El
tiempo es, entre otros, uno de los elementos más arcaicos que se siguen manteniendo
en la organización, de los centros educativos y aulas. Es difícil de entender que a pesar de los
cambios que han experimentado la sociedad y la educación, a lo largo del tiempo,
la organización del tiempo escolar, siga ahí, fijo, inmutable, invariable, contra
viento y marea, desde tiempos inmemoriales. El tiempo escolar sigue ahí, desafiando
reforma tras reforma. Las reformas educativas han retocado, modificado y reestructurado
casi todo menos el tiempo escolar. La organización del tiempo escolar, sigue
ahí, ajeno a la realidad educativa, como si fuera algo intocable, al que nadie se atreve ni tan siquiera a mirar.
Sin
embargo, parece no importar que la clave de la diversidad resida, precisamente,
en la diversidad de ritmos de aprendizaje y no, solamente, en la diferencia del
color de la piel, en la diversidad cultural… Los ritmos de aprendizaje del
alumnado y el tiempo necesario para el aprendizaje son inseparables. Es algo
que consciente o inconscientemente profesorado y familias saben. Sin embargo, parece
que esta realidad no importa. Se exige que todo el alumnado realice las mismas
tareas en el mismo tiempo. ¿Acaso la diversidad no reside en, la variedad de
ritmos y estilo de aprendizaje, de motivaciones, de puntos de partida, de
culturas, etc.
Abordar
el tiempo escolar es uno de los grandes retos que tiene hoy la escuela. Es necesario
tomar conciencia, en profundidad, desde el profesorado y familias de esta
injusticia distributiva. Injusticia escolar que obliga a todos a una enseñanza
uniforme ¿Acaso no es una injusticia dar el mismo tiempo a todos para llegar a
la meta? Si esto es así ¿ en que consiste la igualdad de oportunidades ?.
Mientras
la escuela exija a toso los niños y niñas los mismo aprendizajes en los mismos
tiempos estará cometiendo una injustita. La misa que se cometería si hacemos
una carrera con todo el alumnado, de la clase, y se les exigiera que llegasen
al mismo tiempo a la meta. ¿Que pasaría
con los asmáticos, con los débiles, con…? Es hora de tomarse en serio que no
todos pueden seguir los ritmos fijos y rígidos que se marcan en el aula. Es
preciso entender que la actual uniformidad y rigidez
del tiempo escolar es un
enemigo del aprendizaje. Cambiar el tiempo rígido e inmóvil por otro tiempo
flexible y móvil es un reto de la escuela, para el siglo XXI Se trata, sencillamente,
de empezar a organizar los aprendizajes del aula, en función del tiempo
necesario y no al revés como se hace ahora. Cuando profesorado y familias tomen
conciencia de esta realidad muchos de los problemas, que lastran la enseñanza y
alimentan las cifras de los repetidores, empezarán a desaparecer.
13 marzo de 2012
Ginés Martínez Cerón
Asociación Educación Pública Siglo XXI
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