Es un hecho, que la formación de padres y madres y en
general de las familias ha ocupado un lugar irrelevante en todos los ámbitos
educativos. La formación, en la práctica, como demuestra la experiencia ha
estado dirigida desde cualquier ámbito hacia la formación del profesorado. La
razón, no es otra que el haber considerado al profesorado como las personas de
las que dependía en exclusiva, la enseñanza-aprendizaje de los niños y niñas en
los centros educativos. Realidad que ha relegado a un segundo plano la
formación de las familias y ha fomentado en la comunidad educativa la creencia
de que tanto las AMPAS como las familias son colaboradores secundarios en el
centro educativo y que, no pocas veces, depende de las decisiones de la
dirección del centro. Idea que ha ido anidando en una mayoría de
claustros, asociaciones de madres y padres y familias en general.
Hoy, en la época de la sociedad de la información y
comunicación es difícil mantener esa creencia. Son muchas las evidencias que
demuestran que el niño y la niña aprenden no solamente en la escuela, sino en
cualquiera de los ambientes donde se mueven: la calle, los amigos, en casa, en
la televisión, en internet, etc. Además, investigaciones y experiencias
avaladas científicamente demuestran que la calidad e intensidad de los
aprendizajes de los niños y niñas depende de las interacciones que se realicen
entre niño-niño, niño –adulto. Por tanto, es importante entender que los
aprendizajes ya no son una tarea exclusiva del profesorado, sino de toda la
comunidad educativa ya que, como demuestra la experiencia, el profesorado solo
no puede lograr el éxito educativo de todo el alumnado, tanto por las razones
aludidas como por la imposibilidad de atender de una forma personalizada la
gran diversidad y heterogeneidad de las aulas.
Desde esta perspectiva, resulta totalmente anacrónico que
la formación dirigida a los agentes educativos siga teniendo como objetivo
exclusivo al profesorado. Es necesario cambiar dicha tendencia y abrir y extender
la formación a todos los integrantes de la comunidad y en especial, a las
familias que deben de ocupan un lugar destacado, en los procesos de aprendizaje
de sus hijos e hijas. La formación de las familias es sin lugar
a dudas, clave en la aceleración de los aprendizajes de los hijos e hijas y en
consecuencia, en la superación de desigualdades educativas y de oportunidades. Además, la formación de las familias es
también, la mejor forma de superar cierto determinismo que se ha incrustado en
el mundo educativo por la influencia
de las teorías de la reproducción social al
correlacionar el nivel educativo de las familias y el rendimiento educativo. De
todas formas, hay que tener presente que las teorías de la reproducción social solo tienen como objetivo explicar el
funcionamiento de la escuela, destacando su papel reproductor, sin plantearse
ir más allá con intervenciones que puedan modificar y/o transformar el contexto
familiar y social y en consecuencia, las bajas expectativas de familias y
alumnado sobre el éxito escolar.
Quizás, lo más preocupante de dichas teorías en estos
momentos sea el haber legitimado en cierta
medida, tanto en claustros como en AMPAs y familias una
falsa creencia de que determinado alumnado, por el hecho de proceder de
familias inmigrantes, familias desestructuradas y de exclusión social, alejadas
de la cultura académica tienen muy difícil que sus hijos e hijas consigan el
éxito académico y que, en un alto porcentaje esten predestinados a
engrosar las filas del abandono y fracaso escolar.
Existen datos significativos de muchos centros educativos,
situados en determinados barrios, que demuestran que año tras año el porcentaje
de abandono y fracaso escolar se repite como una constante. Año tras año, los porcentajes de rendimiento
académico no mejoran significativamente, a pesar de que el profesorado trabaje
en la aplicación de programas de apoyo y refuerzo. Lo que es sumamente peligroso
ya que, se puede crear, en una parte de la comunidad educativa, la sensación e
incluso el convencimiento de que la correlación herencia cultural rendimiento
educativo es algo irremediable y contra la que no se puede hacer nada. Esta creencia de que hay un porcentaje de
alumnado, que se haga lo que se haga, está abocado al fracaso genera una sensación de
impotencia y de pasividad, a la hora de buscar soluciones adecuada y efectiva a
los problemas educativos.
La clave la formación y participación de las
familias en los procesos educativos.
Como
hemos visto anteriormente, la formación de las familias no ha sido valorada
adecuadamente por considerar que los aprendizajes eran tarea exclusiva del
profesorado. Sin embargo, la investigación y experiencias de éxito consolidadas
demuestran que la formación de las familias, en especial de las menos
académicas es clave en la mejora del rendimiento escolar, al influir significativamente
sobre los aprendizajes de los hijos e hijas, al incidir en la
transformación tanto, de las expectativas como los referentes culturales
familiares.
La necesidad imperiosa de abordar la formación de
las familias
Si
la formación de las familias ha estado relegada a un segundo plano, ya no
existe excusa para sacarla del abandono y precariedad a la que ha estado
sometida, sencillamente, por ignorar lo que supone dicha formación, para el
logro de la mejora del rendimiento académico y la creación de expectativas de
éxito. Por tanto, si la
formación de las familias es un elemento clave en el aprendizaje del alumnado esta es inaplazable. Formación que
permitirá por una parte,
trabajar conjuntamente profesorado y familias en la misma dirección y por otra,
que las familias puedan fomentar las interacciones comunicativas y dialógicas con
el alumnado como medio eficaz del aprendizaje.
Las escuelas de formación un modelo a
revisar
No
es necesario profundizar mucho para convencerse que el modelo de “escuela de Padres” tal y como actualmente se desarrolla
es un modelo desfasado que no responde a las necesidades, realmente,
formativas de la mayoría de las familias y al de su implicación en el centro.
Lo que por otra parte es lógico, ya que entre los objetivos de las AMPAs se contempla la formación de madres y padres restringida a socios y socias y a unas determinadas temáticas que, en muchas
ocasiones solamente interesa a un número reducido de madres y padres. Además,
en la mayoría de AMPAS, no figura como objetivo prioritario trabajar por el
éxito educativo de todo el alumnado, exigiendo aplicar en el centro actuaciones
de éxito avaladas científicamente por la comunidad educativa
internacional.
Las escuelas de padres
y madres, la mayoría de las veces, han
tenido, una vida lánguida, a pesar de ser gestionadas
desde las propias organizaciones de madres y padres. Debido entre otras causas a,
una falta de conocimiento y/o visión de lo que supone la formación de las
familias para su contribución al aprendizaje y mejora del rendimiento
académico.
Esta situación de precariedad, de
las escuelas de madres y padres, junto a que la formación de las familias ha
ocupado un lugar irrelevante, en todos los ámbitos educativos ha propiciado que
muchas familias se sientan excluidas del centro educativo y que hayan acuñado
una idea de que las AMPAs no son el
referente para resolver los problemas educativos de sus hijos e hijas, sino
para organizar fiestas
y salidas y gestionar
actividades extraescolares que, a veces, no son precisamente las que necesitan
sus hijos e hijas para desarrollar los aprendizajes básicos e instrumentales
necesarios . Lo que paulatinamente ha llevado a retirarse y perder todo
interés asociativo.
¿Responde la
formación que se ha ofrecido desde las AMPAS, federaciones y desde las
mismas confederaciones a las verdaderas
necesidades formativas de las familias?. La mayoría de las veces no. Ya que ha existido una desconexión
entre la formación ofrecida y las necesidades reales de las familias. Es
importante tener presente que los programas formativos se
diseñan,normalmente, desde la propia organización sin tener en cuenta, los intereses y
necesidades de las personas participantes. Además, la formación ha sido, en un altísimo porcentaje, ofrecida y gestionada por las
organizaciones de padres y madres, independiente del centro educativo. Estos dos elementos: la formación a partir de las necesidades reales de las familias y
el centro educativo como escenario de la
formación son clave para, darle sentido y significado a la formación. Situación que ha repercutido en un alejamiento sucesivo
de de muchos padres y madres que no han
encontrado en la formación una conexión entre formación, participación e incidencia en la
mejora de los procesos educativos de sus hijos e hijas y en consecuencia de la mejora del rendimiento educativo del centro.
Revisión del modelo formativo
En la medida que se llegue a comprender,
por parte de claustros y AMPAS que la formación de las familias es clave para
el éxito educativo del alumnado se planteará, la necesidad de revisar y/o
cambiar el modelo formativo hasta ahora imperante. El nuevo modelo que debe tener
en cuenta los siguientes requisitos:
1.
Permitir que los y las participantes sean protagonistas de su propio aprendizaje
2. Que los contenidos de la formación sean
los que realmente necesitan las familias para su propia formación personal y la
que les proporcione elementos para poder ayudar a sus hijos e hijas en los
procesos de aprendizaje. Por tanto, la
formación de familias tiene en si una doble finalidad, la de satisfacer su propias necesidades
formativas como personas adultas que son y la de adquirir los conocimientos necesarios para participar, en el centro educativo y en los procesos educativos de
sus hijos e hijas y alumnado en general.
3. El escenario de la formación debe de
ser, en lo posible, el centro educativo
en la medida que los espacios y recursos son los más idóneos para su
desarrollo.
4.
los horarios deberán ser lo
suficientemente flexibles, a lo largo del día, para que puedan participar
todas las familias que así lo decidan en la formación que necesitan.
Un dato muy
importante, a tener en cuenta, es que la
formación de aquellas familias que se encuentran
alejadas de la escuela, en la medida que la formación
eleva su nivel educativo, puede constituir un primer paso, para acercarse y conocer la escuela y
posteriormente participar en otras actividades, así como a ayudar a sus hijos
en su itinerario educativo.
Características que debe tener el modelo de escuela de familias:
1. Objetivos de la
escuela de familias.
Los objetivos finales de la formación de las familias se
concretan en: satisfacer
su propias necesidades formativas como personas adultas y la
de adquirir los conocimientos necesarios
para participar, en el centro
educativo y mejorar la implicación de todos en la
educación de los hijos e hijas.
2. Creación de espacios en los centros educativos
Este modelo de formación tiene que
desarrollarse en y desde el centro, así lo sugieren las investigaciones sobre
formación de familiares, creando
espacios donde la familias puedan desarrollar su formación.
3. Contenidos de la formación
En este modelo de formación caben
todos aquellos contenidos que los distintos grupos de familias necesitan. Hay
que tener presente que la diversidad de familias es muy amplio y en
consecuencia sus necesidades son igualmente muy diversas. En la formación de
las familias cabe desde un programa de alfabetización hasta uno de informática.
Se trata de satisfacer
por una parte, las propias necesidades formativas de las personas adultas y
por otro, la de adquirir los conocimientos necesarios para participar ayudar a sus hijos en los estudios. ¿Cómo se puede ayudar a
los hijos si no se tienen los suficientes conocimientos para ello? ¿Cómo podemos pretender que determinadas
familias ayuden a sus hijos e hijas en la realización de deberes y demás tareas
escolares? ¿Cómo queremos que las familias se impliquen en determinadas
actividades del centro, en su gestión y toma de
decisiones sin la formación y el conocimiento necesario?
4. Horarios para la formación
Es evidente que cada grupo de
familias necesita de horarios adecuados. Depende de sus ocupaciones, trabajo,
etc. Lo cual abre la posibilidad que, incluso, en horario docente se pueda
desarrollar alguna actividad formativa. Desde esta nueva perspectiva de
formación es muy importante tener en cuenta que todos deben sentirse
protagonistas de su aprendizaje. De ahí,
la importancia de adecuar desde lo horarios hasta las actividades de de las
personas participantes.
5. Voluntariado. Imprescindible. Es evidente que hay que
iniciar la constitución del grupo de voluntariado que pueda colaborar, entre
otras actividades, en la formación de los distintos grupos de las familias.
Aunque en un principio pueda parecer algo difícil, las experiencias existentes
demuestran que hay más personas de las que pueda parecer en un principio dispuesta
a participar realmente en este tipo
de proyectos.
6. Comisión de escuela de familias
Lo ideal es formar una comisión
integrada por representantes del AMPA, de las familias y del profesorado. Esta
comisión tendrá las funciones de recabar las necesidades formativas, los
espacios y horarios, el voluntariado que se hará cargo de las distintas
actuaciones formativas y su coordinación.
Es
evidente que cualquier familia que descubra que la escuela no es solamente un
lugar al que asisten sus hijos durante unas pocas horas, sino que esta al
servicio de “todos” empezará a creer en
la participación y en que la Escuela Pública es la escuela de todos y para
todos.
7. Requisitos para el cambio de modelo
El cambiar el modelo de escuela de padres y madres necesita su tiempo,
así como las personas dispuestas a emprender dicha transformación. Cambio
que no tendría ningún problema si profesorado y AMPA conjuntamente y de mutuo
acuerdo se decidieran por este modelo de formación de las familias. No se puede
olvidar, la experiencia, así lo ha demostrado, que si el equipo directivo y la
mayoría del claustro no están de acuerdo en impulsar la formación de las
familias será muy difícil iniciar este cambio de modelo.
Ahora bien, mientras no llegue
el momento en el que equipo directivo y la mayoría del claustro se sumen al
proyecto formativo, el AMPA, en el caso que decida cambiar el modelo formativo,
no puede sumirse en la resignación y pasividad. En este caso debe buscar, al
menos, la colaboración del equipo directivo para poner en funcionamiento la
escuela de familias u otras actividades. Lo que supondrá llegar a acuerdos
sobre espacios y horarios, responsabilidades, etc. Es decir, todo lo necesario para
iniciar otras actividades participativas con alumnado, familias y voluntariado.
Medidas a impulsar
Las organizaciones de
padres y madre
Revisar el modelo de formación “escuelas
de padres” a fin de integrar la formación de las familias en el contexto de
la escuela y con una formación que responda, en cada contexto educativo, a las
necesidades y tiempos de las familias.
Motivar, ilusionar y
trabajar para que
los equipos directivos de los centros y a los claustros entiendan la importancia
de la formación de las familias en y desde el propio centro.
Difundir,
como representantes de las familias, experiencias de éxito contrastadas
científicamente, a fin de sensibilizar a la comunidad educativa
Ginés Martínez Cerón
Pertenece a la A. E. Pública Siglo
XXI
4 de
junio de 2013
Esto no es un disparate, las familias deben estar implicadas en la educación. Pero la Escuela de Padres raramente funciona, pues no hay cultura de eso. Funcionan las reuniones tipo taller para aprender todos sobre TIC, sobre niños, etc. (5 al año). Se trata de hacer algo dinámico, no muy obligado, que les aporte en su labor educativa. El voluntariado es bien acogido por la gente con tiempo libre, que les gusta implicarse en esto.
ResponderEliminarLo bueno es aprovechar todos los recursos humanos que nos lleguen. Dinamizar e implicar.