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11 febrero, 2013

EL PAPEL DE LAS AMPAS EN EL NUEVO ESCENARIO EDUCATIVO DEL SIGLO XXI

En el nuevo escenario del siglo XXI y conseguida la universalizaron de la educación hasta los 16 años, el reto actual es conseguir que el cien por cien del alumnado termine, no solamente la educación básica sino, que pueda acceder a estudios postobligatorios bien al bachillerato, bien a la formación profesional. Reto perfectamente posible como han demostrado actuaciones educativas de éxito avaladas por la comunidad internacional.


El debate y reflexión del  antes y el ahora es, sin lugar a dudas, determinante para entender, si tienen sentido determinadas actividades, que se siguen realizando desde las AMPAS. Debate que servirá para entender la urgente necesidad de buscar nuevas formas de participación, claro está, si no se quiere seguir aumentando el divorcio entre unas Juntas Directivas y el resto de familias de la comunidad.  Debate que llevará al AMPA y familias a ocupar el lugar que les corresponde renunciando de una vez al papel secundario y complementario que desempeñan en la mayoría de los centros. 

Es evidente que abrir estos nuevos caminos para la participación supone para las AMPAS un replanteamiento sobre que tipo de actividades están realizando actualmente. Es decir, si dichas actividades sirven para mejorar el rendimiento del alumnado, reducir el fracaso y abandono escolar, mejorar la convivencia, etc. Abrir nuevos caminos supone aglutinar cada vez a más familias alrededor de un proyecto que ilusione y interese a las familias. Abrir nuevos caminos para la participación plena supone establecer nuevas relaciones con el equipo directivo que llevan a debatir y reflexionar sobre  las mejoras necesarias a implementar para lograr erradicar los problemas del centro. 

Las AMPAS, como organizaciones que aglutinan a las familias, no pueden quedar al margen del reto que supone esta nueva etapa en la educación. No subirse al tren del “éxito de todo el alumnado” supone renunciar a la responsabilidad que el escenario educativo, de la segunda década del siglo XXI, pide a las familias. La calidad educativa, ingrediente esencial de la escolarización universal y no alcanzada aun, requiere de la colaboración y participación de las familias. Ignorar o desperdiciar esta ocasión condena a las AMPAs a ser organizaciones testimoniales, sin apenas influencia en la mejora educativa. Porque, como dice Feito, “por desgracia, la vida de la inmensa mayoría de la AMPAs de este país no va más allá (de la gestión de actividades extraescolares lo que las convierte en organizadora de actividades lúdico –deportivas a bajo precio) y de alguna que otra fiesta, aspectos, en todo caso, irrelevantes para la vida intra-centro.” [1]

Las AMPAS a lo largo del tiempo transcurrido desde su creación, a mediados del siglo pasado, han ido desarrollando aquellas actuaciones que las necesidades educativas han exigido en cada momento. Actuaciones que se pueden resumir en: movilizaciones reivindicativas para conseguir construcciones de colegios, mejora de infraestructuras, profesorado para completar plantillas, organización de actividades extraescolares, colaboración con el centro educativo en la organización de las fiestas, viajes de estudio, etc...  Actuaciones que, siendo muy válidas, no dejan de ser secundarias y complementarias en lo verdaderamente importante, el funcionamiento del centro para diseñar un itinerario educativo para el éxito de todos y cada uno de los y las estudiantes.

Además, los profundos cambios que se han producido en la sociedad y en la educación, al pasar de la sociedad industrial a la de la información y del conocimiento, requiere sin lugar a dudas, nuevos planteamientos tanto del proceso educativo como de los agentes educativos. En la sociedad industrial, anterior a los 80, la enseñanza estaba reservada al maestro como depositario del saber que la transmitía de una forma pasiva a un alumnado que no participaba en el proceso. Era lo que Freire llamaba educación bancaria. Sin embargo, en la sociedad de la información internet cambia radicalmente el papel del profesor Lo que hace que una clase sea una buena clase no es que se transmitan datos, sino que se restablezca un diálogo constante, una confrontación de opiniones, una discusión sobre lo que se aprende en la escuela y lo que viene de afuera. Es cierto que lo que ocurre en Irak lo dice la televisión, pero por qué algo ocurre siempre ahí, desde la época de la civilización mesopotámica, y no en Groenlandia, es algo que sólo lo puede decir la escuela[2] Porque en Internet, dice Eco, se puede encontrar todo, o casi todo, excepto: “…cómo buscar, filtrar, seleccionar, aceptar o rechazar toda la información”.

En este escenario de la sociedad de la información, Internet ha logrado que la información fuente para el aprendizaje deje de estar supeditada al aula y al profesor en exclusiva. Esta nueva situación requiere revisar y redefinir  determinados planteamientos en la comunidad educativa sobre el funcionamiento y organización del centro y de las AMPAs, sobre la corresponsabilidad del profesorado y familias en el aprendizaje. Porque, no es fácil pasar a una concepción en la que el aprendizaje ya no depende solo del maestro, sino de los agentes educativos con los que interacciona el niño y la niña. Participar en esta nueva etapa requiere que el AMPA asuma la necesidad de plantearse una serie de cambios que le permitan participar en la corresponsabilidad educativa.

Para asumir esta nueva misión es preciso conocer los cambios más significativos que se han producido en la educación

ALGUNOS DE LOS CAMBIOS QUE SE HAN PRODUCIDO

ANTES: La educación se consideraba un bien público y un derecho de todos para la formación integral de los futuros ciudadanos y la participación como implicación en la cogestión del centro.

AHORA: El neoliberalismo y mercantilismo educativo reduce la escuela pública, a un simple servicio de de consumo privado, convirtiendo a los centros en un producto ya elaborado ante el cual, la familia-cliente no tiene opción de modificar.  Lo que convierte a las familias en simples clientes[3] de los servicios que ofrece el centro al que cada vez exigen mayores servicios.  Desde esta concepción de la educación, la participación de las familias queda reducida a la simple elección del centro[4], descargando toda la responsabilidad educativa en el profesorado y. sustituyendo la educación integral por la eficiencia, eficacia y calidad como rendimiento académico[5].

ANTES, solamente estaba escolarizada una parte de la población y hasta los 14 años y además, la secundaria estaba reservada a un determinado sector del alumnado. Era un sistema selectivo.

AHORA, toda la población en edad escolar está escolarizada hasta los 16 años lo que supone tener una gran diversidad de alumnado en las aulas: inmigrantes de distintos países, diversidad cultural, niños procedentes de todos los ambientes sociales, problemas de convivencia, porcentajes demasiado altos de fracaso escolar, etc.

ANTES, la educación era una tarea exclusiva del profesorado como depositario del saber que la transmitía pasivamente a un alumnado que se limitaba a memorizar aquella información.

AHORA, la educación debe ser una tarea de toda la comunidad educativa. Es una evidencia que hoy el niño y la niña aprende no solamente en la escuela sino, en casa, con los amigos, en la calle, en Internet  etc. Hoy el maestro ya no es la fuente del conocimiento que transmite el saber al alumnado que era considerado un recipiente vacío. Además, la diversidad y complejidad del aula dificulta que el profesorado solo, pueda prestar la atención personalizada que necesitan todos y a cada uno de los niños y en consecuencia, lograr el éxito educativo de todo el alumnado, por lo que se requiere la colaboración y participación de todos. Mientras no se logre este cambio las tasas de fracaso y abandono escolar seguirán presentes en la escuela.

ANTES, la actividad del AMPA se centraba en la colaboración en fiestas y salidas, la gestión de actividades extraescolares, reivindicaciones de determinadas necesidades estructurales y de recursos, además de moverse una estructura cerrada solamente para socios.

AHORA, las actividades del AMPA ya no se pueden centrarse exclusivamente en dichas actividades lúdicas y reivindicativas. Las AMPAS deben ademas,  incorporar aquellas actuaciones que los cambios que se han producido y  se siguen produciendo en la educación requieren: mejora del funcionamiento del centro, mejora de resultados académicos, disminución índice de repetidores, colaboración familia – escuela desde una participación plena...

ANTES, un AMPA actuaba en solitario en el ámbito cerrado del centro educativo ocupada y preocupada, en el mejor de los casos, por lo que ocurre en el centro educativo, lo que le impedía tener una visión más amplia y global de lo que ocurre en la educación

AHORA, es necesario la creación de redes de AMPAS a fin de posibilitar el intercambio de experiencias y proyectos que ayuden por una parte, a salir del aislamiento en que se encuentran muchas AMPAS y por otro, a contribuir como integrantes del centro educativo, en la mejora de la escuela pública y el éxito educativo. 

EL ESCENARIO ACTUAL EXIGE OTRAS FORMAS DE PARTICIPACIÓN

Los cambios producidos demuestran que la participación tal y como se entendía y practicaba ya no sirve, lo que ha llevado a un desenganche cada vez mas profundo de, la participación activa de muchos padres y madres.  Hoy, es preciso abrir nuevos  caminos para revitalizar y darle sentido a la participación. La participación debe abrir cauces para que las familias puedan implicarse en la vida del centro, pasando de la pasividad y clientelismo, a ser protagonistas en la mejora integral del centro, conjuntamente con el profesorado y agentes educativos de la comunidad escolar. La nueva participación requiere, implicarse en los procesos de aprendizaje tanto fuera como dentro del aula. Mientras, esta participación plena y decisoria no pase a formar parte, de la vida del centro educativo, soñar con la calidad educativa y el éxito educativo de todo el alumnado es simplemente un imposible

La participación plena de las familias, uno de los objetivos de las AMPAS, podrá evitar la mercantilización y privatización de la educación pública. Las AMPAS tienen aquí un amplio campo de trabajo. El de difundir, entre padres y madres,  que la mejor escuela es la que se construye, de acuerdos con los deseos y expectativas de la comunidad educativa. Ahí, en la construcción de esa escuela deseada  es donde se fraguar la participación que engancha. . 

La participación de muchas más familias, objetivo de un AMPA, tiene como ingrediente el ilusionar a las familias, de que sus aportaciones al proyecto de mejora del centro es imprescindible. Proyecto cuyo objetivo, no puede ser otro,  que el lograr convertir el centro educativo en un espacio donde la comunidad comparte ilusiones, esperanzas y trabajo, para lograr que todo el alumnado, independientemente de su origen y situación pueden conseguir en igualdad de derechos, terminar la educación básica y obligatoria con éxito. 

La participación de las familias se verá incrementadas cuando el AMPA se plantee desarrollar una formación para las familias, no para unos pocos padres y madres " supuestamente socios," como se viene haciendo actualmente en la inmensa mayoría de los casos. Formación que deberá responder a sus necesidades y expectativas o lo que es lo mismo que incida directamente en la ayuda al proceso educativo de sus hijos y en su promoción como persona.

Porque no es verdad que a las familias no les interese participar en el centro educativo al que asisten sus hijos. Lo que no les interesa es una participación de segunda que apenas revierte en la mejora educativa. La participación que en la mayoría de los casos se ofrece, no tiene interés y atractivo para las familias por lo que, en sana lógica, prefieren como cualquier persona adulta e inteligente, quedarse en casa y no participar en algo que apenas puede contribuir al éxito educativo de sus hijos.

Asumir el nuevo papel de las AMPAS, en este escenario educativo del siglo XXI, es el reto y el desafío de los responsables de las Asociaciones de Madres y Padres.



10 de febrero de 2013

Ginés Martínez Cerón
Educación Pública Siglo XXI




[1] Feito Alonso Rafael. (2011) Los retos de la participación escolar. Elección, control y gestión de los centros educativos. Morata.
[4] No se trataría de elegir entre varios productos el que se supone que es mejor centro, sino de participar y colaborar conjuntamente en diseñar y construir en y desde la comunidad educativa el centro y tipo de educación soñado. De esta forma las familias se convierten en protagonistas de la educación y no en meros clientes del mercado educativo.

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