Así
pues, el nuevo borrador es simplemente un documento de “laboratorio” cocinado a
espaldas de la comunidad educativa de la educación pública con un doble objetivo, el de atender las reivindicaciones de los obispos
y patronal de la privada concertada así, como intentar hacer más creíble la reforma tan criticada por todos los
sectores educativos. Por tanto, se trata por una parte, de cumplir la
sacrosanta voluntad de la Conferencia Episcopal suprimiendo la asignatura Educación para la Ciudadanía.
Y obligando al alumnado que no opte por cursar la asignatura de religión a
cursar otra asignatura alternativa a la religión que en primaria será Valores
Culturales y Sociales y en secundaria Valores Éticos. Es bochornoso ver como un
ministro de educación que dice crecerse como un toro bravo ante los problemas[1]
nos devuelve a tiempos pasados dejando en manos de la iglesia el privilegio de impartir la
formación moral desde una determinada óptica ideológica.
En el
nuevo borrador, la exposición de motivos, prácticamente inexistente en el
anterior, los redactores intentan disimular y camuflar, aquellos aspectos tan
duros y descarnados del anterior borrador, que herían la sensibilidad de la
comunidad educativa. Pero sin duda, por mucho que lo intenten, difícilmente los
van a seguir engañando. Es una evidencia que existe una serie de
contradicciones entre “el nuevo discurso” que han utilizado en la exposición de
motivos y el articulado e incluso entre párrafos de la misma exposición de
motivos que analizaremos posteriormente.
En la
exposición de motivos sigue existiendo una obsesión por el talento, las
diferentes trayectorias, la educación como motor, la deslegitimación del
sistema actual considerándolo incapaz de mejorar la calidad educativa, la
competitividad entre centros y su correspondiente ranking, las reválidas y
pruebas externas, autonomía de centros para lograr una calidad competitiva,
direcciones escolares como gestores y lacayos de la administración, competencias
fundamentales en función del rendimiento académico, etc. Sin embargo, lo que se
podía esperar de un nuevo borrador es que hubiera dado marcha atrás, en aquellos
aspectos más escandalosos que abocan a la escuela pública a la peor situación
de su historia. Pero no solamente, no enmiendan los elementos segregadores, clasistas y elitistas sino,
que ahondan y potencian mucho más la
enseñanza concertada haciendo nuevas
concesiones al ampliar de cuatro a seis años la duración
mínima de los conciertos educativos en primaria. Incorporando “la demanda social” como criterio de
escolarización. Lo que elimina las restricciones que hasta ahora pudieran
existir para que, determinados centros no pudieran escolarizar nuevo alumnado,
por existir suficientes plazas de escolarización
en la zona. Ahora, sin
embargo, con” la demanda social” lo
que se consigue es según la viceconsejera de
Educación en funciones de País Vasco, María Antonia Ozcáriz, dar argumentos legales
a aquellos centros a los que, teniendo alumnado suficiente, pidan el concierto,
pero el Gobierno autónomo se lo niegue aduciendo, por ejemplo, que ya hay
suficientes plazas públicas en una localidad o en el barrio[2].
Ahora, será suficiente el que
haya una demanda social de plazas privadas para conseguir la subvención o el
concierto. Otro detalle, que prácticamente
pasa desapercibido es la eliminación del término
pública al final del párrafo del
apartado 2 del artículo 109 “programación de la red de centros,” donde, la ley actual establece que las
Administraciones educativas garantizarán la existencia de plazas públicas suficientes,
el nuevo texto dice “ de plazas suficientes.” Eliminando el término pública. Además, por si esto fuera poco también han
conseguido eliminar de los componentes del Consejo Escolar
al representante del Ayuntamiento.
Otro tanto conseguido, en este
caso por los obispos, ha sido introducir la alternativa a la religión como una
asignatura obligatoria y evaluable recuperando
así el valor académico de esta asignatura tanto en Educación Primaria, como en Secundaria Obligatoria. El nuevo borrador habla
de la asignatura de Valores Culturales y Sociales, para Educación Primaria y de
Valores Éticos, para Secundaria. Lo que conlleva la eliminación incluso de la
asignatura que inicialmente propuso el
ministro de Educación, José Ignacio Wert, de Educación Cívica y Constitucional en sustitución de Educación
para la Ciudadanía. Es una evidencia que la Conferencia Episcopal trata, con
esta medida, de parar a toda costa, la sangría que en la última década ha
sufrido el descenso del alumnado que se matricula en religión. Los datos del
Ministerio de Educación así lo avalan[3] Pero sean
las razones que sean hoy resulta incongruente, absurdo y de un rancio insostenible
esta vuelta al pasado al aumentar el giro ideológico y segregación que alimenta
toda la reforma educativa.
¿Alguien puede entender que en el año 2012 se recupere la
penalización a aquel alumnado que no quiera cursar la asignatura de religión? Este
y no otro es el objetivo de la asignatura “impuesta” como castigo por no elegir
religión. Con ello se trata de evitar que siga aumentando la desbandada del
alumnado de la asignatura de religión. Cualquier alumno ó alumna que tenga la
tentación de pasarse a religión si cursar la alternativa le va a suponer
aprobar una asignatura más difícil que la religión. ¿Quién puede entender que
un ministro como el Sr. Wert se convierta de toro salvaje en una veleidad en
manos de los obispos? ¿Qué mejora supone para el sistema educativo esta decisión
arbitraria tomada como tantas otras a espaldas de la comunidad educativa? ¿Va a
solucionar la religión y su alternativa las “altas tasas de abandono y fracaso
escolar del sistema educativo? ¿No eran estos los objetivos de la LOMCE?
Quizás el párrafo nueve del apartado
V del nuevo borrador quiere justificar los privilegios concedidos a la patronal
de la concertada y a los obispos “Los cambios propuestos en nuestro sistema educativo por la LOMCE están basados en evidencias. La reforma
pretende hacer frente a los principales
problemas detectados en el sistema educativo español sobre los fundamentos proporcionados por los
resultados objetivos reflejados en las evaluaciones periódicas de los
organismos europeos e internacionales.” Así pues, si los cambios propuestos se
basan en evidencias y se fundamentan tan sólidamente en los resultados de los
organismos internacionales habrá que admitir, como acto de fe, que relegar a la
educación pública todo lo posible, para favorecer a la concertada y que
castigar al alumnado que no elija religión es el mejor itinerario para resolver
los problemas del sistema educativo.
A estas alturas y con el borrador actual en la
mano se puede decir, sin temor a equivocarse, que la reforma no tiene bajo
ningún concepto el objetivo de mejorar la educación del sistema educativo, ni
la equidad, ni la justicia ni mucho menos la de potenciar la educación pública.
El nuevo borrador no introduce medidas en la dirección de que todo el alumnado: inmigrantes, minorías, étnicas, grupos
sociales desfavorecidos, puedan logra una educación de la misma calidad para todo el
alumnado.
En
definitiva es escandaloso que una reforma que no quiere saber nada con la
comunidad escolar, se ponga a las órdenes de los obispos y las patronales de la
enseñanza concertada para introducir en la futura Ley más elementos ideológicos
y de negocio
10 de diciembre de 2012
Ginés Martínez Cerón
Por la Asociación Educación Pública Siglo XXI
Alguien me podría explicar como los defensores de la enseñanza pública, contrarios a cualquier tipo de enseñanza que no sea de este tipo luego van a parir y a curarse a hospitales privados o concertado, ¿No os parece una incongruencia defender sólo lo público para la enseñanza y luego estar todos con Muface en sanidad concertada?
ResponderEliminarCoherencia camaradas
Amigo Tomás:
ResponderEliminarLos funcionarios estamos en MUFACE por imposición. Nadie nos preguntó si queríamos o no, y muchos eramos contrarios a ello. Una vez en MUFACE, tenemos la opción de elegir entre SS u otras entidades privadas. Particularmente siempre he optado por la SS. No solo por coherencia sino porque, al igual que sucede con la escuela pública, ofrece más calidad que las entidades privadas.
Un saludo.
José Mª Rosell