La
cuestión a plantear es si el escenario social,
familiar y educativo ha cambiado sustancialmente, al situarse en la sociedad de
la información, lo han hecho también los
agentes educativos: la escuela, la familia, las AMPAS etc., para poder
actuar en este nuevo escenario. O si por
el contra se sigue haciendo lo mismo que se hacia en la sociedad industrial. Es
un hecho que en muchas
escuelas se siguen enseñando como si aún se estuviera en la sociedad industrial.
Basta asomarse a un centro educativo para comprobar que el aula sigue siendo el espacio,
casi exclusivo, en el que se desarrolla el aprendizaje, en el que el tiempo para el aprendizaje y las
actividades a realizar suelen ser iguales para todo el alumnado. Lo que
constituye un anacronismo que impide
adecuar los procesos de aprendizaje a un escenario más allá del aula y a un
tiempo flexible que se adecue a los diversos ritmos de aprendizaje.
Involución, que hace que hoy nos encontremos con muchas prácticas educativas
heredadas de la etapa anterior, incapaces
de superar el fracaso escolar de una parte del alumnado.
Sin embargo, el contexto educativo de la sociedad de la información
requiere un cambio de actitud tanto, de los claustros y equipos directivos,
como de los dirigentes de las AMPAs. Los claustros y equipos directivos deben de
apostar por abrir el centro a la comunidad, por impulsar la
participación real de las familias en la vida del centro, por superar prácticas
educativas heredadas de la sociedad industrial que contribuyen a prolongan un
sistema educativo selectivo, excluyente y piramidal. También, se puede observar
que, en este nuevo escenario de la sociedad de la información, las AMPAS tampoco han cambiado. La
mayoría de las AMPAS siguen siendo gestoras de recursos
económicos para fiestas, excursiones, reparaciones del colegio y actividades
extraescolares, lo que las convierte en organizaciones supletorias y complementarias
de los centros educativos. En cualquier caso, actividades que
apenas repercuten en la vida del centro. En consecuencia, las AMPAS deben plantearse, si quien salir, de la situación inoperante
en la que se encuentran, revisar cual debe ser su papel en el nuevo escenario
de la sociedad de la información. Si sus objetivos, actividades,
participación en el centro educativo, estructura organizativa, etc., son los
adecuados al contexto educativo actual. De ahí, la importancia que un AMPA no siga derrochando
ilusiones y esfuerzos en actividades irrelevantes para la mejora del centro
educativo. Lo que supone, sin lugar a
dudas, superar etapas anteriores y enfocar la actividad del AMPAs a
trabajar, conjuntamente con todas las familias, profesorado y demás integrantes
de la comunidad escolar en la consecución del éxito de todo el alumnado.
¿Por qué es necesario
este cambio? Porque la enseñanza y aprendizaje, no puede seguir siendo una
tarea exclusiva del profesorado, sino de toda la comunidad educativa. La experiencia ha demostrando que el
profesorado, solo, no puede lograr el éxito de todo el alumnado. La razón es
sencilla, el profesor no puede atender de una forma personalizada la gran
diversidad y heterogeneidad de las aulas. Además, las principales investigaciones educativas
de la comunidad científica internacional dejan muy claro que el aprendizaje de los niños y niñas no
depende solo de lo que ocurre en el aula, sino también de lo que ocurre en la
calle, en la casa, en la televisión, en internet y en cualquier ámbito en el
que se desenvuelva el niño y la niña.
Por tanto, el principal
objetivo de una AMPA que quiera
responder a las necesidades educativas actuales, debe ser la de intervenir junto
con los demás integrantes de la comunidad educativa, en la transformación de la escuela en un centro de calidad para todo el
alumnado. . “Hoy la participación de
las familias ya no consiste solo
en ir a las reuniones, acompañar en las salidas y organizar actividades lúdicas
extraescolares, sino participar en
actividades de aprendizaje, dentro y fuera del aula”[1]. Lo que convertirá a las AMPAs en
organizaciones necesarias, eficaces e imprescindibles para lograr
conjuntamente, con el profesorado y demás agentes educativos de la comunidad, el
éxito educativo de todo el alumnado.
Así pues, el actual
escenario educativo exige trabajar conjuntamente por lograr una participación plena[2] de todos los miembros de la comunidad educativa. Participación, que no podrá ser efectiva mientras no se logre una escuela democrática. Un
centro educativo democrático se caracteriza por el diálogo igualitario del
profesorado con los padres y madres y familias. Lo que supone
horizontalidad y no autoridad impositiva. Desde esta perspectiva, la ley de
autoridad puesta en funcionamiento por algunas comunidades autónomas constituye
un obstáculo para la democratización del centro. Igualmente ocurre al eliminar,
la reforma educativa, los aspectos decisorios del Consejo Escolar y dotar al
director de una autoridad al margen de la comunidad educativa. Son todos ellos
aspectos que deterioran y machacan la participación democrática, alejando así
toda posibilidad de éxito de todo el alumnado. Por tanto, una escuela democrática
debe de tener en cuenta, al menos dos requisitos:[3]
1. – Que la educación obligatoria ha de organizarse de tal manera que se creen
las situaciones que garanticen el éxito
escolar para todo el alumnado. Éxito que debe suponer desarrollar una educación de calidad para todo el
alumnado. Es decir, apostar por una enseñaza de máximos para todos y nunca
caer en la tentación de rebajar los niveles para una parte del alumnado.
2. - La participación de familiares, alumnado,
profesorado, etc. en la gestión de los centros tiene que salir de la situación de inutilidad total en que se encuentra. La participación real debe buscar
fórmulas de implicación de alumnado,
padres, profesorado y gentes del entorno.
Requisitos que permitirán superar las
desigualdades educativas, los problemas de
rendimiento académico, de convivencia, de abandono escolar, de exclusión, de
repeticiones inútiles, de tiempos iguales para el aprendizaje, a través de la
participación de los y las estudiantes, sus padres y demás miembros de la comunidad
escolar en la gestión del centro educativo. Lo que supone por una
parte, crear las condiciones y los
contextos adecuados para que
las familias participen plena y mayoritariamente en el centro educativo y
por otra, conocer y comprobar que existen experiencias, contratadas y
avaladas científicamente por la comunidad educativa internacional, de que
lograr una participación plena es posible. El proyecto INCLUD-ED ha definido y clasificado cuatro
formas de implicación[4] de las
familias que contribuyen al éxito educativo. Aquí solamente vamos
a abordar la formación de las familias y la participación en los procesos de
toma de decisiones.
1.- Formación de
padres/madres y familias
Hasta ahora, desde la Federaciones y AMPAS se han
potenciado escuelas de padres y madres, con la intención de ayudar a las
familias para una mejor intervención en la educación de los hijos, así como en
centro educativo. Formación que hasta ahora no ha conseguido grandes éxitos,
además de tener algunos inconvenientes. El primero que los destinatarios son
grupos reducidos de progenitores. Segundo que, la mayoría de las veces, es una
formación descontextualiza del centro y comunidad educativa. Tercero que apenas
inciden en la mejora del centro y rendimiento educativo de todo el alumnado.
Los inconvenientes enumerados anteriormente son
suficientes para pensar en que el modelo
de “escuela de Padres” tal y como actualmente se lleva a cabo es un modelo
desfasado que no responde a las necesidades formativas de la mayoría de las
familias y al de su implicación en el centro educativo. Por tanto, es
necesario plantearse un modelo formativo
que permita que todas las familias que lo deseen puedan participar de la
formación que realmente necesitan. Modelo que debe permitir que los y las participantes
sean protagonistas de su propio aprendizaje. Que el escenario de la formación
sea el centro educativo, que los horarios sean lo suficientemente flexibles
para que puedan participar todas las familias que así lo decidan.
2.- La participación
en procesos de toma de decisión
La toma de decisiones es la
esencia de la participación. Si no tomamos parte en determinadas decisiones que van a permitir la mejora del centro educativos no se
puede hablar de verdadera participación. Experiencias de éxito, contratadas científicamente por la
comunidad educativa internacional, han demostrado que la participación colectiva y decisoria, de todos los integrantes de la
comunidad educativa constituye un aval de la inclusión y el éxito educativo.
Lograr la participación colectiva y decisoria
de padres y madres, debe de ser un objetivo prioritario e irrenunciable, de claustros y AMPAS,
a fin de salir de la situación actual y lograr la participación de las familias
como parte integrante del centro educativo
La participación colectiva es el mejor medio para trabajar
conjuntamente, en la búsqueda de soluciones a los problemas que dificultan la
mejora del centro educativo. Desde la participación colectiva y decisoria, se
puede lograr un aprendizaje óptimo de todo el alumnado, así como la igualdad de oportunidades en el proceso, a pesar de las diferencias
sociales, étnicas, de género, etc, en el
acceso al centro educativo. y de resultados. La participación colectiva permite
buscar los recursos necesarios para atender toda la diversidad del aula.
Evidentemente, el
AMPA en cuanto que es una organización que agrupa a personas organizadas, puede
emprender acciones colectivas que incidan en la mejora de la calidad educativa
del centro. Eso si, siempre que ofrezca un proyecto abierto a la
participación de las familias de la comunidad educativa. De ahí, la importancia de que la AMPA ofrezca a la familias
un proyecto en el que se recojan las actuaciones que pretende desarrollar a lo
largo del curso. Además el conocimiento del proyecto
posibilitará que todas las familias, que lo deseen, encuentren un lugar, que
les permita contribuir en la mejorar la educación de sus hijos. Con este
proceder se irían eliminando las reuniones inútiles que, no resuelven los
verdaderos problemas que preocupan a muchas familias: suspensos, repeticiones,
problemas de convivencia, mejora de los resultados académicos, formación de
madres y padres y un largo etcétera.
Ahora bien, aunque el colectivo de padres y madres, a
través del AMPA, pueda conseguir una mayor implicación de las familias a través
de actuaciones que interesen a todos, para lograr mejoras educativas significativas,
es necesario plantearse actuaciones conjuntas con el colectivo del profesorado.
De ahí la necesidad de buscar todas las posibilidades al alcance para que ambos
colectivos se pongan de acuerdo en un proyecto común y compartido donde quede
reflejado las tareas a las que cada uno se compromete: talleres, biblioteca,
apertura del centro por la tarde, compromisos pedagógicos, colaboración en
actividades del aula a través de grupos interactivos, lecturas dialógicas,
bibliotecas tutorizadas y un largo etcétera. Lo que, sin lugar a dudas, supone
un reto para la transformación del centro educativo.
Es verdad que la
participación colectiva del grupo de padres y madres (AMPA) logrará un AMPA
mucho más fuerte y una mayor incidencia en la participación en el centro
educativo. Igualmente hay decir del claustro que, en la medida que actúe como
un grupo cohesionado en el desarrollo del proyecto educativo logrará
significativos avances en la mejora del funcionamiento del centro. Pero,
seguirá sin solucionar los problemas de fondo que aquejan al centro, en
especial el que más preocupa a toda la comunidad educativa, el de las
repeticiones y fracaso escolar.
Por tanto, si el objetivo de
los padres y madres organizados en AMPAS y el de los equipos docentes es la de
conseguir la mejora del centro para conseguir el éxito educativo del todo el
alumnado, no se puede seguir actuando como hasta ahora. Es decir, cada uno por
su lado, los padres y madres por una parte y el profesorado por otra. Es
necesario que ambos colectivos se planteen una participación más amplia en la
que quepan todos las personas que realmente quieren participar. En un
centro educativo hay tantas tareas que hacer que todos los que quieran arrimar
el hombro: padres y madres, vecinos, estudiantes es decir cualquier personas
que quiera colaborar debe de tener un hueco que llenar: talleres, biblioteca del centro, participación en el plan de lectura, comisiones de trabajo. Etc.
Resumiendo:
El nuevo escenario educativo de la sociedad de la
información requiere de las AMPAs
a) Revisar cual debe ser su papel
en el nuevo escenario de la sociedad de la información. Es decir, si sus
objetivos, actividades, participación en el centro educativo, estructuran organizativa
etc., son los adecuados al contexto educativo actual.
b) Valoración y replanteamiento
de la incidencia que tienen, las actividades que actualmente realizan para la
mejora de los aprendizajes de todo el alumnado.
c. Impulsar las condiciones y los
contextos adecuados para que
las familias participen plena y mayoritariamente en el centro educativo
d). Buscar estrategias y medios para
contribuir a la transformación de los
centros educativos en centros de
éxito y acabar, así, con los escandalosos porcentajes de fracaso y abandono
escolar.
e) Revisar el modelo de formación de “escuelas de padres”, a fin de que pueda responder a las necesidades
participativas de las familias.
f) El principal
objetivo de una AMPA en la sociedad de
la información debe ser, la de intervenir junto con los demás
integrantes de la comunidad educativa, en
la transformación de la escuela en un centro de calidad para todo el alumnado
El nuevo escenario educativo de la sociedad de la
información requiere de los claustros y
equipos directivos
a) Apostar por abrir el
centro a la comunidad.
b) Impulsar
la participación real de las familias en la vida del centro.
c) Trabajar por superar prácticas educativas heredadas de la sociedad
industrial que contribuyen a prolongan un sistema educativo selectivo,
excluyente y piramidal.
d) Adecuar los procesos de aprendizaje a un escenario más allá
del aula y a un tiempo flexible que se adecue a los diversos ritmos de
aprendizaje, a fin de superar el fracaso escolar de una parte del alumnado.
e) Tomar conciencia de que el aprendizaje
del alumnado no depende solo de lo que ocurre en el aula, sino también de lo
que ocurre en la calle, en la casa, en la televisión, en Internet y en
cualquier ámbito en el que se desenvuelven
15 de enero de 2013
Ginés Martínez Cerón
Asociación Educación Pública Siglo
XXI
[1] Ramón Flecha y Silvia Molina. Revista
Padres y Madres, página. 15
[2] Entendemos la participación en el centro educativo como
toda acción que nos lleve a tomar parte en algún asunto, para
compartir con los demás miembros, del centro educativo, determinadas decisiones que van
a influir en su mejora. Toma de decisiones que tiene que ser directa
y no delegada sobre lo que afecta al
centro. Lo que supone asumir la responsabilidad e
implicación, tanto personal como colectiva, en aquellas situaciones y problemas
que hayan de solucionarse, así como en las actuaciones a planificar.
[3] Rafael Feito y Juan Ignacio López (eds.): Construyendo escuelas
democráticas. Barcelona: Hipatia, 2008. La comunidad científica internacional ha dado
continuidad al interés generado por este tema desarrollando investigaciones
como la que los autores (Rafael Feito y Juan Ignacio López) presentan sobre
diversos centros educativos democráticos del contexto español de forma rigurosa
y sistemática.
De entre todas las organizaciones posibles, la distribución de los alumnos en grupos estables e independientes y el reparto del tiempo en sesiones de una hora es la más extendida y, aparentemente, la que mejor funciona. También es la única que conocemos, por lo que nos resulta difícil concebir o desenvolvernos fuera de ella. Sin embargo hay otras.
ResponderEliminarPor ejemplo, imaginemos que en una escuela, además de aulas, hubiera otro tipo de espacios: talleres, patios, porches cubiertos, rincones y otros lugares donde encontrarse. Imaginemos también que, en algún momento del día, la circulación por estos espacios fuera libre; es decir, que cada cual pudiera decidir dónde quería ir según lo que se estuviera haciendo en cada uno de estos lugares: construir, leer, hablar en inglés, ensayar una obra de teatro, escribir cuentos, resolver acertijos matemáticos o cualquier otra actividad que se hubiera considerado necesaria dentro de un diseño educativo.
Para prevenir el posible desbarajuste no harían falta muchas reglas: todo el mundo tiene que elegir una actividad y permanecer en ella hasta que termine, no se puede abandonar un proyecto sin una buena justificación, y otras por el estilo.
Cada uno de estos lugares y actividades estaría atendido por uno o más tutores, que no solo serían profesores, sino también alumnos (los más mayores, los que ya podían enseñar lo que ellos habían aprendido) y otras personas (padres, abuelos, vecinos, amigos, tíos) que estuvieran dispuestas a colaborar y asumieran este compromiso.
http://www.otraspoliticas.com/educacion/sobre-tiempos-y-espacios