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13 diciembre, 2015

UN MODELO EDUCATIVO QUE DESCONECTA AL ALUMNADO

                                                                    Es un milagro que la curiosidad
                                                                    sobreviva a la educación reglada.
Albert Einstein

Una de las primeras frases que aprendemos de niños, dice MANGUEL (2015) es ¿por qué?. En parte porque queremos saber algo sobre este misterioso mundo…en parte porque queremos entender cómo funcionan las cosas en este mundo, y en parte porque sentimos la necesidad ancestral de relacionarnos con otros habitantes de este mundo,


apenas dejamos atrás nuestros primeros balbuceos y arrullos empezamos a preguntar ¿por qué? Y nunca dejamos de hacerlo. La pregunta es inherente al ser humano a lo largo de su vida  y a través de ella accedemos al diálogo y a la conversación con el mundo y con nosotros mismos para comprenderlo y comprendernos. Porque la conversación,L WAGENSBERS (2007) es el  proceso que nos lleva de la mano hasta el instante previo a la comprensión. En el esquema conceptual de la pregunta y respuestas, el gozo por conversación ocurre cada vez que se vislumbra la posibilidad de una nueva pregunta o una nueva respuesta.

 Los niños y las niñas, desde que empiezan a hablar, incorporan a su lenguaje la pregunta. Preguntas que bombardearán, constantemente, a las personas que conviven con ellos y ellas y, cuyo objetivo es conocer y aprender qué son y como son las cosas que les rodea. Preguntas que responden a la curiosidad innata con la que nace el ser humano. Curiosidad que se convierte en el motor que impulsa y mantiene el interés del niño y niña para aprender y desarrollar su pensamiento a través de sus incesantes preguntas. Sin embargo, ¿Cuántas veces las madres y los padres, quizás de una forma inconsciente, van frenando la curiosidad de sus hijos e hijas. ¿Quién no reconoce una situación similar a la siguiente?

María de cinco años, al salir a la terraza de casa encuentra un caracol en una de las plantas de las macetas que la adornan.
- Mamá, mamá, ¡ Mira, ¡un caracol !
- Vale
- ¡Mamá ¡ ¿por qué deja baba al andar?

La madre que esta terminando de recoger la ropa, sin contestarle, le dice, ¡venga!  Deja eso y vamos a la cocina que tienes que merendar.
Es evidente que una tras otra, actuaciones de este tipo irán mermando paulatinamente su curiosidad.

No obstante, también se encuentran situaciones  en las que las madres, al contrario que en el primer caso, estimulan en su hijo e hija la curiosidad, el deseo de experimentar y aprender.

James de cinco años  entra en la cocina justo cuando su madres está sacando unos pasteles del horno. Se oye un fuerte chasquido metálico.
James:¿Qué ha sido eso?
Madre: Será que la lata se ha encogido
James. ¿qué lata?
Madre: la que tienen los pastelillos
James: Y ¿ Por qué hace ese ruido?
Madre: Porque, cuando estaba en el horno, se ha calentado mucho y se ha hecho un poco más grande, ahora la acabo de sacar del horno y se enfría muy de prisa, ¿ves?, y el ruido se oye cuando vuelve a hacerse más pequeña y vuelves a tener la forma de antes.
James:! Oh ! ¿y en el horno tenía una forma distinta?
Madre: Muy distinta no. Solo un poco más grande
James: Lata mala más que mal, si lo vuelves a hacerlo te voy a dar.
                                             (Wells, en indagación dialógica)

La curiosidad, del niño y la niña, para seguir creciendo necesita  respuesta a sus preguntas. Por eso, no se cansan de preguntar y preguntar en cualquier lugar y momento.  Quieren saber como son las cosas que van descubriendo, como funcionan, cual es su origen, para que sirven, en definitiva, quieren conocer y  comprender el mundo que les ha tocado vivir. Las preguntas son el único camino que conduce al aprendizaje ya que como afirma WELLS (2001) “El aprendizaje se basa en el planteamiento de preguntas en colaboración con los demás para, encontrar respuestas e intentar comprenderlas”. Pero además, las preguntas son el vehículo de interacción con las personas que les rodean para, establecer relaciones, construir su propia opinión y desvelar los enigmas que van encontrado en su caminar.  Por eso, es difícil entender como las personas adultas, en general, como se ha visto en el ejemplo, ¡Mamá ¿por qué deja baba el caracol al andar?,  rehuyen las preguntas, en vez de alimentarlas y fomentarlas para propiciar  el aprendizaje.

Resulta difícil imaginarse hasta donde podrían llegar los niños y niñas en su crecimiento, si no se taponara su curiosidad y encontraran libre el camino de encontrar respuestas a sus interrogantes. Pero, la realidad nos enseña que esa curiosidad innata tiene fecha de caducidad. Puesto que, como manifiesta MANGUEL (2015) muy pronto descubrimos que la curiosidad pocas veces es recompensada con respuestas significativas y satisfactorias, sino más bien con un deseo cada vez mayor de formular nuevas preguntas, y con el placer de dialogar con otros.

¿POR QUÉ UN DÍA LOS NIÑOS Y NIÑAS DEJAN DE HACER PREGUNTAS?

¿Qué ha ocurrido para que dejen de hacer preguntas? Que han empezado a ir a la escuela y uno no puede salirse del guión, ha de limitarse a aprender a contestar lo que luego el profesor y la profesora le va a preguntar. Nadie, podría pensar a primera vista que “ la escuela”, institución creada para aprender, sea en gran medida la responsable de contribuir a apagar la fuente inagotable de la curiosidad.  Y ¡ claro!  sin curiosidad no existe interés, ni motivación elementos necesarios para el aprendizaje. Lo que parece un contrasentido ya que es precisamente la escuela la que debería cultivar y potenciar la curiosidad y con ello las preguntas. Sin embargo, la escuela tradicional sigue aún, como dice PEREZ GOMEZ ( 2012) realizando fundamentalmente actividades de escuchar, estudiar para retener y responder preguntas en pruebas de evaluación.  ¿Cómo extrañarse del porcentaje de alumnado que conforme avanza su escolaridad se desconectan de la escuela? Desconexión que tiene su origen en el tipo de actividades que se les “impone” al convertirse en tareas puramente escolares, sin sentido y repercusión en su crecimiento personal.  

Además, si el aprendizaje se basa en el planteamiento de preguntas en colaboración con los demás para, encontrar respuestas e intentar comprenderlas”. En la medida que los niños y niñas  poco a poco vayan perdiendo esa capacidad innata de preguntarse y preguntar, como han demostrado diversos estudios e informes (SBERT, 1996; PÉREZ GÓMEZ,2013;MELÉNDEZ JUAN, 2013; TAPIA DE VERGEL, C. Y ÁVILA GARCÍA, D., 2003; FREIRE, P. ,2002 ) su interés, motivación, ganas de estudiar, ilusión por ir a clase van poco a poco desapareciendo.  Los niños y niñas en la medidas que avanzan de curso van asimilando la idea de que  lo realmente importante son las respuestas, y que las preguntas son sólo propias de quien no sabe. Lo que va apagando esas ganas innatas de preguntar que aviva el deseo de saber. La consecuencia no pueden ser mas funestas: abandono del interés, la motivación, la curiosidad, por la indagación  de todo lo que les sorprende en el contexto en el que se desarrollan al ser sustituida por las respuestas y, como dice, SBERT, “el mundo que era un gran interrogante se convierte en un inmenso almacén de respuestas que los adultos ya se encargarán de administrar cuando sea conveniente”.

¿POR QUÉ EL MODELO TRADICIONAL LES DESCONECTA EMOCIONALMENTE DE LA ESCUELA?

Posiblemente, un alto porcentaje del profesorado y de madres y padres crean que este modelo educativo, heredado de la sociedad industrial, siga siendo también válido en la sociedad de la información y la comunicación. Quizás, una de las razones pueda deberse, a ser el modelo pedagógico que han vivido a lo largo de su vida y no hayan tenido la oportunidad de conocer otros, en consonancia con las exigencias educativas de la sociedad actual.  Lo que, sin lugar a dudas, dificulta el imaginar y plantear el cambio a otro modelo educativo distinto del de siempre. De lo contrario, no se entiende esta especie de pasividad ante unos resultados educativos que no acaban de mejorar significativamente y que, como se sabe, se traducen en un porcentaje de fracaso y abandono escolar que, punto arriba punto abajo, no acaban de mejorar. Esta, puede ser la causa o una de las causas, de la falta  de interés, en la búsqueda  de otras alternativas pedagógicas u otras formas distintas de aprendizaje más acordes con la evolución de la sociedad.

A veces, parece que no acaba de entenderse que el modelo educativo tradicional esta desfasado y que en otro momento de nuestra historia fue útil y bueno. Lo cual, no debe ser obstáculo para reconocer que hoy 2015  no es válido para formar al alumnado que transita por las aulas y que vive en una sociedad totalmente distinta a la industrial. ¿Por qué se plantea la necesidad de cambiar?. La razón, es de una gran obviedad: el alumnado e hijos e hijas a las y a los que  queremos apasionadamente no se merecen por más tiempo permanecer en un modelo educativo que les desconecta emocionalmente, por ser incapaz de ofrecer el aprendizaje que necesitan en el siglo XXI. Un modelo que ofrece la información descontextualizada, en porciones separadas y fragmentadas, un aprendizaje academicista individual y aburrido, en aulas cerradas por edades desconectadas de los problemas reales de la sociedad, en las que el libro de texto y las fichas  siguen siendo las fuentes hegemónicas para aprender, no para el crecimiento personal, sino para superar pruebas y exámenes.

Pero también es verdad, que cada vez existen más centros y profesorado ilusionados con el cambio. Porque, no existe duda alguna, de que se puede cambiar, como lo han hecho y lo siguen haciendo aquellos centros educativos y profesorado sensibles, a las nuevas formas de aprendizaje   que requieren los niños y niñas del 2015. De ahí, la necesidad de que cada vez más profesorado y madres y padres, nos replanteemos el cambio a un modelo educativo capaz de convertir el espacio rutinario y pasivo de las aulas y, donde los contenidos estaban previstos, programados y reglamentados, en escenarios  abiertos en el que   los niños y niñas, puedan moverse sin sentirse atados al pupitre, opinar, expresar sus sentimientos y emociones. En los que el  dialogo y la conversación sobre sus indagaciones, sus intereses y descubrimientos sean la base de las interacciones. Modelos capaces de devolverle al alumnado la curiosidad, el interés, la motivación, el asombro, las emociones, la imaginación y la  creatividad. Un modelo donde las fuentes de información sean las propias de la sociedad de la información y donde el aprendizaje, deje de ser impuesto y se construya en la participación colaborativa de todos y todas. Modelos donde el papel del maestro y maestra sea el de acompañar y orientar a todo el alumnado en su itinerario de aprendizaje y claro está en la que  la pedagogía de la respuesta deje paso a la pedagogía del la pregunta.

ALGUNOS INTERROGANTES

¿Qué se puede esperar la escuela de un niño y niña que ha perdido su curiosidad, interés, motivación, asombro y creatividad ?.

¿Qué incidencia tiene la pérdida de la curiosidad, el aburrimiento, la falta de interés y la desmotivación en el bajo rendimiento académico?.

 Una organización del aula en la que el diálogo, la participación, la conversación, la opinión y el contraste de puntos de vista, no forma parte de su entramado ¿ A quién puede  interesar en el  2015?.

¿Es capaz el modelo tradicional de dar respuesta a los aprendizajes que, nuestros hijos e hijas y alumnado, necesitan para ser ciudadanos competentes y tener éxito tanto profesional como socialmente ?

¿Qué dificulta existe para que la escuela a la que perteneces no se haya planteado el cambio de modelo educativo?


¿UTOPÍA O REALIDAD?

 Solo hace falta acercarse a las escuelas que han cambiado el modelo educativo o están en proceso de cambio, bien directamente o a través de Internet, para comprobar que si se puede cambiar el viejo modelo educativo.

Nuevos horizontes y perspectiva educativas se abren al  profesorado, a los centros, a los padres y madres y a las AMPAS que conscientes de la inutilidad del modelo educativo tradicional, heredado de del siglo XIX, optan cada vez más, por modelos educativo propio de la sociedad de la comunicación en la que  vive el alumnado y sus hijos e hijas.

¿Te apuntas?


Ginés Martínez Cerón
Coordinador A. P. Siglo XXI

14 de diciembre 2015

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