El sistema educativo, sin lugar a dudas, necesita una reforma. Reforma exigida por el simple hecho de que un
porcentaje tan abultado del alumnado que, después de estar diez años
escolarizado, seis años en la etapa de Primaria y cuatro en la ESO, terminan su
paso por la escuela sin titulación alguna y/o abandonando el sistema educativo.
Mientras salga una sola persona del sistema educativo sin acabar los estudios
básicos la reforma será imprescindible. Ahora bien, ¿ es esta reforma, que se
quiere “ imponer”[1], la que necesita el sistema educativo? ¿
Resolverá, o por el contrario agravará
los problemas que padece la ESO, talón de aquiles del sistema educativo?.
La pregunta fundamental que habrá que hacerse es si, en la reforma
educativa, se encuentran los objetivos y las medidas que necesita el sistema
educativo para lograr que el
100% de los y las estudiantes puedan terminar la educación básica y obligatoria,
con el correspondiente título de graduado. La respuesta no
puede ser más negativa. Porque a pesar
del posible encandilamiento que puedan producir obetivos como: mejorar la empleabilidad, mejorar la tasa comparativa de
alumnos excelentes y titulados en ESO, mejorar los resultados internacionales y
reducir abandono educativo temprano, no
aparece ningún objetivo que permita pensar que, la reforma va a solucionar el problema del abandono y fracaso
escolar. La preocupación de la reforma es otra
muy distinta, mejorar la excelencia, la tasa de titulados en la ESO… Todos ellos, objetivos muy loables pero,
insuficiente y poco ambiciosos, más propio de un centro educativo que de una
reforma. ¿ Para qué sirve una reforma
que no se plantee ir a la raiz de los problemas del sistema educativo?¿qué sentido tiene emprender una reforma que no tenga entre sus objetivos al acabar con el 30%
del alumnado que aún no acaba la educación obligatoria, bien por abandono, bien
por fracaso, sin haber conseguido el correspondiente título?
¿Qué futuro le espera a una
persona, en en la sociedad de la
información, con una reforma que va a
agudizar, aun más, la expulsión de un segmento de su alumnado, sin ningún
título debajo del brazo? Sencillamente, la precariedad laboral y el paro. Porque
como todo el mundo sabe “los graduados tienen una mayor probabilidad
de empleo, menos exposición a la
temporalidad y obtienen mayores salarios reflejando su mayor productividad. Una
mejora de 15 puntos en la tasa de graduados de la ESO y en abandono escolar incrementaría
la tasa de actividad entre 0,3 y 2 puntos, reduciría la tasa de paro entre 2,3
y 3,8 puntos y la tasa de temporalidad entre 1,7 y 2 puntos y aumentaría la
productividad al menos un 4,5%” [2] Si
esto es así, ¿es admisible que se arroje
a la vida a chicos y chicas sin completar la ESO después de nueve,diez,once
años de escolarización?. Además, de
cerrarle las puertas a posibles estudios post-obligatorios tal y como se
configuran con los itinerarios en la reforma.
Al parecer, a la reforma le
importa un bledo, la expulsión del segmento del alumnado que no
termina la educación básica. El objetivo de la reforma no es, precisamente, terminar
con el bochornoso espectáculo de una escuela que en pleno siglo XXI sigue
expulsando a más de un 30% de su alumnado, sin terminar la educación básica. Lo
que supone, entre otras cosas, acabar
con el abandono y el fracaso escolar que aqueja al sistema educativo, reducir las altas tasas de repeticiones
cifradas en un 36%, apostar por una formación
del profesorado que desarrolle nuevas competencias profesionales y pueda compartir
la enseñanza-aprendizaje con la comunidad educativa, aumentar la escasa autonomía en los centros educativos, lo que les
impide experimentar y adaptarse a su realidad educativa, impulsar la participación democrática de la comunidad educativa.
Por
tanto, acabar con el abandono y el fracaso escolar y conseguir que más del 99 % del
alumnado terminen la escuela básica, no puede consistir como propone la reforma
en:
1- Convertir la diversidad de las
aulas en un espacio para, clasificar, segregar, marginar y seleccionar al
alumnado aumentando
las desigualdad de partida. Esta y no otra es la finalidad de los itinerarios y trayectorias que propone la reforma,
al considerar la diversidad sobre todo en la ESO, como un obstáuclo y un
problema al éxito de los y las estudiantes buenos al impedirles que puedan llegar
a la excelencia. ¿Sabe alguien dónde
estan las medidas para que la
diversidad del aula inmigrantes, minorías, étnicas,
grupos sociales desfavorecidos, etc. dejen
de ser un problema y se pueda hablar de éxito de todos? ¿Hay algún objetivo
en la reforma que contemple que el 100% de los niños y niñas
que transitan por el sistema educativo terminen
la educación básica con la titulación en Educación Secundaria Obligatoria?.
Al parecer, el objetivo de la reforma no es solucionar los problemas del abandono y fracaso escolar que
aquejan a la ESO y en general al sistema educativo
2.- No puede consistir en mejorar, exclusivamente, la calidad educativa desde la perspectiva académica,
mercantilista y economicista convirténdo la
educación en “el motor que promueve la competitividad de la
economía”, olvidando que
además que la educación “tendrá por objeto el pleno desarrollo de la
personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a
las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la
amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos[3] (...) El
que la reforma haya olvidado esta dimensión educativa conducirá, a la creación de un sistema, aun más, selectivo e
injusto, que eliminará del escaparate educativo, las altas tasas de abandono y
fracaso, mejorando así , la imagen del sistema educativo.
3- No puede consistir en
vaciar de competencias a los consejos escolares para neutralizar a la comunidad
educativa y socavar la
participación democrática, con el objetivo de privatizar
el espacio público eliminando la participación democrática y decisoria. Eliminar
a la comunidad de la toma de decisiones, responde al trasfondo ideológico que
asegura que la comunidad educativa
"no puede ser democrática[4],
4.- No puede consistir en
desfigurar la autonomía de los centros convirtiéndola en una responsabilidad exclusiva del director que deberá responder ante la
Administración del éxito o fracaso de del centro que dirige. La
autonomía que propugna la reforma tiene por finalidad la calidad como
competencia entre centros, el control
de los centros educativos, por parte de la administración, al utilizar al director
como un
gerente empresarial y con poder absoluto.
5.- No puede consistir en que
la reforma pase, como lo hace, de puntillas por Primaria. La
reforma, por el contrario, se centra en la secundaria, ignorando que el fracaso se combate desde
primaria. Prevenir el fracaso supone que, desde
los primeros años de escuela y a lo largo de todas la etapas atajarán
los problemas de aprendizaje, en la medida que se produzcan, en vez de acudir a
las repeticiones que al final, lo único que consiguen es aburrir y desmotivar. Subsanar el déficit de aprendizaje
desde Primaria es la mejor medida para impedir que
ningún alumno y alumna llegue al Instituto por ejemplo, sin la competencia
matemática y lectora adecuada.
6.- No puede consistir en romper y desgajar el tronco común de la educación
obligatoria a través de distintas titulaciones,
la académica, la no académica, el
simple certificado de haber cursado la FP básica. La conclusión no
puede ser más negra, la reforma, convierte la desigualdad social en desigualdad
de resultados alejando la educación de constituir un derecho básico para toda
la ciudadanía.
7.- No puede consistir en ignorar el porcentaje tan alto de repetidores
[5]cifrada
en un 36% a los 15 años, sino como hace la reforma, aumentarla. “Si la tasa de repetidores las comparamos con el porcentaje de repetidores a los 15 años de países como Finlandia, 2,8%,
tenderemos que concluir que no son precisamente el camino adecuado para mejorar
el sistema educativo como pretende la reforma educativa.
No hace falta
profundizar mucho, en la lectura del proyecto de reforma, para descubrir el entramado que subyace y que oculta las verdaderas razones
que justifican sus principales cambios. Se quiere ocultar que para conseguir la excelencia de una minoría
es preciso sacrificar a una mayoría apartándola del tronco común. Se quiere vender y hacer creer que en
aras de la mejora y eficacia, del sistema educativo, es necesario recuperar las
revalidas e itinerarios, cuando el objetivo que se persigue es potenciar el
modelo selectivo. Se quiere ocultar que
el reducir los Consejos Escolares a órganos consultivos es liquidar la
comunidad educativa, para convertir los centros educativos en empresas con un
gestor al frente. Se quiere ocultar que el director y directora en vez de
representante de la comunidad educativa pasarán a ser un eslabón de la correa
de transmisión de la Administración. Se
quiere hacer creer que con la autonomía que nos propone la reforma mejorará
la calidad educativa resultado de la competición de centros…
En conclusión, no existe la mínima voluntad política del ministro
Wert y los ideólogos de la reforma, en buscar soluciones para que el 100% de los y las
estudiantes terminen la educación básica. Si así fuera, se habrían fijado en otros sistemas educativos igualmente comprensivos como Finlandia,
donde aproximadamente el 95 % de los que
terminan la escuela básica van inmediatamente a la educación secundaria superior. Donde más del 99 % del
alumnado terminan la escuela básica completa, a pesar de ser un sistema
comprensivo[6] como el español.
Las tasas de finalización en la
Educación Secundaria Superior son bastante altas: 90 % en la Educación
Profesional y 98 % en la Educación Secundaria General. Y todo
ello sin varitas mágicas. Simplemente utilizando
políticas educativas basadas en la equidad, la intervención temprana y ayudando
a los alumnos a planificar su futuro y ser protagonistas en su propio
aprendizaje[7].
¿Qué pena no haber aprovechado la ocasión?
20 noviembre de 2012
Ginés
Martínez Cerón
Asociación
Educación Pública Siglo XXI
[1] De una forma unilateral, ya que hasta
ahora, no se ha contado con la comunidad educativa: professorado, madres y
padres y agentes educativos verdaderos protagonistas de la educación.
[2] [2] Informe Educación y desarrollo. PISA 2009 y el
sistema educativo español. Fundación BBVA. http://www.ivie.es/downloads/np/PP_sistema_educativo_espanol_FBBVA_Ivie_2012_07_18.pdf
[3] Artículo 26 de la Declaración Universal de Derechos Humanos
[4] El informe que Wert realizó en 2010
por encargo de la fundación FAES, titulado 'La sociedad española ante la agenda
de reformas'. En la página 36 del informe, Wert
justifica el fracaso escolar en "una deriva 'democrática'
equivocada", al tiempo que defiende que la comunidad educativa "no
puede ser democrática, porque el proceso educativo no es democrático”.
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