Somos decenas de miles de personas y nos sentimos apoyados por muchos millones. Estamos unidos porque amamos y defendemos la educación pública... |
La enseñanza pública llega a cada uno de los rincones de nuestro
país, desde la isla más pequeña al pueblo más aislado en las montañas, desde el
centro de las ciudades a los barrios más lejanos.
La enseñanza pública acoge a todo el alumnado, sin discriminación,
sin selección previa, sin prejuicios, y con el compromiso de proporcionarles
una educación de calidad y de abrir sus horizontes.
La enseñanza pública está impartida por un profesorado bien
preparado, vocacional y experto, un profesorado que merece todo el
reconocimiento y apoyo a su trabajo.
La enseñanza pública es la elegida por la inmensa mayoría de las
familias de nuestro país, escolariza a la mayor parte de la población y está en
auge. Por ello los responsables políticos están obligados a garantizar su
calidad y permanencia.
La enseñanza pública es un compromiso de todos, porque la
financiamos entre todos, sabiendo que así garantizamos la igualdad de
oportunidades de todos los niños y niñas.
La enseñanza pública ha constituido, a lo largo del tiempo, la
garantía de una educación de calidad, y hoy es una pieza clave de nuestro
contrato social, porque es la que mejor garantiza el derecho constitucional a
la educación.
Sin embargo, los gobiernos están haciendo pagar a la enseñanza una
crisis que ella no ha causado. En estos momentos está amenazada por los
recortes que se están aplicando a las inversiones en educación, que implican el
despido de un buen número de docentes, la reducción de los programas y una
disminución de la calidad y equidad de la enseñanza que recibe el alumnado.
Por todo lo anterior, la comunidad educativa ha adoptado una
respuesta conjunta, en unión de la sociedad en la que nos hallamos. Porque la
enseñanza pública es la única que garantiza la igualdad de oportunidades, la cohesión
social, la superación de las desigualdades de origen, la vertebración de toda
la sociedad en un objetivo común, y el progreso individual y social de todos,
no de unos pocos.
Como sociedad que es responsable de su futuro, no podemos
tolerarlo. Por eso:
• Debemos situar a la educación pública en el
eje de las prioridades políticas, sociales, ciudadanas y familiares.
• Debemos reconocer que sólo ella puede hacer
efectiva la igualdad de oportunidades, convertirse en herramienta de progreso y
ofrecer perspectivas a toda la gente joven sin exclusión.
• Debemos aumentar su prestigio y respaldar a su
profesorado con nuestro apoyo y confianza. Cuando algunos políticos
desacreditan a los docentes de la enseñanza pública, se descalifican a sí
mismos. Por eso exigimos que se valore públicamente la importancia de la
educación y de todos los trabajadores y trabajadoras del ámbito educativo, con
hechos y con palabras.
• Debemos financiarla adecuadamente y protegerla
de los recortes presupuestarios y de las consecuencias de la mala gestión de la
crisis económica. Por eso exigimos que se retire inmediatamente el castigo a la
educación pública y, en vez de decapitar programas y reducir plantillas, se
busquen fórmulas para aumentar la inversión y se recorten los enormes gastos
suntuarios de las administraciones públicas.
Estamos luchando por la supervivencia, por el auge y el sentido de
la educación pública. Nuestras armas son la voluntad de vivirla y el afán de
trabajar por ella. Y esta es nuestra voz, muy alta para que todos la oigan:
Si hay alguna tarea que desempeñar, es la educación.
Si hay algún camino que recorrer, es la educación.
Si hay alguna herencia que ofrecer, es la educación.
Si hay alguna riqueza que explorar, es la educación.
Si hay alguna manera de cambiar las cosas, es con la educación.
Si hay algún sueño que dure siempre, si hay algún camino para la
libertad y la justicia, es el de la educación.
La educación cambia la vida.
La educación es el futuro.
Y la educación pública garantiza ese futuro. Para todas las
personas, sin diferencias.