¿Qué entendemos por un clásico?
Un
clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir[1].
Ahí, reside su valor. A pesar del tiempo que acumula y de las generaciones que
han bebido en ellos no ha perdido su vitalidad y frescura sino, que sus
mensajes son como un manantial inagotable, cuyas aguas nos trasmiten un
incesante frescor que nos atrapa y renueva. A diferencia de tantos y tantos libros
de una sola lectura, los clásicos desde su polifórmia nos permiten visiones
distintas en cada una de sus lecturas. Cada nueva lectura nos descubre
significados nuevos que complementan y enriquecen los anteriores sumergiéndonos
en un progresivo goce intelectual. Su perdurabilidad en
el tiempo, el lenguaje y estilo, los valores que entrañan son precisamente,
lo que avalan su calidad literaria,
sus valores universales y el interés que mantienen más allá de los límites de
un país y una cultura. Precisamente, esa eternidad que no conoce límites
geográficos, ni culturales, es la que le confiere ese pedigrí que los mantiene
vivos y pujantes desde su nacimiento.
Porque los clásicos son clásicos, como afirma Borras Laura, por su valor intrínseco, porque se trata
de textos de primera clase, pero nos acompañan porque siguen teniendo cosas que
ofrecernos. En definitiva, como dice ( García Gual, 1998 )
Frente a esos textos de usar y tirar, los
clásicos son los autores y los libros que uno puede volver a leer siempre,
porque tienen una enorme capacidad para suscitar el diálogo, porque no han
acabado de decirnos algo nuevo en cada lectura…porque, son un medio para interpretar y conocer el mundo y las personas que
lo pueblan y las pasiones, ilusiones y emociones que las agitan, y la grandeza
y debilidad de los seres efímeros en su extraña variedad.
¿Qué lugar ocupan los clásicos en la escuela?
Sin embargo, la escuela no los ha colocado en
el lugar que les correspondería. Es una evidencia, que la mayoría de los
centros educativos siguen utilizando las lecturas que acompañan al libro de
lengua, para las practicas lectoras. No es fácil encontrar habitualmente, en
la práctica lectora del aula,
obras de la literatura universal como algo cotidiano y usual. ¿ Cuál es
la razón o su sin razón? La experiencia nos dice claramente que esta ausencia
no sea nada intencionado. Simplemente, sea debido entre otras cosas, a una
serie de tópicos, que se han generado respecto a
las obras clásicas, a lo largo del tiempo: Son libros muy
aburridos, no son atractivos, tienen un lenguaje difícil, no son libros para
niños y niñas,... Creencias, que a pesar de no tener fundamento alguno han incidido en apartar y desterrar a los clásicos del lugar que les corresponde en las
prácticas lectoras del aula, dándole entrada a otro tipo de lecturas, que
supuestamente, exigen menos esfuerzo al pensar que son mas inteligibles por su lenguaje y cercanía
en el tiempo. Esta situación totalmente anómala nos debe llevar a repensar que es lo que realmente pierde la educación de los niños y niñas al privarlos, de
unas lecturas que han validado su imprescindible valor para una formación
básica que posibilite ser un ciudadano y ciudadana competente en la sociedad
del siglo XXI.
Introducir los clásicos en la
escuela u otra forma de leerlos
La
experiencia lectora, de muchas aulas, ha demostrado sin ambages que los
clásicos, son atractivos, fomentan las ganas de leer y enganchan a los niños y
niñas. Las personas que conozcan las tertulias literarias dialógicas, habrán
observado que precisamente la lectura por antonomasia son las obras de la
literatura universal. La lectura dialógica que se practica en las aulas, con
niños y niñas de todos los niveles educativos, ha demostrado sobradamente que
todo el alumnado que participa en ellas, independientemente de su edad, contexto
social y familiar, disfruta y se engancha sin excepciones.
Pero
el secreto, reside en otra forma de leer que supera la metodología de la
lectura tradicional. Porque no es lo mismo dar al niño y niña un libro, para
leerlo en solitario y luego pedirle que responda a unas preguntas que la
mayoría de las veces son de comprensión literal. Esta forma de leer no
puede motivar y despertar las
ganas de leer al mejor clásico del mundo. Sin embargo, cuando esa lectura es compartida
con otras personas de la familia y después, a través de una tertulia dialógica
con los compañeros y compañeras y otras personas, el panorama da un giro
radical. Porque el niño y la niñas vence así, el muro que a veces puede
presentar la complejidad de su interpretación. Cuando el niño y la niña a
través del diálogo comparte sus ideas, opiniones y argumentos, se posibilita la
construcción colectiva de múltiples interpretaciones,
resultado de variedad de significados del libro. Interpretaciones que se
traduce en una nueva compresión, en la medida que cada niño y niña internaliza
las aportaciones colectivas del grupo. Porque
como dice ( Wallensberg Jorge, 2007) es la conversación lo que
permite la comprensión que se traduce en gozo intelectual en el momento exacto
de una nueva comprensión. Desde esta perspectiva, leer los
clásicos, en la escuela, no solamente no es aburrido sino, que se convierte en
momentos privilegiados, en los que los niños y niñas disfrutan explorando la
riqueza que se esconde tras sus líneas.
El día a día de muchas aulas,
familias y centros educativos, en los que se leen obras clásicas de la
literatura universal, demuestran el interés y las emociones de los niños y
niñas al descubrir por ejemplo en la Odisea, que Telémaco y Ulises, son unos héroes
que luchan sin desfallecer por proteger a su familia. Es emocionante comprobar
como niños y niñas se meten en
la trama sintiendo como, ni el tiempo, ni la guerra, ni los monstruos, ni nada
ni nadie logran derrotarlos, consiguiendo al final salvar a la madre. La literatura clásica, en especial la imaginativa y
fantástica, permite a los niños y
niñas, activar la imaginación, y la creatividad, al identificarse y soñar,
junto a un sin fin de personajes
que les acompañarán a imaginar aventuras, transformaciones, viajes por países desconocidos …
Además, hoy existen
estupendas adaptaciones de las obras clásicas, que permiten que la edad no sea
un obstáculo para acercar la lectura de los clásicos a los niños y niñas más pequeños. Que niños y niñas
de infantil lean por ejemplo Troya y que se lo pasen bomba con “el caballo
mágico”, es algo verdaderamente emocionante. Esta adaptación, igual que muchos
otros libros recoge en cada página una imagen acompañada de una frase que
permite, con el acompañamiento de la persona adulta, que niños y niñas
disfruten al desentrañar la imagen y descubrir, a través del diálogo interactivo que genera la maestra o el maestro
colectivamente con el grupo, el aprendizaje lector y escritor. ¿Quién ha dicho que los clásicos en infantil no?. Cuanto más
pequeños y pequeñas sean los niños y las niñas más tiempo tendrán para viajar,
sumergirse, y disfrutar de los tesoros
que encierran los clásicos. Porque “adentrarse en la lectura de un
texto clásico es algo así como emprender un viaje iniciático a un mundo
fascinante. Y, puestos a viajar, podemos pedir que el viaje sea lo más
fascinante y enriquecedor posible, que nos permita visitar el pasado y
volver con nuevas palabras e ideas
frescas al presente[2]”.
¿Qué se consigue con la lectura de los clásicos?
La lectura de los
clásicos, nos enseñan las siguientes cosas:
1 - Que niñas y niños mejoran su vocabulario, su expresión oral y
escrita, al tener como referencia la diversidad de estilos literarios de los
clásicos. Aprenden a conectar contextos, situaciones sociales y comportamientos de personas de otras
épocas y compararlas con la sociedad actual.
2- Que la pluralidad de personajes que
van conociendo y la diversidad de
sus actuaciones y escenarios en los que se mueven, les abre un abanico muy rico,
para conocer una galería de personas y sus condicionantes conductuales. Dentro
de este fascinante mosaico de personajes, no pocas veces, comparten sus
sentimientos al identificarse con
ellos. “Cuando leyó el capítulo de El Lazarillo de Tormes donde se aludía a la
ley que prohibía mendigar a los pobres que no fueran del pueblo, aquel alumno
de 5º de primaria se levantó de la silla y salió de clase para llorar,
necesitaba desahogarse, al cabo de
unos minutos, volvió al aula y, se incorporó a la tertulia”[3].
3 - Que la lectura de
los clásicos les permite descubrir valores universales como: responsabilidad,
prudencia, amor, amistad, honradez, igualdad, justicia, libertad, rebeldía ante
la injusticia, fortaleza, integridad,… y en consecuencia, reflexionar, valorar y
opinar sobre ellos y aplicarlos a sus vidas. Pero, junto a los valores, no se
puede olvidar, que también aparecen
los antivalores de los personajes: odio, envidia,
orgullo soberbia, engaño, venganza irritación, robo, maldad, hambre,
injusticia,…contravalores que llevan a buscar sus causas y su repercusión en su
contexto y sociedad actual. Sin
lugar a dudas, la lectura de los clásicos a lo largo de la escolaridad,
constituyen un entramado de ideas, opiniones, valores y sentimientos capaces de
transformar muchas actitudes, formar de pensar y comportamientos personales.
4 - Y
algo muy importante, facilitar el acceso a todo el alumnado, a la literatura clásica, a las obras que
han estado reservadas a las élites culturales. La escuela puede romper esa
injusticia en la que muchos niños y niñas que, por el contexto familiar y
social en el que viven, nunca tendrían acceso a esos bienes culturales. Si esos
niños y niñas, no tienen la oportunidad de acercarse a los clásicos en la
escuela, ¿ cuándo lo harán?. De ahí, la importancia que la escuela deba por una
parte, desterrar los tópicos que se reproducen y perpetúan en los centros
educativos sobre la lectura de los clásicos y por otra, apostar por la
igualdad de oportunidades de aquellos niños y niñas que, si no fuera por la
escuela, nunca habrían accededlo a la lectura de las obras clásicas. En definitiva,
como dice Borras Laura, conocer los
clásicos debería formar parte de nuestro bagaje cultural más básico, porque constituyen
una fuente de riqueza inextinguible y porque no podemos entender la
civilización occidental sin ellos
15 de marzo 2014
Ginés
Martínez Cerón
Pertenece
a A. E. Pública
BIOGRAFÍA
Borras
Laura. Per que lleguir els classics, avui. Ara Llibres, 2011.
Borras
Laura. Classics Moderns. Ara Llibres, 2013
Calvino
Italo. Por qué leer los clásicos, Barcelona, Tusquets
García Gual Carlos. Leer a los
clásicos. Nueva Revistas, nº 058. 1998. http://www.nuevarevista.net/articulos/leer-los-clasicos
Herrero Blanco Pablo. ¿ Por qué
leer los clásicos? . http://www.jotdown.es/
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