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03 noviembre, 2015

¿POR QUÉ LEER LOS CLÁSICOS EN LA ESCUELA?


Frente a esos textos de usar y tirar, los clásicos son los autores y los libros que uno puede volver a leer siempre, porque tienen una enorme capacidad para suscitar el diálogo, porque no han acabado de decirnos algo nuevo en cada lectura…

¿Qué entendemos por un clásico?

Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir[1]. Ahí, reside su valor. A pesar del tiempo que acumula y de las generaciones que han bebido en ellos no ha perdido su vitalidad y frescura sino, que sus mensajes son como un manantial inagotable, cuyas aguas nos trasmiten un incesante frescor que nos atrapa y renueva. A diferencia de tantos y tantos libros de una sola lectura, los clásicos desde su polifórmia nos permiten visiones distintas en cada una de sus lecturas. Cada nueva lectura nos descubre significados nuevos que complementan y enriquecen los anteriores sumergiéndonos en un progresivo goce intelectual. Su perdurabilidad en el tiempo, el lenguaje y estilo, los valores que entrañan son precisamente, lo  que avalan su calidad literaria, sus valores universales y el interés que mantienen más allá de los límites de un país y una cultura. Precisamente, esa eternidad que no conoce límites geográficos, ni culturales, es la que le confiere ese pedigrí que los mantiene vivos y pujantes desde su nacimiento.  Porque los clásicos son clásicos, como afirma Borras Laura,  por su valor intrínseco, porque se trata de textos de primera clase, pero nos acompañan porque siguen teniendo cosas que ofrecernos. En definitiva, como dice ( García Gual, 1998 ) Frente a esos textos de usar y tirar, los clásicos son los autores y los libros que uno puede volver a leer siempre, porque tienen una enorme capacidad para suscitar el diálogo, porque no han acabado de decirnos algo nuevo en cada lectura…porque, son un medio para interpretar y conocer el mundo y las personas que lo pueblan y las pasiones, ilusiones y emociones que las agitan, y la grandeza y debilidad de los seres efímeros en su extraña variedad.

¿Qué lugar ocupan los clásicos en la escuela?

Sin embargo, la escuela no los ha colocado en el lugar que les correspondería. Es una evidencia, que la mayoría de los centros educativos siguen utilizando las lecturas que acompañan al libro de lengua, para las practicas lectoras. No es fácil encontrar habitualmente, en la práctica lectora del aula,  obras de la literatura universal como algo cotidiano y usual. ¿ Cuál es la razón o su sin razón? La experiencia nos dice claramente que esta ausencia no sea nada intencionado. Simplemente, sea debido entre otras cosas, a una serie de tópicos, que se han generado respecto a las obras clásicas, a lo largo del tiempo: Son libros muy aburridos, no son atractivos, tienen un lenguaje difícil, no son libros para niños y niñas,... Creencias, que a pesar de no tener fundamento alguno han incidido en apartar y desterrar a los clásicos del lugar que les corresponde en las prácticas lectoras del aula, dándole entrada a otro tipo de lecturas, que supuestamente, exigen menos esfuerzo al pensar que son mas  inteligibles por su lenguaje y cercanía en el tiempo. Esta situación totalmente anómala nos debe llevar a repensar que es lo que realmente pierde la educación de los niños y niñas al privarlos, de unas lecturas que han validado su imprescindible valor para una formación básica que posibilite ser un ciudadano y ciudadana competente en la sociedad del siglo XXI.

Introducir los clásicos en la escuela u otra forma de leerlos

La experiencia lectora, de muchas aulas, ha demostrado sin ambages que los clásicos, son atractivos, fomentan las ganas de leer y enganchan a los niños y niñas. Las personas que conozcan las tertulias literarias dialógicas, habrán observado que precisamente la lectura por antonomasia son las obras de la literatura universal. La lectura dialógica que se practica en las aulas, con niños y niñas de todos los niveles educativos, ha demostrado sobradamente que todo el alumnado que participa en ellas, independientemente de su edad, contexto social y familiar, disfruta y se engancha sin excepciones.

Pero el secreto, reside en otra forma de leer que supera la metodología de la lectura tradicional. Porque no es lo mismo dar al niño y niña un libro, para leerlo en solitario y luego pedirle que responda a unas preguntas que la mayoría de las veces son de comprensión literal. Esta forma de leer no puede  motivar y despertar las ganas de leer al mejor clásico del mundo. Sin embargo, cuando esa lectura es compartida con otras personas de la familia y después, a través de una tertulia dialógica con los compañeros y compañeras y otras personas, el panorama da un giro radical. Porque el niño y la niñas vence así, el muro que a veces puede presentar la complejidad de su interpretación. Cuando el niño y la niña a través del diálogo comparte sus ideas, opiniones y argumentos, se posibilita la construcción colectiva de múltiples interpretaciones, resultado de variedad de significados del libro. Interpretaciones que se traduce en una nueva compresión, en la medida que cada niño y niña internaliza las aportaciones colectivas del grupo. Porque como dice ( Wallensberg Jorge, 2007)  es la conversación lo que permite la comprensión que se traduce en gozo intelectual en el momento exacto de una nueva comprensión. Desde esta perspectiva, leer los clásicos, en la escuela, no solamente no es aburrido sino, que se convierte en momentos privilegiados, en los que los niños y niñas disfrutan explorando la riqueza que se esconde tras sus líneas.

El día a día de muchas aulas, familias y centros educativos, en los que se leen obras clásicas de la literatura universal, demuestran el interés y las emociones de los niños y niñas al descubrir por ejemplo en la Odisea, que Telémaco y Ulises, son unos héroes que luchan sin desfallecer por proteger a su familia. Es emocionante comprobar como niños y niñas se  meten en la trama sintiendo como, ni el tiempo, ni la guerra, ni los monstruos, ni nada ni nadie logran derrotarlos, consiguiendo al final salvar a la madre.   La literatura  clásica, en especial la imaginativa y fantástica, permite  a los niños y niñas, activar la imaginación, y la creatividad, al identificarse y soñar, junto a un sin fin de  personajes que les acompañarán a imaginar  aventuras, transformaciones, viajes por países desconocidos …

Además, hoy existen estupendas adaptaciones de las obras clásicas, que permiten que la edad no sea un obstáculo para acercar la lectura de los clásicos a los niños  y niñas más pequeños. Que niños y niñas de infantil lean por ejemplo Troya y que se lo pasen bomba con “el caballo mágico”, es algo verdaderamente emocionante. Esta adaptación, igual que muchos otros libros recoge en cada página una imagen acompañada de una frase que permite, con el acompañamiento de la persona adulta, que niños y niñas disfruten al desentrañar la imagen y descubrir, a través del diálogo interactivo que genera la maestra o el maestro colectivamente con el grupo, el aprendizaje lector y escritor. ¿Quién ha dicho que los clásicos en infantil no?. Cuanto más pequeños y pequeñas sean los niños y las niñas más tiempo tendrán para viajar, sumergirse, y disfrutar de los tesoros  que encierran los clásicos. Porque “adentrarse  en la lectura de un texto clásico es algo así como emprender un viaje iniciático a un mundo fascinante. Y, puestos a viajar, podemos pedir que el viaje sea lo más fascinante y enriquecedor posible, que nos permita visitar el pasado y volver  con nuevas palabras e ideas frescas al presente[2]”.

¿Qué se consigue con la lectura de los clásicos?

La lectura de los clásicos, nos enseñan las siguientes cosas:

1 - Que niñas y niños mejoran su vocabulario, su expresión oral y escrita, al tener como referencia la diversidad de estilos literarios de los clásicos. Aprenden a conectar contextos, situaciones sociales  y comportamientos de personas de otras épocas y compararlas con la sociedad actual.

2-  Que la pluralidad de personajes que van conociendo y la diversidad  de sus actuaciones y escenarios en los que se mueven, les abre un abanico muy rico, para conocer una galería de personas y sus condicionantes conductuales. Dentro de este fascinante mosaico de personajes, no pocas veces, comparten sus sentimientos al  identificarse con ellos. “Cuando leyó el capítulo de El Lazarillo de Tormes donde se aludía a la ley que prohibía mendigar a los pobres que no fueran del pueblo, aquel alumno de 5º de primaria se levantó de la silla y salió de clase para llorar, necesitaba desahogarse, al cabo de  unos minutos, volvió al aula y, se incorporó a la tertulia”[3].

3 - Que la lectura de los clásicos les permite descubrir valores universales como: responsabilidad, prudencia, amor, amistad, honradez, igualdad, justicia, libertad, rebeldía ante la injusticia, fortaleza, integridad,… y en consecuencia, reflexionar, valorar y opinar sobre ellos y aplicarlos a sus vidas. Pero, junto a los valores, no se puede olvidar, que también aparecen  los antivalores de los personajes: odio, envidia, orgullo soberbia, engaño, venganza irritación, robo, maldad, hambre, injusticia,…contravalores que llevan a buscar sus causas y su repercusión en su contexto y sociedad actual.  Sin lugar a dudas, la lectura de los clásicos a lo largo de la escolaridad, constituyen un entramado de ideas, opiniones, valores y sentimientos capaces de transformar muchas actitudes, formar de pensar y comportamientos personales.

4 - Y algo muy importante, facilitar el acceso a todo el alumnado,  a la literatura clásica, a las obras que han estado reservadas a las élites culturales. La escuela puede romper esa injusticia en la que muchos niños y niñas que, por el contexto familiar y social en el que viven, nunca tendrían acceso a esos bienes culturales. Si esos niños y niñas, no tienen la oportunidad de acercarse a los clásicos en la escuela, ¿ cuándo lo harán?. De ahí, la importancia que la escuela deba por una parte, desterrar los tópicos que se reproducen y perpetúan en los centros educativos sobre la lectura de los clásicos y por otra, apostar por la igualdad de oportunidades de aquellos niños y niñas que, si no fuera por la escuela, nunca habrían accededlo a la lectura de las obras clásicas. En definitiva, como dice  Borras Laura, conocer los clásicos debería formar parte de nuestro bagaje cultural más básico, porque constituyen una fuente de riqueza inextinguible y porque no podemos entender la civilización occidental sin ellos

15 de marzo 2014
Ginés Martínez  Cerón
Pertenece a A. E. Pública

BIOGRAFÍA

Borras Laura. Per que lleguir els classics, avui. Ara Llibres, 2011.
Borras Laura. Classics Moderns. Ara Llibres, 2013
Calvino Italo. Por qué leer los clásicos, Barcelona, Tusquets
García Gual Carlos. Leer a los clásicos. Nueva Revistas, nº 058. 1998. http://www.nuevarevista.net/articulos/leer-los-clasicos
Herrero Blanco Pablo. ¿ Por qué leer los clásicos? . http://www.jotdown.es/










[1] Italo Calvino. Por qué leer los clásicos. Tusquets
[2] Carlos García Gua. El viaje sobre el tiempo o la lectura de los clásicos
[3] Escuela, nº 4.020. Las valiosas lecciones del Lazarillo.

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