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16 diciembre, 2011

YA ES HORA DE QUE EMPECEMOS A USAR LO QUE FUNCIONA

Con mucha frecuencia, las prácticas y experiencias educativas que se han desarrollado en muchos centros educativos no se han apoyado en aportaciones avaladas por la comunidad científica. Lo que ha llevado, en muchas ocasiones, a unos resultados que, no han logrado mejorar el clima del aula, los aprendizajes de todo el alumnado, una reducción del fracaso escolar y el absentismo etc. Con lo que, se podría decir,  que ha  resultado peor el remedio que la enfermedad. Lo que ha originado una decepción y una desmotivación del profesorado e integrantes de la comunidad educativa, en especial de los padres y madres, al comprobar que los esfuerzos y el empeño puestos en la tarea no han dado los resultados pensados y esperados.
En un artículo[1] se lee, “durante el siglo XX, la medicina, la agricultura, la tecnología y otros campos abrazaron una idea simple pero poderosa. Usa lo que funciona. Empezaron a exigir que las medicinas innovadoras, las semillas y las máquinas fueran probadas antes de ser usadas en todos los lugares. El resultado fue un progreso revolucionario. La reforma basada en la evidencia de cualquier área no sólo protege al público de las innovaciones ineficaces; también crea una dinámica de mejora progresiva en la que están trabajando muchos investigadores y creadores para reemplazar las mejores soluciones de hoy con algo incluso más eficaz

Hoy, muchas actuaciones educativas están basadas en ideas, opiniones, modas e incluso ocurrencias, no importa de quien, pero que no han sido  probadas antes de ponerlas en práctica en un determinado centro educativo, ni contrastadas científicamente.


Muchas veces las AMPAS y familias en general se indignan, ante los resultados del centro al que asisten sus hijos, al comprobar que año tras años los porcentajes de rendimiento académico no avanzan, que el absentismo no acaba de erradicarse, a pesar de que  el profesorado trabaja en la aplicación de programas y proyectos. Esta situación, que se da en muchos centros de nuestro país, tiene un paralelismo con lo que ocurría en la medicina en el siglo XIX que aunque ya había bastantes conocimientos de medicina, la mayoría de médicos y el público no le dedicaban atención. Seguían haciendo lo mismo de siempre.
Ante esta situación de impotencia, para buscar la solución adecuada y efectiva a los problemas, que en los últimos años, se han producido en la educación: gran diversidad de alumnado en las aulas, problemas de convivencia, porcentajes demasiado altos de fracaso escolar, absentismo, escasa participación de las familias, etc., no se puede seguir con la misma organización de los centros y aulas, con las mismas prácticas escolares y con las mismas organizaciones de las AMPAS de siempre.  
Es hora de hacer un alto en el camino y ver que es realmente lo que funciona y lo que no funciona. Es preciso empezar a tener en cuenta que prácticas educativas y experiencias de participación están dando resultados. No podemos seguir mirando hacia otro lado y seguir ignorando las experiencias de éxito que han demostrado que funcionan y que además están consiguiendo resultados demostrables. No más proyectos, ni innovaciones que no estén avaladas por las investigaciones científicas y las evidencias de las prácticas educativas.
Por eso, desde la Asociación Educación Pública Siglo XXI,  hemos empezado a elaborar y analizar  todas aquellas prácticas educativas y participativas de las que existen pruebas de que su aplicación da resultados. No queremos más trabajos ineficaces en la educación. Esta es la mejor forma de  poder ofrecer a los centros y a las familias y sus asociaciones una garantía de que lo que pueden aplicar funciona.

Ginés Martínez Cerón                                                 Diciembre 2011
Pertenece a Educación Pública S. XXI


[1] Aprendizaje cooperativo, “éxito para todos” y reforma basada en la evidencia para todos
Robert e. Slavin, johns hopkins university y Universidad de cork