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13 marzo, 2016

LA LECTURA DIALÓGICA UN ENTRAMADO DE VÍNCULOS Y RELACIONES QUE CONDUCEN AL GOZO POR COMPRENSIÓN


Educar quizá consista sólo en enseñar a 
 gozar, a gozar el estímulo, a gozar la 
 conversación y, sobre todo, a gozar 
 la comprensión.
                                    (Wagensberg)

La lectura dialógica, a diferencia de la lectura tradicional, posibilita, superar la desventaja de desigualdad, en que se encuentra un porcentaje alto del alumnado, al potenciar  y acelerar el aprendizaje lector y en consecuencia el éxito escolar de todo el alumnado.  


Con la lectura dialógica, se supera y sustituye, la interacción subjetiva persona – texto, propia de la lectura tradicional, por una interacción colectiva, ya que, como afirma, SOLER MARTA ( 2003), leer implica compartir espacios, construir pensamientos y aumentar los aprendizajes y motivaciones educativas, y esto no es un  proceso individual sino colectivo. De ahí, que la tertulias dialógica, abra un abanico de posibilidades insospechada al alumnado participante. 

Ahora bien, la lectura compartida y la tertulia dialógica que se deriva de ella, no se puede considerar un método cerrado, ni una actividad lúdica que responda a lo que tradicionalmente se ha llamado”animación a la lectura”, ni tampoco responde a una  receta pedagógica que hay que aplicar con unos paso inamovibles. Sencillamente, es una nueva forma de leer en compañía que vincula las interpretaciones personales para construir una interpretación más profunda y ampía del texto.

La lectura dialógica y la tertulia que deriva de ella se realiza en un espacio, el corro, siempre abierto a nuevas incorporaciones, que los y las participantes van construyendo a medida que se va creando una red de relaciones entre los lectores y lectoras. Es evidente, que cuando un grupo de personas inician una tertulia no son conscientes  de que el corro que se forma, no es tanto un espacio físico, como un espacio que se va construyendo, en la medida que se va creando una red de interrelaciones entre las personas participantes.  El corro es el espacio del encuentro, en el que las y los participantes, conversan, se escuchan, comparten experiencias, opinan, argumentan, aprenden...  y construyen significados para avanzar hacia la comprensión colectiva.  Un espacio con un tiempo sin tiempo, para un diálogo sin límites y  trasformarnos y transformar.

El espacio de la tertulias se construye sin fronteras, siempre abierto a la participación de cualquier persona del centro o de fuera del centro: familia, amigos, profesorado,… que se vinculan a través de la red de las interacciones que seamos capaces de crear. La esencia de la tertulia reside, en la calidad de interacciones que seamos capaces de crear entre las personas participantes.

Es evidente, que cuando se inicia una tertulia, cada niño y niña, actúa desde su subjetividad al primar sus puntos de vista sobre el de sus compañeros y compañeras.  Necesita tiempo, para tomar conciencia de que  las aportaciones  de los demás lectores y lectoras, ni son mejores ni peores que las suyas, simplemente son complementarias y que la conjunción de todas sirven para entender el texto desde distintas miradas.  Se necesita tiempo para entender y tomar conciencia, de lo que supone construir colectivamente los significados, al pasar de la subjetividad a la intersubjetividad y, dar el salto para superar la interpretación individual y enriquecerla con  la construcción colectiva.

Un aspecto fundamental, de la tertulia dialógica es la de posibilitar, a través del diálogo polifónico, que los lectores y lectoras conozcan los distintas putos de vista e interpretaciones, de los y las participantes y, poder así, enriquecer la suya. Además, si se tiene en cuenta que este diálogo esta abierto a otras personas: familia, profesorado, amigos, … que también se han implicado en su participación lectora, la riqueza, la diversidad de miradas y perspectivas que aportan a la interpretación del texto, configurarán un mosaico policromado que permitirá avanzar y profundizar en la comprensión. De ahí, la importancia de abrir caminos hacia la cultura de la conexión para, como dice Philip Slater, superar la cultura de la división que habitualmente mantiene los límites entre personas: profesorado, familias y contextos intra y extra centro. Al fomentar la cultura de la conexión, se aumentan los nudos de la red de interacciones, posibilitando así, que la diversidad de aportaciones, fruto de las distintas conexiones individuales con el texto y con las personas que  participan en el proceso lector posibilitando avanzar en la construcción colectiva de los significados.

Está en nuestra mano propiciar que, conforme avanza el diálogo, se vaya enlazando y conectando, el decir de niños y niñas, opiniones y razonamientos, para que se vaya creando una red cada vez mas profunda en la creación del pensamiento de los y las participantes. Pensamiento que se va configurando, en la medida que la conversación avanza se desarrollan nuevos puntos de vista y se modifican ideas, estableciéndose nuevas relaciones, entre los saberes, experiencias y conocimientos personales, con los que aportan las diferentes personas que conversan. La riqueza y el valor de este diálogo, no solamente reside en que hace mas profunda la comprensión del texto, sino que posibilita transformar a las personas, en más comprensivas, solidarias, comunicativas, ilusionadas por el saber y sobre todo conscientes que la comprensión es el resultado de una construcción colectiva capaz de que las personas, como dice, Theodore Zeldin 2015, «se transforman, se remodelan, extraen de ella implicaciones diferentes y emprenden nuevas sendas del pensamiento.

Si partimos de la idea que dialogar es una sucesión de  preguntas y respuestas encadenadas en avance helicoidal, podemos vislumbrar la importancia que tienen las preguntas para avanzar en el camino de la comprensión. Por eso, para que el intercambio de preguntas y respuestas progrese, es necesario que a lo largo del itinerario que los niños y niñas recorren en las tertulias, tomen conciencia de la importancia de las preguntas. Es evidente, que al inicio de las tertulias las preguntas que se hacen sean de tipo general, pues se trata de que niños y niñas se vayan habituando a fijar su atención, en un determinado párrafo del texto y en los motivos de su elección. ¿Qué fragmento del texto has elegido? ¿Por qué? ¿Alguien quiere añadir algo más?....

Así pues, en la medida que se avanza en las tertulias, es necesario la incorporación de nuevas preguntas que les permita relacionar determinados aspectos del relato con su propia experiencia personal, familiar o con los acontecimientos que ocurren en el contexto social. Se trata en definitiva, de orientar las preguntas hacia una determinada finalidad, de acuerdo con el punto evolutivo en el que se encuentren los lectores y lectoras.  Desde esta perspectiva, el intercambio de preguntas y respuestas que genera la tertulia supone, como afirma (Chacón, 2006) una oportunidad para confrontar, corroborar y negociar ideas, para reconocer puntos de vista diferentes, examinar coincidencias y diferencias, así como oportunidad para construir significados relevantes y llegar a acuerdos; para hacer posible que el intercambio de ideas lleve al desarrollo del pensamiento argumentativo, crítico, creativo y a la formulación de sus propias preguntas.

 Porque, siendo importante, la calidad de las preguntas de la persona adulta no lo es menos, entender que los niños y niñas también deben aprender  a interrogarse y a interrogar. No se puede olvidar que la pregunta, “es inherente al ser humano a lo largo de su vida  y a través de ella accedemos al diálogo y a la conversación con el mundo y con nosotros mismos para comprenderlo y comprendernos” MANGUEL (2015). Este diálogo posibilita un terreno abonado para cultivar la predisposición de enseñarles a seguir haciendo preguntas que canalicen su curiosidad, su capacidad de asombro en definitiva, todo aquello que les interesa y les preocupa. Por eso, es imprescindible enseñarles a preguntar. Sin lugar a dudas, la tertulia dialógica es una ocasión privilegiada para recuperar y devolverle a los niños y niñas, la ilusión de hacer y hacerse preguntas y conectar la lectura con sus vidas.

Desde esta perspectiva, para enseñar a hacer preguntas, la persona adulta debe simplemente servir de modelo y los niños y niñas de aprendices por imitación y observación. Además, de aprovechar las distintas situaciones que se presentan en las tertulias, para hacer reflexionar sobre determinados aspectos del texto, el contrate de opiniones, la creación de dudas sobre opiniones formuladas,… Se trata en definitiva, de abrir caminos, para que los niños y las niñas se cuestionen y cuestionen y crezcan  siendo constructores de su propia historia.

Por otra parte, es indiscutible que el alumno y alumna necesita encontrar sentido a la lectura. Necesita saber el qué y el para qué leen.  Porque, nadie que no le encuentre sentido a cualquier tarea o actividad se embarcará en ella con ilusión. De ahí, la importancia que los lectores y lectoras descubran el sentido de la lectura.  En la tertulia dialógica, el niño y niña al sentirse valorado, aceptado, considerado, escuchado y atendido, encuentra suficientes estímulos para  implicarse en la lectura con interés. A través de la tertulia, pronto aprenden que la lectura dialógica, a diferencia de la lectura tradicional,  no es una tarea escolar que  conlleva hacer una ficha, un resumen, responder a unas preguntas del libro, sino que la lectura dialógica es una forma totalmente diferente de leer donde se siente protagonista, y puede opinar libremente, expresar sus dudas, argumentar, buscar relaciones de lo que lee con su experiencia, contrastar la información, … encontrándole una finalidad: además  sabe que no se encuentra solo que ahí, junto a él, hay otras personas con las que interactúa para construir conjuntamente la comprensión.

Es manifiesto, que en la tertulia dialógica, nos encontramos con una gran variedad de niños y niñas que dependiendo de su origen pueden tener determinadas carencias en el aprendizaje, apoyo familiar y de afectividad. Carencias que  influyen, de una manera determinante,  en su autoconcepto y que se suelen manifestar en una baja autoestima. Lo que le lleva a considerarse, no  pocas veces, incapaz de participar en la tertulia al mismo nivel que sus compañeros y compañeras. Son retraídos, les cuesta participar y hablar en público. De ahí, la importancia de crear vínculos educativos entre la persona adulta y estos niños y niñas, especialmente.  Se trata de generar en ellos y ellas seguridad, confianza y aprecio al establecer  lazos de comunicación efectivos a través de la interacción que se produce en el desarrollo de las tertulias. Es muy importante que sean conscientes  de que son aceptados, considerados, escuchados y que sintonizamos con sus preocupaciones.  A través del vínculo educativo lograremos que descubran el interés de la persona adulta por lo que hacen y como lo hacen, convirtiéndonos en un referente y modelo a imitar.

Otro aspecto, relacionado con el anterior, es  el de crear altas expectativas, como ingredientes esencial en el éxito lector.  Es notorio, que cuando se inicia una tertulia  el nivel lector de niños y niñas puede ser muy diverso, en función de la familia y escolaridad que haya tenido.  Es indiscutible, que  a través de la tertulia dialógica, a diferencia de la lectura tradicional, los niños y las niñas se motivan más, avivan el interés y se interesan más por aprender al experimentar, entre otras cosas, que la comprensión colectiva les ayuda a comprender más y mejor la lectura.  Sin embargo, es posible que haya niños y niñas que debido a su nivel educativo, entorno social y familiar carezcan de las expectativas necesarias para avanzar a la par que otros compañeros y compañeras.  En cuyo caso, es necesario mostrarles de una forma explícita, con elogios y actitudes que se cree en su capacidad para lograr el éxito lector.  En la medida que vayan constatando que la persona adulta que coordina las tertulias  así lo cree y espera que su avance será imparable. En definitiva,  en la medida que se  creen  altas expectativas, en los niños y niñas, se habrá incorporado a la lectura dialógica un ingrediente fundamental para lograr el  éxito lector de todos los niños y niñas.

Finalmente el  gozo intelectual. A lo largo de muchos años de docencia no logre despejar una incógnita sobre algo que aprendí en cursos y seminarios de animación lectora. Me refiero al eslogan: El placer de  leer.

En el aula, se realizaron una lista enorme de actividades lúdicas que, lograban efectivamente animar a los chicos y chicas a la lectura. Francamente lo pasábamos bien. Incluso hubo niños y niñas que leían cantidad de libros a lo largo del curso. Pero ¿Cuántos se engancharon realmente a la lectura? ¿Cuántos siguen leyendo después de la escuela? ¿Cuántos descubrieron el placer lector?.

Puedo asegurar que mis alumnos y alumnas no descubrieron el placer de leer. Si así hubiera sido, se habrían enganchado, en mayor  o menor proporción a la lectura, después de la etapa lúdico- recreativa que durante tiempo se vivió en el aula. Lo que vino a demostrar que si cualquier placer engancha, aquellos niños y niñas no se engancharon porque, sencillamente, no lo encontraron. Al no encontrar conexión alguna entre dichas actividades y la comprensión. Cuando una persona no refleja de alguna manera el gozo intelectual, se puede afirmar con rotundidad que no ha comprendido y seguirá leyendo por imperativo.

Debo confesar que aquella visión del “placer lector” que, había tenido a lo largo de mi itinerario docente, cambió al descubrir que placer lector es sinónimo de gozo intelectual y el gozo intelectual esta ligado a la comprensión o, dicho de otra forma, sin comprensión no hay gozo intelectual y eso se nota. La comprensión es algo que no se puede  esconder, se manifiesta en la satisfacción del rostro, en la alegría exultante en la exclamación,"¡eureka!" de Arquímedes, que sale de lo más profundo del alma. Como dice,  Wagensberg 2007, “El gozo intelectual es la garantía de que se ha comprendido y, sobre todo, de que se desea seguir comprendiendo. Cuando se comprende o cuando se intuye hay gozo intelectual, cuando se cree haber comprendido o cuando se simula haber comprendido hay sólo alivio”.  De ahí, la importancia que los lectores y lectoras descubran que con la lectura pueden llegar a disfrutar, a gozar “intelectualmente”, sencillamente porque han comprendido.

Esta es la gran diferencia, de la lectura dialógica y de la tertulia que se deriva de ella, de la lectura tradicional, el gozo que lleva implícito la comprensión. 

Y aún, te sigues preguntando por qué existe el fracaso lector.

Marzo 2016
Ginés Martínez

Pertenece a A. E. Pública Siglo XXI