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27 junio, 2014

EN QUÉ MEDIDA LA CULTURA ESCOLAR DIFICULTA LA TRANSFORMACIÓN DEL CENTRO EDUCATIVO

Es de dominio público que la Escuela Pública no es una prioridad de la Administración Educativa, como demuestra la política de recortes que afecta tan salvajemente a una amplia capa de alumnado y familias, dificultándoles, muchas veces, los imprescindibles recursos para comedores y adquisición de material escolar. Política de recortes que también afecta a la calidad de la enseñanza al incidir sobre la disminución de plantillas y las expectativas y estímulos del profesorado.


Pero, siendo verdad el maltrato que recibe la Escuela Pública, con la política de recortes de la Administración Educativa, no es excusa para que la escuela de todos, siga arrojando porcentajes tan escandalosos de alumnado que salen de las aulas, sin la debida competencia lectora y matemáticas para desenvolverse en la vida adulta. Porque el fracaso escolar no se puede vincular, exclusivamente, a las políticas educativas. Solamente hay que consultar las estadísticas de los últimos años para ver que el fracaso y abandono escolar ya lo viene arrastrando la Escuela Pública desde bastante tiempo atrás. Por supuesto que hay que oponerse, con todos los medios posibles, a cualquier política que degrade a la Escuela Pública. Pero, nunca justificar o utilizar a dichas políticas como excusa para justificar el fracaso y abandono escolar.

La Escuela Pública, de la Sociedad de la Información tiene el reto de buscar las verdaderas causas de los resultados académicos negativos y del fracaso, a fin de combatirlos donde realmente se encuentran.  De ahí, la necesidad de que el derecho a la educación, de todos los niños y niñas se traduzca en éxito para todo el alumnado, independientemente de su origen y situación familiar y social. Lo que debe llevar al profesorado y familias, como integrantes de la comunidad educativa a  plantearse la necesidad urgente de valorar que es lo que funciona y no funciona en el centro educativo. El Consejo Escolar es un organismo privilegiado, al reunir a los representantes de la comunidad educativa, para acometer la búsqueda de las causas que impiden o dificultan el éxito escolar.

La necesidad imperiosa de esta revisión y valoración colectiva se fundamenta, entre otras cosas, en que el éxito o el fracaso ya no se puede considerar circunscrito, como antes, a que el y la estudiante vivan en el seno de una familia académica o que al ingresar en la escuela arrastre un desfase alto de aprendizaje o al medio familiar y social o a la ubicación del colegio en un determinado barrio desestructurado. No se pueden seguir esgrimiendo seudo razones, pertenecientes a otra época, para justificar los resultados académicos. Quizás, podrían tener cabida en épocas pasadas, debido, entre otras cosas, a un gran desconocimiento de las evidencias científicas de lo que funciona y no funciona para: organizar el aula, adquirir la competencia lectora, acabar con las repeticiones y adaptaciones excluyentes, con la exclusión de las familias y su relegación a un segundo plano.

En consecuencia, es necesario tomar conciencia de que, posiblemente muchas de las causas de la situación actual se encuentran, no solo fuera del centro, sino también dentro del centro y aulas. El funcionamiento del aula, la organización del alumnado, las concepciones de lo que es leer y escribir, la participación de las familias dentro y fuera del centro, constituyen aspectos que inciden en el éxito y el fracaso. Sin embargo, la experiencia dice que raramente se valoran y analizan como posibles causantes de los resultados académicos.

Mientras se sigan usando los mismos mimbres, la calidad de los cestos variará poco por mucho que nos empeñemos. Por eso, es imprescindible que el conjunto de la comunidad escolar se plantee la necesidad de configurar el centro educativo para el éxito escolar. ¿Por qué es necesaria esta configuración?. Debido a que  la escuela actual, heredada de la sociedad industrial responde en su estructura, organización y formas de enseñar a épocas pasadas y que en consecuencia no responden a las necesidades  de ahí, la necesidad de revisar a fondo su configuración actuales.

Por tanto, si se quiere que la Escuela Pública logre el éxito de todos y todas, es imprescindible hacer un alto en el camino y hacer una revisión a fondo, de lo que se hace y de cómo se hace. Se trata de valorar, si el funcionamiento del centro, su organización y prácticas pedagógicas, a pesar de la buena voluntad y esfuerzo de su profesorado y del AMPA, siguen fabricando repetidores, rendimientos académicos negativos y grupos de alumnado que no alcanzan los niveles exigidos. En definitiva, fracaso escolar. 

Sin embargo, hay que tener presente algunas dificultades que pueden impedir hacer una revisión de la práctica docente y sus resultados. Debido a que mayoritariamente  se sigue pensando aún, que los resultados académicos no son la causa de determinadas prácticas pedagógicas, sino del propio alumnado que no da la talla requerida y de las familias que hacen dejación de funciones de su tarea educativa. Prácticas docentes, que muchas veces responden a lo que el profesor y profesora aprendieron de la práctica educativa de sus profesores cuando eran alumnos y alumnas y que luego, como profesores y profesoras, siguen reproduciendo en el aula,  debido entre otras cosas, al peso de la cultura escolar que impide replanteamientos de cambio y transformación.  La cultura escolar (Viñao 2011)  estaría constituida por un conjunto de teorías, ideas, principios, normas, pautas, rituales, inercias, hábitos y prácticas (formas de hacer y pensar, mentalidades y comportamientos) sedimentadas a lo largo del tiempo en forma de tradiciones, regularidades y reglas del juego no puestas en entredicho, compartidas por los actores en el seno de las instituciones educativas.  Tradiciones, regularidades y reglas de juego que se transmiten de generación en generación. Pues bien, es un hecho constatado que determinados aspectos de “la propia cultura escolar” constituye un obstáculo, al producir una serie de barreras que dificultan la entrada de innovaciones en el centro, obstaculizando un cambio y/o transformación del centro educativo( Hargreaves (1994).

Por tanto, configurar un centro educativo para el éxito escolar, es una exigencia del fracaso modelo educativo actual, incapaz de obtener resultados satisfactorios para todo el alumnado.


27 de junio de 2014

Ginés Martínez
Pertenece a la A. E. P. Siglo XXI

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