La entrada en vigor de la LOMCE trae consigo un cambio de libros de
texto, en 1º, 3º y 5º de
Primaria y 1º de Formación Profesional Básica lo que aviva, una vez más, el debate sobre la
gratuidad de los libros de texto, en las organizaciones de madres y padres.
Medida que supone un gasto extra para las familias, al no poder utilizar los
libros usados que en la actualidad tienen una vigencia de cuatro años.
Desde esta perspectiva “la Plataforma
Estatal por la Escuela Pública”,Plataforma Estatal por la Escuela Pública “exige la completa financiación de la
enseñanza pública con los fondos públicos, por lo que va a llevar a cabo una
campaña, en la que hace un llamamiento a la Comunidad Educativa, a la toma de
acuerdos en los Consejos Escolares para que no se cambien los libros de texto
que se estén utilizando en la actualidad, para ello se basa en que:
·
Son perfectamente válidos y deben seguir siéndolo durante un mínimo de
cuatro años desde el curso para el que fueron adquiridos.
·
Los cambios curriculares que se proponen ahora no tendrán una gran
vigencia y, además, no son cambios esencialmente de los contenidos, sino del
enfoque de los mismos por motivos ideológicos.
·
Existen grandes dificultades de las familias para asumir costes por la
adquisición de libros de texto y materiales curriculares.
·
Los bancos de libros que se han creado deben seguir siendo usados
porque suponen un capital social que debe ser respetado y defendido.
·
Es evidente que las razones que aduce la
Plataforma pueden ser válidas mientras
el libro de texto siga ocupando, un lugar hegemónico en las aulas. Ahora bien,
el problema del libro de texto no puede quedar circunscrito solamente a reclamar su gratuidad como vienen haciendo
desde siempre las organizaciones de madres y padres. En cuyo caso, se buscan
alternativas a la gratuidad como, el
préstamo y bancos de libros. Formulas, sin lugar a dudas, que suponen un
ahorro, en especial para aquellas familias que tienen varios hijos. Por tanto, reivindicar la gratuidad de los
actuales libros de texto es algo necesario y que las organizaciones de madres y
padres vienen reclamando desde hace muchos años. Pero, junto a estas
reivindicaciones, es necesario en la actual sociedad de la información, nuevos
planteamientos acordes con los aprendizajes que hoy se exigen al alumnado para
que llegue a ser una persona competente en la sociedad actual y que,
seguramente, el libro de texto no
proporciona.
El reclamar la gratuidad de cualquier material curricular
es un objetivo irrenunciable. Pero ello no es óbice para reivindicar otras
formas de enseñar no sujetas a la hegemonía del libro de texto. Porque
inmersos, como estamos, en la sociedad de la información es necesario
preguntarse. ¿ el libro de texto sigue
siendo una herramienta necesaria para, el aprendizaje que necesita, el
alumnado? ¿No serán necesarias, en la era de Internet, otras fuentes para
acceder a la información?.
Algunas razones que ayudan a
plantearse la validez del libro de texto en la sociedad de la información. En
primer lugar, el libro de texto como
fuente hegemónica del aprendizaje, ya sea en formato papel o digital, no es un recurso válido, en la medida que
priva al niño y la niña de la tarea básica de buscar la información seleccionarla
y procesarla. El libro de texto como un padre protector, hace el trabajo
que hoy día tendrían que hacer los niños y niñas, al darle la información ya
buscada, seleccionada y procesada. Lo que priva a los alumnos y alumnas del
placer de buscar, investigar, explorar, contrastar, experimentar… El trabajo se simplifica de tal manera que,
el alumnado solamente tiene que asimilar, engullir, memorizar lo que alguien ha
decidido que tiene que aprender, para después en el examen, trasladarlo, lo más
fiel posible, al papel. Lo que produce, en la mayoría del alumnado, tal y como
enseña la experiencia, desinterés por aprender. Si la escuela debe de preparar
al alumnado para ser competente en la sociedad de la información es necesario
enseñarle como muestra (Pérez Gómez, 2012) como utilizarla la información de
forma eficaz, como acceder a ella y evaluarla de forma crítica, analizarla,
organizarla, recrearla y compartirla. ¿Se puede desde el libro de texto enseñar
al alumno y alumna a aprender estas tareas?.
En segundo lugar, el libro de texto marca el techo de lo que hay que aprender en cada
nivel educativo es decir, trocea y fragmenta el conocimiento para cada
nivel educativo impidiendo aprendizajes más
amplios y profundos. Lo que contribuye a dificultar que el alumnado pueda
tener una visión de conjunto y pueda llevar a cabo las interconexiones entre
distintas áreas y con el agravante de tener que conformarse con la visión e
interpretación del autor del libro.
En tercer lugar, no solamente el libro de texto afecta al aprendizaje
del alumnado, sino que también afecta a
la profesionalidad y autonomía del profesorado como plantea
López Hernández (2014) el libro de texto conduce a un desarrollo de la
enseñanza dentro de una perspectiva técnica: se aceptan unos contenidos predeterminados y no sometidos a crítica, se
aplican unas actividades ya seleccionas, se propicia una enseñanza transmisiva
y no se tiene en cuenta el medio, ni el proceso de planificación, ni en el
desarrollo de la enseñanza Incuso llega a sustituirse la planificación por
un instrumento ajeno-el propio libro-que unas veces no se cuestiona y otras se
justifica a través de manifestaciones que suelen desvelar contradicciones.
Además, el profesorado pierde cualificación profesional a medida que el
currículum se estandariza y se vuelve prefabricado. El libro de texto, al
presentar el currículum preelaborado,
contribuye a este proceso. La auténtica autonomía profesional sólo puede estar
limitada por responsabilidad.
Nadie pone en duda que en épocas anteriores con
una sociedad más estática, con apenas circulación informativa y donde el saber
era patrimonio de algunas instituciones y determinadas personas, entre ellas el
maestro, el libro de texto era un recurso imprescindible para el aprendizaje.
Pero, actualmente en una sociedad donde
la globalización, como afirma (Martínez Bonafé, 2008) de las relaciones
económicas y culturales ha disparado un
proceso con aceleración creciente de producción e intercambio fluido y veloz de
información, el tradicional libro de texto sigue hegemonizando la relación
didáctica en el aula. Nacido de
una pedagogía que pretendía encerrar en un texto único todo el contenido
curricular, hoy se enfrenta a un mundo social y escolar en el gobierna la
apertura y la fluidez informativa, junto a la perplejidad, la incerteza o la
fragilidad generadas por procesos de producción de conocimiento sobrecargados y
en constante alteración. Y aunque a
estas alturas esta confirmado por la investigación pedagógica el carácter
obsoleto del libro de texto en la política y las prácticas de innovación educativa
(Martínez Bonafé, 2003) la naturalización de su presencia en el aula hace
invisible precisamente la obviedad de su obsolescencia.
Quizás, las diez razones, al menos, para rechazar
los libros de texto que
propone Zayas[1], clarifica
las razones porque las que el libro de texto no es la herramienta más adecuada,
para un aprendizaje eficaz en la actual sociedad de la información:
·
Presentan los conocimientos de forma dogmática.
·
Imponen los saberes, no incitan
ni ayudan a construirlos.
·
Más que divulgar los
conocimientos, los vulgarizan y trivializan.
·
O se pasan veinte pueblos con el dichoso “nivel”.
·
Sustituyen cualquier otra fuente de información: donde esté “el libro”
son innecesarios los demás libros.
·
Presentan una estructura rígida, que no facilita la adaptación de las
situaciones de aprendizaje al contexto.
·
No fomentan la iniciativa del profesorado.
·
Adquieren un valor prescriptivo: marcan la programación y su
seguimiento.
·
Se elaboran y distribuyen con criterios de mercado, no pedagógicos ni
sociales.
·
Sobreviven a cualquier cambio curricular: su capacidad camaleónica de
adaptación desvirtúa toda innovación que se intente por vía del currículo.
En definitiva, el libro de
texto fomenta la enseñanza transmisiva y fragmentaria. El alumno y alumna, la mayoría de las veces,
realiza actividades de una sola respuesta cercenado la creatividad, fomenta,
como afirma Eisner (2002) la uniformidad y
homogeneidad de los objetivos, la uniformidad en el contenido, la uniformidad en
la evaluación y por supuesto, no se fomenta la relación con otras materias y
saberes.
Pero, la cuestión no estriba en decir no, al
libro de texto, sin más. Sino en buscar la mejor alternativa de las existentes.
Una alternativa,
a medio y largo plazo, a los actuales libros de texto, es la que propone un grupo
de profesores de la escuela pública de Madrid que elabora materiales didácticos
gratuitos para el alumnado de Primaria, ESO y Bachillerato, denominados” apuntes de Marea Verde”. La idea es trabajar de forma colaborativa para crear una especie
de libros de texto que llaman "apuntes del profesor". La propuesta y
descarga de materiales se encuentra en: http://www.apuntesmareaverde.org.es/com/Marea_Verde2.png.
Otras alternativas
se puede encontrar en www.xarxatic.com/alternativas-al-libro-de-texto
en
cuyo blog se puede leer, “con la moviola que
está suponiendo la “necesidad” de
cambiar los libros de texto para adaptarse a la nueva ley educativa somos
muchos los que no entendemos el porqué de seguir usando el libro de texto
cuando existen numerosas alternativas en la red que nos permiten montar
nuestros propios materiales”.
CONCLUSIÓN
Reivindicar la gratuidad de los materiales
curriculares es, sin lugar a dudas, algo que hay que seguir haciendo hasta que
se consiga. Ahora bien, a esta reivindicación es necesario añadir, la
reivindicación “no al libro de texto
como fuente hegemónica de aprendizaje”. El libro de texto, como se puede
comprobar, responde a una tradición decimonónica ya desfasada, en la actual sociedad de la
información. De ahí, la importancia que tanto familias como profesorado tomen
conciencia de la importancia que tiene introducir una nueva reivindicación en
paralelo, la de buscar alternativas al libro de texto. Hoy, es posible en
cualquier nivel educativo ir más allá del libro de texto como fuente hegemónica
de la enseñanza. Existen muchas
experiencias de centros que han demostrado, con diversas alternativas, que no
es tan complicado desembarazarse parcial o totalmente del libro de texto y
sustituirlo por otros materiales y fuentes de información que motiven y enreden
a los y las estudiantes en la búsqueda, selección y procesamiento de la
información para convertirla en conocimiento.
Por tanto, es
necesario tomar conciencia, desde la comunidad educativa, que cuando se
reivindica la gratuidad de los libros de
texto, se está haciendo un flaco favor a nuestro alumnado e hijos e hijas ya
que indirectamente se está defendiendo la validez absoluta del libro de texto. Lo que dificulta y/o impide otras alternativas
al libro de texto. Condenando a muchos niños y niñas a un aprendizaje arcaico, desfasado
y propio de sociedades ya superadas. Lo que impide a la escuela como afirma (Pérez
Gómez, 2012) el desarrollo del conocimiento aplicado, del conocimiento crítico,
de las capacidades creativas, precisamente del conocimiento que organiza los
modos de sentir, pensar y actuar de los ciudadanos.
27 de abril de 2014-04-26
Ginés Martínez Cerón
Pertenece a la Asociación
Educación Pública
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