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09 enero, 2012

DEL MODELO “ESCUELA DE PADRES” AL DE ESCUELA DE FAMILIAS

Las AMPAS al ser organizaciones que representan a las familias de la comunidad educativa deben convertirse en organizaciones esenciales en el nuevo escenario educativo del siglo XXI.
 Por ello, desde la Asociación Educación Pública Siglo XXI vamos a dedicar una atención preferente a las Asociaciones de padres y, en especial, a las federaciones, en la medida que tienen la responsabilidad de trabajar por el cambio que las AMPAS, en general requieren para ser las organizaciones imprescindibles que la educación necesita en esta segunda década del siglo XXI.

Desde esta perspectiva, uno de los primeros pasos es generar ideas y pensamiento para que los cambios que se puedan acometer tengan una base sólida, además de estar avalados por evidencias reconocidas por la comunidad educativa internacional.

DEL MODELO “ESCUELA DE PADRES” AL DE ESCUELA DE FAMILIAS

Es una realidad que las escuelas de padres y madres, generalmente, tienen, una vida lánguida a pesar de ser, la mayoría de veces, gestionadas desde las propias federaciones de AMPAs. Además, son minoría de AMPAS que desarrollan su propia escuela de padres y madres, con un funcionamiento autónomo y eficaz. Lo que supone una escasa repercusión en el colectivo de familias de la comunidad educativa. Esta situación de precariedad de las escuelas de madres y padres se debe principalmente, entre otras, a dos causas. La primera al desinterés, generalizado, de una mayoría de madres y padres en la participación tanto en el AMPA, como en el centro educativo. La segunda, el haber gestionado, en la mayoría de casos, la formación independiente del centro educativo. Lo que ha repercutido en un alejamiento sucesivo de de muchos padres y madres que no han encontrado una conexión entre formación, participación e incidencia en la mejora de los procesos educativos de sus hijos e hijas y en consecuencia del rendimiento educativo del centro.

ALGUNAS  CAUSAS DE ESTA SITUACIÓN

El escaso interés participativo, de madres y padres, en la formación

Somos conscientes y la experiencia así nos lo confirma, lo difícil que resulta reunir a un grupo amplio de madres y padres interesados en participar de una forma estable y sistemática en la formación. Es una evidencia que el interés formativo está, cada vez, más a la baja. En algunos lugares las federaciones han tenido que establecer requisitos imprescindibles, para desarrollar sesiones formativas. Asegurar previamente un mínimo de 20 personas, extender la convocatoria a todos las AMPAS de la localidad o zona, a fin de lograr ese mínimo de personas. Es una forma de evitar situaciones, cada vez más frecuentes, de una asistencia ridícula de 3 a 5 personas.

La desconexión entre la formación ofrecida y las necesidades reales

Partimos del hecho de que la mayoría de la formación que se ha ofrecido desde las AMPAS, federaciones y desde la misma CEAPA no responde, siempre, a las verdaderas necesidades formativas de un gran número de familias. No hay que olvidar que, muchas veces, los programas formativos se diseñan desde la propia organización sin tener en cuenta, los intereses y necesidades de las personas participantes. Además, la formación ha sido, en un altísimo porcentaje, ofrecida y gestionada por las organizaciones de padres y madres y no por el centro educativo.  Estos dos elementos: la formación a partir de las necesidades reales de las familias y el centro educativo como escenario de la formación son, en este nuevo escenario educativo, clave para el sentido y significado que requiere.

La formación de las familias no ha ocupado un lugar prioritario

Es también una evidencia que la formación de las familias ha ocupado un segundo lugar en las prioridades de las administraciones y centros educativos. Lo que, sin embargo, no ha ocurrido con la formación del profesorado que si se ha priorizado desde todos los ámbitos. Actitud que responde, entre otras cosas, a la idea, ya desfasada, de que la enseñanza y aprendizaje del alumnado es algo exclusivo del profesorado. Sin embargo, en el nuevo escenario educativo del siglo XXI, la enseñanza y  aprendizaje ya no puede seguir considerándose como una tarea exclusiva del profesorado, sino también de las familias y demás agentes de la comunidad educativa. La razón de este cambio que es necesario emprender si, realmente, queremos una escuela pública del éxito para todos se basa en que la complejidad actual de las aulas: su gran diversidad, elevado porcentaje de alumnado inmigrantes, diversidad cultural, alumnado procedentes de todos los ambientes sociales, problemas de convivencia y los porcentajes insostenibles de abandono y fracaso escolar, etc. La solución de todas estas situaciones y problemas no puede depender del profesor como está demostrando la experiencia y las investigaciones como el proyecto INCLUDE. En consecuencia, si en este nuevo escenario social y educativo, las familias están llamadas a participar en el aprendizaje del alumnado, tanto dentro como fuera del aula, el cambio en el modelo de formación es inaplazable.

UN GIRO IMPRESCINDIBLE

Esta grave situación, en la que se encuentra las escuelas de madres y padres, platea la necesidad, urgente, de dar un giro radical a dicha formación, buscando aquellos modelos que respondan a las necesidades formativas actuales de las familias y del centro educativo. El Proyecto Includ-ED ha realizando un estudio longitudinal que se inició en el 2006 y que ha durado  cinco años, con diferentes escuelas de educación infantil y primaria en Reino Unido, Lituania, Finlandia, Malta y España. En dicho estudio se han analizado las distintas formas de participación, de las familias y la comunidad, así como las estrategias que se llevan a cabo para desarrollar estas formas de participación.  

Una de las formas de participación destacadas es “la formación de familiares y otras personas de la comunidad dentro de la escuela.  Es pues, desde los resultados de esta investigación desde donde tenemos que replantarnos otras formas de abordar la participación de las familias desde la formación. Es muy importante tener presente que la formación de familiares tiene en si una doble finalidad, la de satisfacer su propias necesidades formativas como personas adultas que son y la de adquirir los conocimientos necesarios para participar, en el centro educativo, en los procesos educativos del alumnado.

Se ha demostrado que la formación de aquellas familias que se encuentran alejadas de la escuela, en la medida que eleva su nivel educativo, puede constituir un primer paso, para acercarse y conocer la escuela y posteriormente participar en otras actividades, así como a ayudar a sus hijos en su itinerario educativo.

Aspectos a tener en cuenta para iniciar el cambio de modelo

Objetivos de la escuela de familias.

Los objetivos finales de la formación de las familias se concretan en: satisfacer su propias necesidades formativas como personas adultas y la de adquirir los conocimientos necesarios para participar, en el centro educativo y mejorar la implicación de todos en la educación de los hijos e hijas.

Creación de espacios en los centros educativos

Este modelo de formación tiene que desarrollarse en y desde el centro, así lo sugieren las investigaciones sobre formación de familiares, creando espacios donde la familias puedan desarrollar su formación.

Contendidos de la formación

En este modelo de formación caben todos aquellos contenidos que los distintos grupos de familias necesitan. No puede necesitar un grupo de familias analfabetas que uno de familias con estudios medios o superiores. En esta formación de las familias cabe desde un programa de alfabetización hasta uno de informática. Se trata de satisfacer por una parte, las propias necesidades formativas de las personas adultas y por otro, la de adquirir los conocimientos necesarios para participar ayudar a sus hijos en los estudios. ¿Cómo se puede ayudar a los hijos si no se tienen los suficientes conocimientos para ello? ¿Cómo podemos pretender que determinadas familias ayuden a sus hijos e hijas en la realización de deberes y demás tareas escolares? ¿Cómo queremos que las familias se impliquen en determinadas actividades del centro, en su gestión y toma de decisiones sin la formación y el conocimiento necesario?

Horarios para la formación

Es evidente que cada grupo de familias necesita de horarios adecuados. Depende de sus ocupaciones, trabajo, etc. Lo cual abre la posibilidad que, incluso, en horario docente se pueda desarrollar alguna actividad formativa. Desde esta nueva perspectiva de formación es muy importante tener en cuenta que todos deben sentirse protagonistas  de su aprendizaje. De ahí, la importancia de adecuar desde lo horarios hasta las actividades de de las personas participantes.

Voluntariado. Imprescindible. Es evidente que hay que iniciar la constitución del grupo de voluntariado que pueda colaborar, entre otras actividades, en la formación de los distintos grupos de las familias. Aunque en un principio pueda parecer algo difícil, las experiencias existentes demuestran que hay más personas de las que pueda parecer en un principio dispuesta a participar realmente en este tipo de proyectos.

Comisión de escuela de familias

Lo ideal es formar una comisión integrada por representantes del AMPA, de las familias y del profesorado. Esta comisión tendrá las funciones de recabar las necesidades formativas, los espacios y horarios, el voluntariado que se hará cargo de las distintas actuaciones formativas y su coordinación.
Es evidente que cualquier familia que descubra que la escuela no es solamente un lugar al que asisten sus hijos durante unas pocas horas, sino que esta al servicio de “todos” empezará a creer en la participación y en que la Escuela Pública es la escuela de todos y para todos.

ALGUNAS CONDICIONES NECESARIAS PARA EL CAMBIO DE MODELO

El cambiar el modelo de escuela de padres y madres necesita su tiempo, así como las personas dispuestas a emprender dicha transformación. Cambio que no tendría ningún problema si profesorado y familias se muestran dispuestos a iniciar el desarrollo del Proyecto Red de Centros Públicos por el éxito de todos. La experiencia ha demostrado que si el profesorado, en su mayoría, no toma dicha decisión es muy difícil iniciar cualquier proceso de transformación del centro.

Ahora bien, mientras el centro no se sume al proyecto, el AMPA, en el caso que decida cambiar el modelo formativo de escuela de padres, no puede sumirse en la resignación y pasividad. Sino que debe pedir la colaboración del equipo directivo para poner en funcionamiento la escuela de familias. Lo que supondrá llegar a acuerdos sobre espacios y horarios, etc. Es decir todo lo necesario para desarrollar la formación de las familias en el centro educativo.

Ginés Martínez Cerón
Pertenece a Asociación Educación Pública Siglo XXI

Enero 2012

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