Mejorar la titulación de la ESO es uno de los cinco objetivos principales que figuran en el proyecto de reforma[1] Quien no haya entrado en sus entresijos podría pensar que el propósito de la nueva ley es adoptar las medidas necesarias para, conseguir que todos los y las estudiantes terminen la ESO con el título debajo del brazo. Pero no es necesario profundizar mucho, en el texto del proyecto, para convencerse que nada más lejos de la realidad.
Es
significativo que todos los objetivos de la reforma,
menos el de reducir el abandono escolar, se
inicien con la palabra “mejora”.
Lo que demuestra en un principio, una preocupación por introducir cambios para
conseguir una mejora del sistema educativo. Ahora bien, la cuestión a plantear
es dichos objetivos abarcan todos aquellos aspectos del sistema educativo que
realmente necesitan de una mejora para conseguir que “todos” los protagonistas
del sistema: alumnado, profesorado y familias satisfagan sus necesidades,
aspiraciones y expectativas.
“Mejorar la titulación de la ESO” constituye, sin duda, un objetivo loable.
Pero ¿hasta donde se pretende mejorar?
Porque el abanico puede llegar desde lograr que el cien por cien del alumnado
titule o que lo siga haciendo un parte, aunque dicha parte sea mayor. Mejorar la titulación en la ESO equivale a lograr
un mayor éxito o lo que equivale a reducir el fracaso escolar. Por tanto, es importante clarificar que se entiende por fracaso escolar y su
relación con la titulación al final de la ESO. El fracaso escolar, en
contraposición al éxito, se refiere a aquel alumnado que habiendo cursado la
enseñanza obligatoria no consigue la
titulación en Educación Secundaria Obligatoria. Sin embargo, el éxito
educativo se refiere al alumnado que consigue graduarse en la ESO y además, sin
repeticiones.
De
todas formas, no deja de ser extraño que el proyecto de reforma, en vez de
hablar de mejorar las tasas de éxito de “todo
el alumnado”, lo que debería ser un objetivo ambicioso en una reforma que
pretende mejorar el sistema educativo anterior, se limite simplemente a mejorar la titulación. Mejorar la
titulación de la ESO ya lo hace el sistema actual y el anterior o dicho de otro
modo desde la LGE de 1970 hasta hoy, como se verá más adelante. Sin embargo, el
proyecto de reforma deja claro que el sistema actual “no solamente está estancado, sino que no
permite progresar hacia una mejora de resultados” y el ministro Sr. Wert llega a decir[2]
“nos sitúan ante una
situación de estancamiento, e incluso de retroceso de nuestro sistema educativo
a la que tenemos que dar respuesta. Este retroceso se ha acentuado en las
dos últimas legislaturas. Bajo el principio legitimador de una mala entendida
equidad se ha reducido el nivel de exigencia en comparación a la
situación anterior, con lo que el resultado paradójico es que la educación
pública ha dejado de contribuir a la promoción social”.
Según el diccionario estancamiento es “ parar la evolución de un proceso” y
retroceso “ volver hacia atrás en el
tiempo” Es muy grave que se utilicen dichas expresiones para descalificar al
sistema educativo, pero más grave aún que reconozca por una parte, como
positivo del actual sistema “los esfuerzos
en dotarlo de muchos recursos para compensar el desequilibrio de partida de la
educación española en relación con los países de nuestro entorno” y por otra,
como muy negativo que “esa enorme inversión haya sido muy
ineficiente, en la medida que no ha
servido para que los estudiantes
españoles progresen en
conocimientos y resultados como sus
colegas europeos” Pero ahí, no termina la visión sesgada y partidista del
sistema educativo. El atrevimiento llega
al paroxismo cuando se llega a afirma que el retroceso del sistema “se ha
acentuado en las dos últimas legislaturas bajo el principio legitimador de una mala entendida
equidad”
¿Qué significará una mala equidad? Seguramente significa la inclusión de todo
el alumnado con necesidades específicas, inmigrantes, procedente de familias
desestructuradas, etc. , reciban una educación de calidad, lo que entra en
contradicción con la obsesión por el rendimiento y la añoranza de un sistema
selectivo como el anterior.
Por tanto, “la mejora de las titulaciones en la ESO que pretende la reforma
no va precisamente en la dirección de conseguir el éxito de los que actualmente
quedan desenganchados y repiten y abandonan. El objetivo es convertir el sistema educativo en un sistema selectivo
canalizando, lo antes posible, a aquel alumnado que se prevee que no titulará
hacia itinerarios que los desvíen del tronco común. A la reforma no le inquieta
el fracaso escolar real, el que arrastran los y las estudiantes con nombre y
apellidos. Mejorar las titulaciones en la ESO tiene un objetivo claro, cambiar los titulares que hoy ponen a España en
entredicho. “ España
encabeza el fracaso escolar en Europa, según la UNESCO”, España es el tercer país de la UE en abandono escolar tras Malta y Portugal. España: Líder en fracaso escolar y paro juvenil, la
Comisión Europea ha tachado la situación educativa española como muy
preocupante.[3]
Nadie pone en duda que el fracaso escolar constituyen una rémora del sistema
educativo y que haya que poner todo el empeño en reducir paulatinamente dichas
cifras hasta lograr su erradicación. Pero eso sí, sin apartar a nadie del
camino, desviándolo antes de tiempo del tronco común de lo que debería ser “una
educación básica para todos los ciudadanos”
¿Acaso el derecho a la educación, no exige que desde la justicia
distributiva de la igualdad de oportunidades todo el alumnado adquiera la
educación básica común. Educación básica a la que tienen derecho sin constituir
por ello un obstáculo para que los mejores alcance la excelencia?
Por otra
parte, en fracaso escolar se utiliza en la reforma como una coartada para
denigrar el sistema educativo, pero no para introducir medidas en la dirección
de lograr el éxito de todos. A través del proyecto de reforma, no se alude en
ningún momento a quienes son y de donde proceden los que fracasan. Acaso es de
recibo hablar solamente de las cifras del fracaso sin entrar a preguntarse ¿a
quienes afecta el fracaso escolar? ¿Cuál es su procedencia social y familiar?
¿Quién es el responsable del fracaso? ¿Cuáles son las causas que lo originan?
¿Solamente fracasan en la escuela o también en la vida? ¿Qué siente el y la
estudiante fracasado? Dubet lo explica muy bien[4] : “Este sistema se vuelve
sumamente cruel cuando el alumno se
esfuerza y fracasa, estudia mucho y no aprueba, y cuando no puede explicarse esa situación sin terminar admitiendo que, en
realidad, él es diferente, menos dotado, menos valiente, menos eficiente…los
vencidos no pueden sino atribuirse las causas de su propio fracaso. Con la
autoestima amenazada, oscila entonces entre el desaliento y la depresión,
tienen el sentimiento de ser indigno de las esperanzanas puestas en ellos pos
sus maestros, por su familia y por ellos mismos”.
Sin
embargo, para el Sr. Ministro Wert y su reforma el fracaso es culpa del alumno
que no se esfuerza, que no trabaja, que es mediocre “[5] estoy convencido de que el
primer cambio que necesita la educación española es un cambio de mentalidad.
Hay que abandonar la cultura del acomodo
y de la mediocridad. Es indispensable que la escuela vuelva a promover valores como el esfuerzo, el
mérito, la satisfacción por el trabajo bien hecho, la autoexigencia, la
responsabilidad o el respeto a la figura del profesor. Donde no se menciona para nada el contexto social y
cultural donde vive el alumnado, ni el nivel sociocultural de la familia, ni la
pertenencia a minorías y a familias desestructuradas, ni los centros de barrios
margínales, y un largo etcétera. A pesar de ser ahí, precisamente, donde se sitúa una parte muy importante del
fracaso.
Quizás
antes de arremeter contra el sistema educativo tildándolo de estancado y en
retroceso deberían saber, aunque lo saben pero lo ocultan, que en los diez últimos
años, el fracaso ha disminuido excepto en la C. Valenciana, Aragón y Baleares.
Sin embargo, se puede observar grandes diferencias entre comunidades. Así
Cantabria, Asturias, País Vasco y Navarra ocupan los primeros lugares de la
tabla oscilando un 12,3% al 16,9%, mientras Castilla la Mancha, Murcia, Baleares,
C. Valenciana y Ceuta y Melilla ocupan
los últimos puestos con porcentajes que oscilan del 30,3 % al 38, 8% . Es decir entre la comunidad que
tiene menos fracaso y la que más tiene hay nada más y nada menos que 26,5
puntos de diferencia. ¿Por qué estas diferencias? Son los y las estudiantes asturianos y vascos más listos, se esfuerzan
más, tienen mejor profesorado, tienen más horas de clase, que los y las
estudiantes de Baleares o Murcia? ¿Acaso en estos resultados tan diferentes no
influirá la aplicación de políticas diferentes, las características
geográficas, históricas, culturales y sociales de cada comunidad autónoma? Si esto es así como parece, habrá que pensar que
las medidas que impulsa la reforma van a servir para poco.
De la evolución del fracaso escolar
en los últimos diez años se pueden obtener dos conclusiones. La primera,
el fracaso escolar ha ido disminuyendo aunque con diferencias entre
comunidades. Por tanto, se debería rectificar aquello de que el sistema no
solamente está estancado, sino que retrocede. La segunda, no se puede hablar de
fracaso escolar en abstracto. Decir que España tiene un fracaso 25,9 % sirve para poco ya que el fracaso está ubicado y contextualizado
en un territorio concreto y es ahí en ese territorio concreto donde hay que
aplicar unas medidas y unas políticas concretas. O ¿acaso necesitan las mismas
medidas una comunidad con un 12% de fracaso y otra con más de un 38 %?
Pero además, si viajamos hacia atrás
en el tiempo y nos situamos a principios de la década de los 80, se puede
comprobar la evolución positiva que ha experimentado. Un informe de la OCDE de principios de la
década de los 80 sobre política educativa española publicado por el MEC, ofrecen
los siguientes datos: “Alrededor de un 30% de alumnos salían de la
EGB sin el Diploma de Graduado Escolar. El 14 % de los mismos, además,
abandonaban definitivamente el sistema escolar, no pasaban, pues, ni a BUP ni a
la formación profesional. Entre ellos los que iban a la FP1, un 35 % la
abandonaban sin obtener la titulación correspondiente
y, al considerar conjuntamente las repeticiones y abandonos en la FP1 y FP2 de
entonces, la tasa llegaba hasta un 65%. A su vez, de los alumnos que pasaban al
BUP, un 50%, nada menos, abandonaba antes de finalizar aquellos estudios”[6].
Si nos situamos en 1990 año en que
se publicó la LOGSE la situación se podía resumir así[7]: No obtenían el título de
Graduado Escolar sobre un 25% del alumnado escolarizado. Quienes elegían FP1 no
aprobaban todas las asignaturas el 57,2%.
Los que hacían el BUP, en el segundo curso repetían un 16% y abandonaba
otro 16 %. Algo muy importante a tener en cuenta el bachillerato era selectivo
y minoritario.
¿Que nos dicen estos datos de hace tantos
años? Que el sistema educativo, a
pesar de la descalificación y alarmismo de sus detractores, ha ido mejorado
considerablemente los porcentajes de abandono y fracaso escolar, lo que dista
muchos de la idea de desastre que transmiten los medios y potencia el proyecto
de reforma. Además, hay que tener en cuenta, como dice Esteve[8]
, que actualmente el sistema educativo
acoge al cien por cien de la población escolar, convirtiendo las aulas en un
escenario plural y diverso, con un alumnado que arrastra consigo cientos de problemas
por su origen social, familiar y sus características personales. Lo que
marca una gran diferencia, con el sistema educativo selectivo anterior, en el
que la educación secundaria estaba reservada, a las minorías que iban luego a acceder
a la universidad.
21
de octubre de 2012
Ginés
Martínez Cerón
Pertenece
a la Asociación Educación Pública Siglo XXI
[1] “Los principales
objetivos que persigue la reforma son por tanto reducir la tasa de abandono
temprano de la educación y la formación mejorar los resultados internacionales
mejorar la tasa comparativa de alumnos excelentes y la de titulados en
Educación Secundaria Obligatoria y mejorar la empleabilidad de los
estudiantes.” (De la introducción al Proyecto de Reforma)
[2] Intervención del ministro en la comisión de educación del
Congreso el 31 de enero de 2012 http://www.congreso.es/public_oficiales/L10/CONG/DS/CO/CO_031.PDF
[3] La educación en España preocupa en la UE . Publicado
el 13 febrero 2012 por Pau Farràs
[6] Escudero Muñoz J. M. La Reforma de la Reforma ¿Qué calidad para
quienes. Arial Social 2002
[7] Gimeno Sacristán. La calidad del sistema educativo vista desde
los resultados que conocemos. En El Sistema Educativo, coords: Gimeno sacristán
José Gimeno Carbonell Sebarroja Jaume
[8] Esteve M. José. La tercera revolución educativa.
La educación en la sociedad del conocimiento. Paidós. 2003
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