Hace unos días se dieron a conocer los resultados
del El Programa Internacional para la Evaluación
de la Competencia de los Adultos que evalúa el rendimiento en comprensión
lectora y en comprensión matemática entre la población de 16 a 65 años.
España, una vez más ha salido malparada, al
obtener en comprensión lectora 21 puntos por debajo del promedio de la OCDE y
19 puntos por debajo del promedio de la Unión Europea (UE). Lo que significa
que un 27% de los españoles no pasa del
nivel 1. El programa, igual que las pruebas Pisa, tiene 6 niveles. Los
que se sitúan en este nivel no está capacitados para leer cualquier texto que
vaya más allá de un eslogan publicitario. Pero, la mayoría un 71,7% de los
adultos comprendidos entre 16 y 65 años se sitúan en el nivel 2. Lo que
significa que este segmento de la población tiene dificultades para leer textos complejos, como pueden ser los
prospectos de medicamentos, textos digitales, etc. Solamente un 5 % llegan a los niveles 4 y 5 en comprensión lectora.
Es evidente que las personas comprendidas entre
16 y 65 años estuvieron escolarizados en momentos muy distintos que abarcan
desde 1954, los que tienen ahora 65 años y el momento actual, los que tienen 16
años. Las leyes educativas que han jalonado a la sociedad española en este
periodo han sido: la Ley Moyano vigente hasta 1970, La Ley General de Educación
de 1970, La LOGSE y la LODE. Es evidente, que el aprendizaje lector de la
población evaluada corresponde a diversas leyes educativas. De lo que es fácil
deducir, aunque haya personas empeñadas en lo contrario, que las deficiencias
de comprensión lectora no se pueden achacar a una u otra ley.
Es conveniente recordar que la
escuela, independientemente de la ley de turno, desde sus orígenes ha tenido
como una de sus misiones más importantes enseñar a leer y a escribir. Misión
que nunca, ni ahora, ha cambiado. Lo que si ha cambiado a lo largo del tiempo
han sido las exigencias lectoras, la concepción lectora y los artefactos
letrados. Cambios que
exigen a la escuela adaptar el aprendizaje de la lectura a las exigencias
sociales.
Si la base del éxito escolar y el acceso a la
información radica en una buena comprensión lectora. Quizás, uno de los problemas por los que la escuela no de una
respuesta adecuada al aprendizaje lector de todo el alumnado, sea precisamente
no haber adaptado el aprendizaje lector a los requerimientos de la sociedad de
la información. De lo contrario es difícil de
entender que un niño ó niña, después de estar seis años en Primaria y cuatro en
la ESO, pueda salir del sistema educativo sin la competencia lectora para interpretar
la variedad de los artefactos letrados presentes en nuestras vidas. Porque todas las personas son capaces de poder interpretar cualquier texto ya que la capacidad
de lenguaje es innata al ser humano, y que por tanto cualquier persona puede
desarrollarla y mejorarla continuamente, (Chomsky 1985).
¿Qué debemos hacer para que todas
las niñas y los niños, se conviertan en lectores críticos y desafíen los nuevos
retos de la sociedad de la información? ¿Qué pasa con el alumnado que se queda
atrás? ¿Estamos dando suficientes respuestas para todas y todos? ¿Por qué los
niños y niñas más desfavorecidos no pueden acelerar el aprendizaje de la
lectura y la escritura?[1]
En el artículo anterior: “Planteamientos inicio de
curso”,[2]
se plantea que el inicio de curso quizás sea un momento privilegiado para que
desde la comunidad educativa: equipos directivos, claustros, familias, AMPAs y
agentes educativos se cuestionen algunos aspectos como: ¿en qué se apoyan y
fundamentan determinadas prácticas escolares que hasta el momento han sido
ineficaces para lograr los aprendizajes de todo el alumnado? En estas
prácticas, sin duda, estaría la enseñanza de la lectura comprensiva, para que
todo el alumnado alcance la capacidad adecuada de comprensión lectora.
La escuela pública, por se la
escuela de todos y todas, debe poner todo su empeño en conseguir que no salga
de sus aulas ningún niño y niña sin haberlo conseguido. Para ello es necesario, en primer lugar, tomar conciencia de que
todos los niños y niñas, pueden aprender a leer comprensivamente cualquier
texto, independientemente de su origen social y familiar, siempre que se creen
las situaciones adecuadas. Pero, ello se requiere revisar las prácticas lectoras que se desarrollan en nuestro centro
educativo y aula y replantear, en
su caso, la enseñanza de la lectura acorde con la sociedad de la información.
En
segundo lugar, superar tanto la concepción tradicional como la
constructivista de la enseñanza de la lectura. ¿Cual es la razón para superar
ambas concepciones? el no haber conseguido por una parte, el éxito lector de
todo el alumnado y por otra, que las prácticas lectoras que se derivan tanto de
la enseñanza tradicional como de la constructivista no sirven para la sociedad
de la información ya que les falta la dimensión comunicativa y dialógica
elemento clave en la sociedad actual.
No hay que olvidar, que la
enseñanza de la lectura tradicional se basaba, en que la comprensión del texto era inherente a la actividad lectora, al
considerar que el significado estaba en el texto y que la comprensión era algo
automático que se producía en la medida que se descifraba el texto.
Evidentemente, cualquier persona habrá podido comprobar que la compresión ni es
inherente a la actividad lectora, ni que se produce automáticamente.
Por otra parte, es evidente que
la enseñanza de la lectura, desde la concepción constructivista, en su momento,
supuso un gran avance respecto a la lectura tradicional, ya que como todos y
todas sabemos, la lectura desde la perspectiva constructivista es un proceso de interacción entre el lector y
el texto, estableciendo un diálogo con el autor, para comprender sus
pensamientos, descubrir sus propósitos, hacerle preguntas y tratar de hallar
las respuestas en el texto. Pero, la comprensión que se deriva de esta
concepción es individual ya que es cada sujeto el que según los conocimientos que
tenga sobre el tema podrá comprender con más o menos profundidad el texto.
Actualmente las prácticas
lectoras adquieren una dimensión social que permite interpretar el texto desde
la participación colectiva. Participación que permite enriquecer y superar la interpretación subjetiva resultado
de la interacción lector y texto.
Desde esta perspectiva la comunicación, el diálogo, las experiencias
vitales y la reflexión compartida pasan a ser el elemento clave de la
interpretación y comprensión del texto. De esta forma, la interacción individual
lector- texto pasa a convertirse en una interacción con todas las personas que participan
en las practicas lectoras. He
aquí el cambio fundamental respecto a las concepciones anteriores.
En
tercer lugar, para avanzar en el éxito lector de todos los niños y niñas es necesario apostar por una enseñanza de la lectura propia
de la sociedad de la comunicación e información, superando prácticas que han
demostrado sobradamente que muchos niños y niñas terminan su escolaridad, sin
la competencia lectora necesaria para tener éxito en sus estudios. Lo que
supone repensar el qué debemos cambiar de las prácticas lectoras de nuestra
aulas para adaptarlas a al aprendizaje comunicativo propio de la sociedad de la
información.
La Escuela Pública de la calidad educativa no
puede seguir mirando para otro lado y seguir haciendo lo mismo de siempre, si
sus resultados demuestran que un segmento de su alumnado no consigue la
comprensión lectora adecuada para, terminar con éxito la enseñanza obligatoria
y poder optar a estudios postobligatorios. Es verdad que existe una cultura escolar y un cansancio por
los recortes que a veces dificulta
hacerse planteamientos que cuestionen determinadas prácticas, lectoras, a pesar
de que los resultados del aprendizaje dejen, en algunas ocasiones, mucho que
desear. Pero los niños y niñas merecen lo mejor y sería una irresponsabilidad y
una falta de compromiso profesional el no poner toda la carne en el asador,
desde la comunidad educativa, para evitar hipotecar su futuro. Porque sin
comprensión lectora la exclusión está garantizada.
NOTA:
Nos queda la esperanza que cuando los niños y niñas que hay en la escuela sean
adultos y les pasen “El Programa Internacional para la Evaluación de la
Competencia de los Adultos que evalúa el rendimiento en comprensión lectora” el
éxito sea del cien por cien. Pero hay que tener claro que ello no dependerá ni de esta ley ni de la
siguiente, sino de lo que desde la comunidad educativa: profesorado y familias
conjuntamente sean capaces de hacer para adecuar y/o cambiar, en su caso, las prácticas lectoras al uso, por aquellas que han demostrado el éxito de todos y todas las niñas y niños.
14 de octubre de 2013
Ginés Martínez Cerón
Pertenece a la Asociación
Educación Pública
Un excelente artículo, Ginés.
ResponderEliminarMuchas gracias por tan interesante post. El papel de los padres también es fundamental porque debemos ayudar e incentivar a nuestros hijos a lograr sus metas de aprendizaje, esto les garantiza un mejor futuro en el mañana. Enhorabuena por tu blog. Un fuerte abrazo.
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