Educar quizá consista sólo en enseñar a
gozar, a
gozar el estímulo, a gozar la
conversación y, sobre todo, a gozar
la comprensión.
(Wagensberg)
La lectura
dialógica, a diferencia de la lectura tradicional, posibilita, superar la
desventaja de desigualdad, en que se encuentra un porcentaje alto del alumnado,
al potenciar y acelerar el aprendizaje lector y en consecuencia el
éxito escolar de todo el alumnado.
Con la lectura dialógica, se supera y sustituye, la interacción subjetiva persona – texto, propia de la lectura tradicional, por una interacción colectiva, ya que, como afirma, SOLER MARTA ( 2003), leer implica compartir espacios, construir pensamientos y aumentar los aprendizajes y motivaciones educativas, y esto no es un proceso individual sino colectivo. De ahí, que la tertulias dialógica, abra un abanico de posibilidades insospechada al alumnado participante.
Con la lectura dialógica, se supera y sustituye, la interacción subjetiva persona – texto, propia de la lectura tradicional, por una interacción colectiva, ya que, como afirma, SOLER MARTA ( 2003), leer implica compartir espacios, construir pensamientos y aumentar los aprendizajes y motivaciones educativas, y esto no es un proceso individual sino colectivo. De ahí, que la tertulias dialógica, abra un abanico de posibilidades insospechada al alumnado participante.
La lectura dialógica y la tertulia que deriva de ella se realiza en un
espacio, el corro, siempre abierto a nuevas incorporaciones, que los
y las participantes van construyendo a medida que se va creando una red de
relaciones entre los lectores y lectoras. Es evidente, que cuando un grupo de
personas inician una tertulia no son conscientes de que el corro que se
forma, no es tanto un espacio físico, como un espacio que se va construyendo,
en la medida que se va creando una red de interrelaciones entre las personas
participantes. El corro es el
espacio del encuentro, en el que las y los participantes, conversan, se escuchan, comparten
experiencias, opinan, argumentan, aprenden... y construyen significados para avanzar hacia la comprensión
colectiva. Un espacio con
un tiempo sin tiempo, para un diálogo sin límites y trasformarnos y transformar.
El espacio de la tertulias se construye sin
fronteras, siempre abierto a la participación de cualquier persona del centro o
de fuera del centro: familia, amigos, profesorado,… que se vinculan a través de la red de
las interacciones que seamos capaces de crear. La esencia de la tertulia reside, en la calidad
de interacciones que seamos capaces de crear entre las personas participantes.
Es evidente, que cuando se inicia una tertulia, cada
niño y niña, actúa desde su subjetividad al primar sus
puntos de vista sobre el de sus compañeros y compañeras. Necesita tiempo, para tomar conciencia
de que las aportaciones de
los demás lectores y lectoras, ni son mejores ni peores que las suyas, simplemente
son complementarias y que la conjunción de todas sirven para entender el texto
desde distintas miradas. Se necesita tiempo para
entender y tomar conciencia, de lo que supone construir colectivamente los
significados, al pasar de la
subjetividad a la intersubjetividad y, dar el salto para superar la
interpretación individual y enriquecerla con la construcción colectiva.
Un aspecto fundamental, de la tertulia dialógica es la
de posibilitar, a través del diálogo polifónico, que los lectores y lectoras
conozcan los distintas putos de vista e
interpretaciones, de los y las participantes y, poder así, enriquecer la suya. Además,
si se tiene en cuenta que este diálogo esta abierto a otras personas: familia, profesorado, amigos, … que también se han
implicado en su participación lectora, la riqueza, la diversidad de miradas y
perspectivas que aportan a la interpretación del texto, configurarán un mosaico
policromado que permitirá avanzar y profundizar en la comprensión. De ahí, la
importancia de abrir caminos hacia la cultura de la conexión para, como dice Philip Slater, superar la cultura de la división
que habitualmente mantiene los límites entre personas: profesorado, familias y
contextos intra y extra centro. Al fomentar la cultura de la conexión, se
aumentan los nudos de la red de interacciones, posibilitando así, que la
diversidad de aportaciones, fruto de las distintas conexiones individuales con
el texto y con las personas que participan en el proceso lector posibilitando avanzar en la construcción
colectiva de los significados.
Está en nuestra
mano propiciar que, conforme avanza el diálogo, se vaya enlazando y
conectando, el decir de niños y niñas, opiniones y razonamientos, para que se
vaya creando una red cada vez mas profunda en la creación del pensamiento de
los y las participantes. Pensamiento que se va configurando, en la medida que
la conversación avanza se desarrollan nuevos puntos de vista y se
modifican ideas, estableciéndose nuevas relaciones, entre los saberes,
experiencias y conocimientos personales, con los que aportan las diferentes
personas que conversan. La riqueza y el valor de este
diálogo, no solamente reside en que hace mas profunda la comprensión del texto,
sino que posibilita
transformar a las personas, en más comprensivas, solidarias, comunicativas,
ilusionadas por el saber y sobre todo conscientes que la comprensión es el
resultado de una construcción colectiva capaz de que las personas, como dice,
Theodore Zeldin 2015, «se
transforman, se remodelan, extraen de ella implicaciones diferentes y emprenden
nuevas sendas del pensamiento.
Si partimos de la idea que dialogar es una sucesión de preguntas y respuestas encadenadas en
avance helicoidal, podemos vislumbrar la importancia que tienen las
preguntas para avanzar en el camino de la comprensión. Por eso, para que el intercambio de
preguntas y respuestas progrese, es necesario que a lo largo del itinerario que
los niños y niñas recorren en las tertulias, tomen conciencia de la importancia
de las preguntas. Es evidente, que al inicio de las tertulias las preguntas que
se hacen sean de tipo general, pues se trata de que niños y niñas se vayan
habituando a fijar su atención, en un determinado párrafo del texto y en los
motivos de su elección. ¿Qué fragmento del texto has elegido? ¿Por qué? ¿Alguien
quiere añadir algo más?....
Así pues, en la medida que se avanza en las
tertulias, es necesario la incorporación de nuevas preguntas que les permita
relacionar determinados aspectos del relato con su propia experiencia personal,
familiar o con los acontecimientos que ocurren en el contexto social. Se trata
en definitiva, de orientar las preguntas hacia una determinada finalidad, de
acuerdo con el punto evolutivo en el que se encuentren los lectores y
lectoras. Desde esta perspectiva, el intercambio de preguntas y respuestas que genera
la tertulia supone, como afirma (Chacón, 2006) una oportunidad para confrontar,
corroborar y negociar ideas, para reconocer puntos de vista diferentes,
examinar coincidencias y diferencias, así como oportunidad para construir
significados relevantes y llegar a acuerdos; para hacer posible que el
intercambio de ideas lleve al desarrollo del pensamiento argumentativo,
crítico, creativo y a la formulación de sus propias preguntas.
Porque, siendo
importante, la calidad de las preguntas de la persona adulta no lo es menos,
entender que los niños y niñas también deben aprender a interrogarse y a interrogar. No se puede olvidar que la
pregunta, “es inherente al ser humano a lo largo de su vida y a
través de ella accedemos al diálogo y a la conversación con el mundo y con
nosotros mismos para comprenderlo y comprendernos” MANGUEL (2015). Este diálogo
posibilita un terreno abonado para cultivar la predisposición de enseñarles a
seguir haciendo preguntas que canalicen su curiosidad, su capacidad de asombro
en definitiva, todo aquello que les interesa y les
preocupa. Por eso, es imprescindible enseñarles a preguntar. Sin lugar a dudas,
la tertulia dialógica es una ocasión privilegiada
para recuperar y devolverle a los niños y niñas, la ilusión de hacer y hacerse
preguntas y conectar la lectura con sus vidas.
Desde esta
perspectiva, para enseñar a hacer preguntas, la persona adulta debe simplemente
servir de modelo y los niños y niñas de aprendices por imitación y observación.
Además, de aprovechar las distintas situaciones que se presentan en las
tertulias, para hacer reflexionar sobre determinados aspectos del texto, el
contrate de opiniones, la creación de dudas sobre opiniones formuladas,… Se
trata en definitiva, de abrir caminos, para que los niños y las niñas se cuestionen y cuestionen y crezcan siendo constructores de su propia
historia.
Por otra parte, es indiscutible que el alumno y alumna necesita encontrar sentido a la
lectura. Necesita saber el qué y el para qué leen. Porque, nadie que
no le encuentre sentido a cualquier tarea o actividad se embarcará en ella con
ilusión. De ahí, la importancia que los lectores y lectoras descubran el
sentido de la lectura. En la
tertulia dialógica, el niño y niña al sentirse valorado, aceptado, considerado,
escuchado y atendido, encuentra suficientes estímulos para implicarse en la lectura con interés. A través de la tertulia,
pronto aprenden que la lectura dialógica, a diferencia de la lectura
tradicional, no es una tarea escolar que conlleva hacer una ficha, un resumen, responder a unas
preguntas del libro, sino que la lectura dialógica es una forma totalmente
diferente de leer donde se siente protagonista, y puede opinar libremente, expresar
sus dudas, argumentar, buscar relaciones de lo que lee con su experiencia,
contrastar la información, … encontrándole una finalidad: además sabe que no se encuentra solo que ahí, junto a él, hay otras
personas con las que interactúa para construir conjuntamente la comprensión.
Es manifiesto, que en la tertulia dialógica, nos encontramos con una
gran variedad de niños y niñas que dependiendo de su origen pueden tener
determinadas carencias en el aprendizaje, apoyo familiar y de afectividad. Carencias que influyen, de una manera
determinante, en su autoconcepto y
que se suelen manifestar en una baja autoestima. Lo que le lleva a
considerarse, no pocas veces,
incapaz de participar en la tertulia al mismo nivel que sus compañeros y
compañeras. Son retraídos, les cuesta participar y hablar en público. De ahí,
la importancia de crear vínculos educativos entre la persona adulta y estos niños
y niñas, especialmente. Se trata
de generar en ellos y ellas seguridad, confianza y aprecio al establecer lazos de comunicación efectivos a través
de la interacción que se produce en el desarrollo de las tertulias. Es muy
importante que sean conscientes de
que son aceptados, considerados, escuchados y que sintonizamos con sus
preocupaciones. A través del
vínculo educativo lograremos que descubran el interés de la persona adulta por
lo que hacen y como lo hacen, convirtiéndonos en un referente y modelo a
imitar.
Otro aspecto, relacionado con el anterior, es el de crear altas expectativas, como ingredientes esencial
en el éxito lector. Es notorio, que cuando se
inicia una tertulia el nivel
lector de niños y niñas puede ser muy diverso, en función de la familia y
escolaridad que haya tenido. Es
indiscutible, que a través de la
tertulia dialógica, a diferencia de la lectura tradicional, los niños y las
niñas se motivan más, avivan el interés y se interesan más por aprender al
experimentar, entre otras cosas, que la comprensión colectiva les ayuda a
comprender más y mejor la lectura.
Sin embargo, es posible que haya niños y niñas que debido a su nivel educativo,
entorno social y familiar carezcan de las expectativas necesarias para avanzar
a la par que otros compañeros y compañeras. En cuyo caso, es necesario mostrarles de una forma
explícita, con elogios y actitudes que se cree en su
capacidad para lograr el éxito lector. En la medida que vayan constatando que la
persona adulta que coordina las tertulias
así lo cree y espera que su avance será imparable. En definitiva, en la medida que se creen altas expectativas, en los niños y niñas, se habrá
incorporado a la lectura dialógica un ingrediente fundamental para lograr
el éxito lector de todos los niños
y niñas.
Finalmente el gozo intelectual. A lo largo de
muchos años de docencia no logre despejar una incógnita sobre algo que aprendí
en cursos y seminarios de animación lectora. Me refiero al eslogan: El placer
de leer.
En el aula, se
realizaron una lista enorme de actividades lúdicas que, lograban efectivamente
animar a los chicos y chicas a la lectura. Francamente lo pasábamos bien. Incluso
hubo niños y niñas que leían cantidad de libros a lo largo del curso. Pero
¿Cuántos se engancharon realmente a la lectura? ¿Cuántos siguen leyendo después
de la escuela? ¿Cuántos descubrieron el placer lector?.
Puedo asegurar que
mis alumnos y alumnas no descubrieron el placer de leer. Si así hubiera sido,
se habrían enganchado, en mayor o
menor proporción a la lectura, después de la etapa lúdico- recreativa que
durante tiempo se vivió en el aula. Lo que vino a demostrar que si cualquier
placer engancha, aquellos niños y niñas no se engancharon porque,
sencillamente, no lo encontraron. Al no encontrar conexión alguna entre dichas
actividades y la comprensión. Cuando una persona no refleja de alguna manera el
gozo intelectual, se puede afirmar con rotundidad que no ha comprendido y
seguirá leyendo por imperativo.
Debo confesar que aquella visión del
“placer lector” que, había tenido a lo largo de mi itinerario docente, cambió
al descubrir que placer lector es
sinónimo de gozo intelectual y el gozo intelectual esta ligado a la
comprensión o, dicho de otra forma, sin comprensión no hay gozo intelectual y
eso se nota. La comprensión es algo que no se puede esconder, se manifiesta en la
satisfacción del rostro, en la alegría exultante en la exclamación,"¡eureka!" de Arquímedes, que sale de lo más profundo del alma. Como dice, Wagensberg 2007, “El gozo intelectual es la garantía de que se
ha comprendido y, sobre todo, de que se desea seguir comprendiendo. Cuando se
comprende o cuando se intuye hay gozo intelectual, cuando se cree haber
comprendido o cuando se simula haber comprendido hay sólo alivio”. De ahí, la importancia que los
lectores y lectoras descubran que con la lectura pueden llegar a disfrutar, a
gozar “intelectualmente”, sencillamente porque han comprendido.
Esta es la gran diferencia, de la lectura dialógica y de la
tertulia que se deriva de ella, de la lectura tradicional, el gozo que lleva
implícito la comprensión.
Y aún, te sigues preguntando por qué
existe el fracaso lector.
Marzo
2016
Ginés Martínez
Pertenece a A. E. Pública Siglo
XXI