alumnado inmigrante, con una situación socioeconómica
media-baja. El instituto se salta los tópicos y cuenta con pizarras digitales,
ordenadores y proyectores en el 90% de las aulas. Los profesores llevan
elaborando materiales digitales de creación propia desde 2007 y utilizan software libre para potenciar las buenas
prácticas informáticas. "Al principio había reticencias por parte del
profesorado, no porque no se sintieran capaces de adaptarse o porque no les
faltara motivación. Tenían dudas sobre cómo controlar que los chicos accedieran
a páginas inadecuadas o si darían un buen uso a los materiales. También los
padres nos preguntaban cómo podían ayudar a su hijo a hacer los deberes sin
conocer el funcionamiento del libro digital", recuerda Codina.
En Guillem
Catà se rigen por el Programa EduCAT 1x1 que está basado en el modelo un
ordenador por alumno. Eso les permite una mayor autonomía del estudiante en el
uso de las TIC y que pueda llevárselo a casa para continuar trabajando con él.
Sin embargo, su acogida es más bien tibia en el entorno escolar, porque para
justificar la inversión sería necesario acreditar un uso intensivo que, hoy por
hoy, no parece exigirse en la enseñanza primaria y secundaria, pero que va
extendiéndose con rapidez en el sector universitario. La crisis también ha
ralentizado el programa de este centro de Manresa y los alumnos de 1º de ESO
tienen que conformarse con que la digitalización la lidere el profesor con un
ordenador y una pizarra digital por aula. "No hay recetas mágicas, pero
tampoco sería bueno negarse este sinfín de posibilidades", ha concluido
Mateo.
AURORA MUÑOZ | Madrid 23/11/2011